Igualdad de género

Las sociedades que promueven los mismos derechos para las niñas y los niños generan beneficios para todo el mundo

Una niña sentada en un escritorio en un salón de clases mirando a la cámara.
UNICEF/UN0837174/Raphael Pouget

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Al principio, las disparidades de género no suelen ser significativas. En la primera infancia, los niños y las niñas tienen las mismas probabilidades de recibir las vacunas esenciales y educación preescolar. Y, a medida que crecen, las niñas se desarrollan igual de bien, o ligeramente mejor, que los niños.

Sin embargo, la adolescencia trae consigo cambios importantes. El inicio de la pubertad puede exponer a las niñas a prácticas discriminatorias que tienen consecuencias graves para su salud física y mental. En comparación con los niños de la misma edad, las adolescentes deben asumir más tareas domésticas y corren un riesgo muchísimo mayor de contraer matrimonio durante la infancia o de ser objeto de violencia de género.

Las consecuencias a las que se enfrentan cuando pierden el acceso a la atención básica también son más graves. En los países menos adelantados, las complicaciones del embarazo siguen siendo una de las principales causas de muerte y discapacidad entre las adolescentes. Esas complicaciones afectan sobre todo a los cientos de millones de niñas que han sido sometidas a la mutilación genital femenina o al matrimonio infantil, que suelen quedarse embarazadas a una edad muy temprana. Las adolescentes son las personas con más probabilidades de sufrir violencia sexual, y tres cuartas partes de las nuevas infecciones por el VIH entre los y las adolescentes afectan a las niñas.

Las desigualdades en el ámbito del aprendizaje también aumentan con la edad. Las niñas suelen recibir menos apoyo que los niños para estudiar lo que quieren, como ciencias o matemáticas. Durante la adolescencia, las niñas que han tenido que casarse o que se han quedado embarazadas pueden verse obligadas a abandonar completamente la escuela. Y, en los países de ingreso bajo, muchas niñas no pueden acceder a la educación porque las escuelas no tienen capacidad para responder a sus necesidades en materia de seguridad e higiene, o porque las familias que viven en la pobreza suelen dar prioridad a los niños cuando invierten en el futuro de sus hijos.

Como consecuencia de estas desigualdades, a escala mundial, el porcentaje de niñas que no estudian, trabajan ni reciben capacitación al final de la adolescencia es el doble que el de niños.

Cuando se les niegan sus derechos más básicos, las niñas tienen menos probabilidades de mejorar su situación y ofrecer oportunidades a sus propios hijos e hijas, lo que refuerza de generación en generación los obstáculos para prosperar.

Por esos y otros motivos, los niños varones también sufren a causa de las normas de género. Las formas de entender la masculinidad pueden propiciar el trabajo infantil, la violencia de las bandas y el reclutamiento de niños por grupos armados. Las desigualdades de género son dañinas para todos los miembros de la sociedad, sin importar dónde predominen o cómo se manifiesten.

La respuesta de UNICEF

Un grupo de niñas sonriendo
UNICEF/UN0679809/Mark Naftalin

Reducir las desigualdades permite fortalecer las economías y crear sociedades estables y resilientes que ofrecen a todos sus miembros la oportunidad de desarrollarse plenamente.

UNICEF establece alianzas en todo el mundo para impulsar la igualdad de género. En todos nuestros ámbitos de trabajo, integramos estrategias que dan respuesta a la discriminación y las desventajas relacionadas con el género. Esa labor implica forjar alianzas con el sector de la salud de cada país para ampliar la atención materna de calidad y apoyar la profesionalización de los trabajadores de salud comunitarios, que en su mayoría son mujeres. Asimismo, implica promover el papel de las mujeres en el diseño y suministro de los servicios de agua, saneamiento e higiene. Y también implica trabajar con el sector de la educación para que tanto los niños como las niñas puedan sacar el mayor provecho de su aprendizaje y encontrar el camino hacia un empleo de calidad.

UNICEF invierte especialmente en la capacitación de las adolescentes para promover su empoderamiento económico como emprendedoras, innovadoras y dirigentes. Una de nuestras prioridades es ofrecer a las niñas entornos educativos en momentos y lugares adaptados a su situación específica. Asimismo, trabajamos en tecnologías de apoyo para las niñas con discapacidad, así como en la ampliación de las plataformas digitales, la formación profesional y el aprendizaje.

Para proteger a las niñas, los programas de UNICEF actúan, por ejemplo, para prevenir la violencia de género. Además, se centran en poner fin al matrimonio infantil, acabar con la mutilación genital femenina, apoyar la gestión de la salud menstrual, prestar asistencia para el VIH y el sida o responder a las necesidades psicosociales específicas de las niñas. Invertimos en modelos innovadores que protegen incluso a las niñas a las que es más difícil llegar, como espacios virtuales seguros que les permiten denunciar los actos de violencia y ponerse en contacto con recursos locales para recibir apoyo.

Recursos

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