Las primeras palabras del bebé: cómo enseñar a hablar
El lenguaje será el puente de niños y niñas hacia el mundo; la estimulación de su entorno es parte clave en el proceso de hablar.

Desde el momento en el que nace, el ser humano comunica. En sus primeros meses, el llanto será una de sus principales vías de comunicación: desde hambre o incomodidad a enojo, tristeza, frustración o rabia cuando —con el paso de los meses— sus emociones comienzan a aflorar. Lo mismo comienza a suceder, entre los dos y tres meses, con la sonrisa.
Conforme pasa el tiempo, el bebé comienza a vocalizar. Estas vocalizaciones lo vincularán con el mundo y lo embeberán en el lenguaje que próximamente también expresará. Por eso, es importante la estimulación. El tono de voz de su entorno, la intensidad y hasta la cadencia comienzan a adquirir un sentido para ese bebé que cada vez escucha con mayor atención.
Cerca de sus 12 meses es mucho más lo que entiende que lo que expresa. Por eso, hablarle es fundamental. Al escuchar, está aprendiendo a hablar. Aprende palabras, reglas sobre la comunicación y hasta a interpretar el mundo y la relación con las personas.
En su segundo año de vida, el lenguaje ya aparece claramente. Hay quienes ya dicen palabras muy parecidas o idénticas a las del mundo adulto. Otros comprenden, pero se comunican más que nada por gestos. Ya no son palabras sueltas, sino que empiezan a aparecer frases cortas, al punto de que en poco tiempo el niño o niña tendrá la capacidad de nombrarse a sí mismo.
Cumplidos los dos años, se nombra y sabe distinguir si es niño o niña. Ya empieza a hablar no solo por la maduración propia de su edad, sino por la estimulación que recibió de su entorno.