Conoce tres recomendaciones para facilitar espacios inclusivos
En el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, te compartimos consejos para deshacernos de nuestros prejuicios y promover espacios inclusivos.

Los espacios inclusivos de niños, niñas y adolescentes con y sin discapacidad deberían existir en todos los niveles y áreas de la interacción social. A pesar de ello, y como efecto de la exclusión y segregación histórica, algunas personas pueden sentir que no están preparadas para interactuar con personas con discapacidad, que se trata de algo muy difícil o que es necesario una preparación especial. ¡No es así!
Construir espacios inclusivos en los que puedan interactuar personas con y sin discapacidad sin barreras es el uno de los objetivos de la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad. Además, la Convención de los Derechos de la Infancia está enfocada al pleno ejercicio de los derechos de toda infancia y adolescencia con discapacidad, sin discriminación ninguna.

A continuación, te compartimos tres recomendaciones para deshacernos de nuestros prejuicios y promover espacios inclusivos para personas con y sin discapacidad[1]:
Des-patologizar: La discapacidad no es una enfermedad ni un déficit en la condición de salud. Si bien los niños, niñas y adolescentes con discapacidad pueden tener alguna condición de vulnerabilidad o ciertas necesidades específicas en la atención de su salud, también son capaces de vivir una vida saludable y con pleno bienestar.
Dejar de hacer hincapié en las condiciones de salud de los demás es el primer paso para construir entornos inclusivos en los que las personas con discapacidad puedan ser tratadas como iguales.
Des-dramatizar: Las discapacidades no son un drama, sino una experiencia de la que a menudo resultan nuevos aprendizajes, nuevas habilidades y grandes fortalezas. En la mayoría de los casos, es posible interactuar con un niño, niña o adolescente con discapacidad sin más exigencia que la de ser sensible a sus necesidades, remover las barreras y aportar algunas herramientas de apoyo. Es importante evitar actitudes de compasión o lástima, especialmente cuando se trabaja con las familias, Aunque siempre es mejor pedir ayuda a quienes tienen más conocimiento o experiencia, eso no implica que necesariamente vayamos a incurrir en más gastos o tener dificultades más complejas.
¡Se trata casi siempre de abrir las ventanas, escapar de los sentimientos de superioridad, estar disponibles para aprender y no frustrarnos ante las primeras dificultades!
Des-etiquetar: En un mundo clasificador y calificador, los diagnósticos pueden configurar estereotipos y situaciones que conducen a la estigmatización del otro, lo que lleva a tener bajas expectativas acerca de las posibilidades de desarrollo y aporte a la sociedad de las personas con discapacidad.
La forma más inclusiva de interactuar con alguien con discapacidad es apoyarnos en sus fortalezas y capacidades. ¡Se trata de ver a la persona, no su discapacidad!
¿Cuál es la forma adecuada de referirse a un niño, niña o adolescente con discapacidad?
Si bien, es necesario que conozcamos el uso adecuado del lenguaje y trato, esto no debe inhibirnos o hacernos sentir inseguridad. ¡Nadie tiene obligación de saber! Son nuestras acciones y esfuerzos para interactuar los que realmente nos conducirán a encontrarnos y movilizar procesos de cambio cultural.
Lo mejor es admitir cuando no sabemos y preguntar respetuosamente a la otra persona cómo desea ser llamada o tratada, en lugar de inhibirnos por temor a utilizar un término inadecuado o acabar evitando hablar o actuar en relación con este tema tan importante.
