El llanto en el recién nacido: ¿por qué el bebé llora?
Aunque preocupe a madres y padres, el llanto es el lenguaje de los bebés, es casi su única vía de expresión
Una de las cosas que más preocupa a madres y padres es el llanto del bebé, en especial cuando parece inconsolable. “Tengo hambre”, “quiero mimos”, “me duele la panza”, pueden ser algunos de los muchos mensajes que trata de comunicar cuando llora. Esto puede causar mucho estrés al principio, en especial si el niño ha sido alimentado, mudado y no hay razón aparente para que sienta molestias. Sin embargo, madres, padres y cuidadores logran adaptarse y aprender a interpretar el llanto a medida que pasen los días y el pequeño encuentre su equilibrio.
Principales razones del llanto y qué hacer
Durante los primeros meses, las principales causas del llanto son el hambre, la fatiga, los cólicos tan frecuentes en el primer trimestre y la incomodidad. También hay que tener en cuenta que el llanto es la forma que encuentra el niño o niña de comunicarse con sus padres y con el entorno. De a poco se aprende a diferenciar el llanto normal del que requiere consulta.
En el primer trimestre no es raro que los bebés lloren siempre de tardecita, y que no sea fácil calmarlos. Algunos lo hacen porque tienen cólicos a esa hora, otros simplemente expresan así el trabajo que les da adaptarse a tantos estímulos nuevos cada día. La función de la mamá y del papá será intentar calmarlo, con voz suave, movimientos suaves, masajes, etc.
Descifrar la molestia no siempre es fácil, pero es bueno intentarlo sin ansiedad y con mucha calma. Lo que menos necesita el bebé es que sus papás le trasmitan sus nervios. Una buena forma de consolarlo es el contacto corporal y las palabras en voz suave y tranquila. Con el llanto el bebé reclama, expresa que tiene hambre, frío o simplemente ganas de llorar. Es importante responder a sus necesidades.
El bebé no es bueno o malo según llore o no llore; esta reacción poco tiene que ver con su comportamiento. Si llora, seguramente algo le ocurre, por eso hay que responder con la mayor rapidez posible. Si los adultos no reaccionan a su llanto, es probable que llore más y más, hasta obtener la atención que busca. Cuanto más tiempo llore más difícil será calmarlo.
Tenerlo en brazos para responder a su necesidad de contacto y protección no es malcriarlo. En tanto se sienta atendido en sus necesidades, también poco a poco se irá independizando cada vez más. Al responderle se fomentan las capacidades sociales e interactivas del bebé.
¡A tener en cuenta! Es preciso consultar al pediatra cuando el llanto se acompaña de otros síntomas como dificultades para respirar o fiebre.
Algunas situaciones típicas
Si el llanto irrumpe cada tanto, se podrá sobrellevar bien. El problema aparecerá si estas situaciones perduran en el tiempo y los padres llegan a sentir que no logran entenderlo:
· Incomodidad. Un pañal sucio o el exceso o la falta de abrigo pueden provocar el llanto. Siempre hay que controlar los pañales del pequeño y la temperatura de su cuerpo si rompe a llorar.
· Hambre. Cuando el bebé tiene hambre comienza dando señales como chuparse los dedos, ponerse cada vez más inquieto y, si no se lo alimenta, finalmente llora. Debemos estar atentos para alimentarlo antes de que esté demasiado inquieto.
· Cansancio. Si está cansado, es posible que se largue a llorar y que cueste calmarlo. Se puede recurrir a algún ritual de mimos y caricias para dormirlo: abrazarlo o cantarle una canción de cuna.
· Aburrimiento. A medida que crezca, el bebé disfrutará más de la compañía y del entorno. Puede llorar en un intento por reclamar atención o compañía. En este caso, llevarlo a dar un paseo en brazos por la casa o por el barrio
· Inseguridad. Un impacto repentino, un movimiento brusco, una luz intensa o un ruido agudo e inesperado podrían provocar el llanto del bebé. La seguridad se recupera mediante un abrazo firme
· Dolor. Si llora mucho puede tener fiebre alta, dolor de oído, de barriga o de otro tipo. Si tiene fiebre alta o si no se calma con mimos y caricias, consultar al pediatra. Los famosos cólicos del lactante provocan llantos intensos y prolongados sin causa aparente, durante los primeros meses de vida. Para aliviarlos, es recomendable tenerlo a upa boca abajo y frotarle la barriguita o contra el hombro o doblarle las piernas para que expulse gases.