Pensando y sintiendo la igualdad
El derecho de todos los niños, niñas y adolescentes a crecer en igualdad ya no debería ser objeto de debate.

Ana de Mendoza
Representante de UNICEF en Perú
El enfoque de género es parte de la agenda pública global y un tema de interés para la ciudadanía. Unos y otros tratan de convencer al gran público polemizando sobre el discurso de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres. Olvidamos que, en realidad, la igualdad de género es el punto de partida para que los seres humanos seamos libres de desarrollar nuestras capacidades personales y tomar decisiones sin las limitaciones que establecen los estereotipos o los prejuicios.
Cuando el Estado planteó, a través del Ministerio de Educación, el currículo nacional, lo hizo convencido de que sus siete enfoques transversales contribuyen a construir la sociedad a la que aspiran peruanas y peruanos. Este instrumento plantea que los estudiantes sean vistos y tratados como sujetos de derechos; demanda educación de calidad sin considerar diferencias de origen; entiende la diversidad sociocultural y lingüística como un proceso entre personas de diversas culturas; valora a las personas independientemente de su género, y propone las mismas oportunidades de aprendizaje y de desarrollo para niñas y niños. También propone mayor acercamiento a la problemática ambiental, orientación hacia el bien común y búsqueda de la excelencia.
Existe consenso sobre la educación de calidad como condición básica para el progreso de cualquier país y sobre el derecho de cada niña o niño a vivir en un ambiente que lo acoja y lo quiera. También coincidimos colectivamente en que la violencia basada en género –como el abuso sexual o el bullying homofóbico– debe erradicase de la escuela.
La polémica surgida a propósito de los libros de texto puede ser una oportunidad para continuar la mejora en la formación integral del alumnado, siempre que no nos desvíe del objetivo principal: mejorar la calidad educativa en el país, algo que requiere de la participación de todos y todas.
Ante la pregunta de madres y padres de familia sobre el porqué del enfoque de género en la educación, salud y protección contra las violencias, la respuesta es sencilla: porque las desigualdades se inician tempranamente en el ámbito familiar, escolar y social. Estas diferencias continúan y configuran una trayectoria que acumula brechas y desventajas para las mujeres.
Son particularmente sensibles a las desigualdades las etapas de la niñez y la adolescencia, por ser momentos de la vida en que las personas construyen autonomía, relaciones afectivas, identidad y proyecto de vida.
Corresponde al Estado asegurar la igualdad de oportunidades, como paso imprescindible para lograr un mundo más justo y equitativo, en el que se piense y se sienta la igualdad desde los primeros años. La escuela es el lugar idóneo para iniciar ese cambio.
El derecho de todos los niños, niñas y adolescentes a crecer en igualdad, indistintamente de su género, etnia, religión o posición social, ya no debería ser objeto de debate. Desde hace casi tres décadas es un derecho consagrado en la Convención sobre los Derechos del Niño, que el Perú ha ratificado y se ha comprometido a asegurar.