Educación en pausa
Una generación de niños y niñas en América Latina y el Caribe está perdiendo la escolarización debido al COVID-19

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Más de siete meses después del inicio de la pandemia, el COVID-19 está poniendo la educación en pausa de más de 137 millones de niños, niñas y adolescentes en América Latina y el Caribe. En la región, los estudiantes han perdido un promedio de cuatro veces más días de escolarización en comparación con el resto del mundo. Si bien las escuelas se están reabriendo gradualmente en varias partes del mundo, la gran mayoría de las aulas siguen cerradas en toda la región. Más de un tercio de todos los países de América Latina y el Caribe aún no tienen una fecha para la reapertura de las escuelas.
Una catástrofe generacional
El 97 por ciento de los estudiantes de la región han perdido un promedio de 174 días de aprendizaje y corren el riesgo de perderse un año escolar completo.
el COVID-19 ha ampliado aún más las brechas educativas entre las familias ricas y las pobres en América Latina y el Caribe.
“En América Latina y el Caribe, es posible que millones de los estudiantes más vulnerables no regresen a la escuela”, dijo Bernt Aasen, director regional interino de UNICEF para América Latina y el Caribe. “Para aquellos sin computadoras, sin internet o incluso sin un lugar para estudiar, aprender desde casa se ha convertido en un desafío abrumador”.
Cifras

El COVID-19 está privando al 97 por ciento de los y las estudiantes de América Latina y el Caribe de su escolaridad normal (137 millones de niños, niñas y adolescentes).

En promedio, los niños, niñas y adolescentes de la región han perdido casi 4 veces más días de escolarización que los del resto del mundo (174 días escolares)

Más de un tercio de todos los países de América Latina y el Caribe aún no tienen una fecha para la reapertura de las escuelas.

A pesar de los esfuerzos de los gobiernos, solo 1 de cada 2 niños, niñas y adolescentes de escuelas públicas tiene acceso a educación a distancia de calidad en el hogar, en comparación con 3 de cada 4 niños de escuelas privadas.

Es posible que más de 3 millones de niños, niñas y adolescentes nunca regresen a la escuela, mientras que es probable que la matriculación escolar de los y las estudiantes primerizos disminuya en más del 1,8 por ciento.

El cierre de escuelas podría costarle a la región hasta 1.2 billones de dólares en los ingresos eventuales de por vida de los niños que ahora se ven privados del aprendizaje formal.
Riesgos asociados a los cierres escolares prolongados

Cuando los niños, niñas y adolescentes no pueden ir a la escuela, se ven privados de algo más que de su educación. Sin un horario escolar estructurado, pierden su rutina y no pueden socializar con sus amigos. Aún más preocupante, algunos dependen de los programas de alimentación escolar y, por lo tanto, se perderán lo que puede ser su única comida nutritiva del día aumentando sus probabilidades de padecer desnutrición. Estar fuera de la escuela también significa enfrentar otros riesgos tanto en el hogar como en el vecindario que incluyen trabajo infantil, trata, embarazo en la adolescencia, explotación y abuso sexual, matrimonio infantil (o uniones tempranas) y violencia.
Respuesta de UNICEF

Desde el inicio de la pandemia en América Latina y el Caribe, los gobiernos han implementado una serie de alternativas a la educación escolar para garantizar la continuidad del aprendizaje. Las 24 oficinas de país de UNICEF en la región han apoyado a los Ministerios de Educación en el desarrollo de respuestas multisectoriales, incluida la priorización de planes de estudios, la formación de maestros y los programas de aprendizaje a distancia. Ante la suspensión masiva de los servicios educativos, UNICEF ha brindado apoyo contribuyendo a que 42 millones de estudiantes en la región reciban aprendizaje a distancia y en el hogar a través de la radio, la televisión, Internet y otras plataformas. Estos medios han jugado un papel importante en la respuesta educativa para los niños, niñas y adolescentes sin acceso a Internet, así como los que viven en áreas remotas o provienen de hogares pobres.
Preparándose para la reapertura de las escuelas

La decisión de reabrir las escuelas es específica de cada país y se basa en evidencia epidemiológica, factores socioeconómicos y de salud pública, y un análisis cuidadoso de los beneficios y riesgos para el aprendizaje. La decisión también debe guiarse por el interés superior de cada niño, niña y adolescente.
Cifras

Todos los niños, niñas y adolescentes se ven afectados por el cierre de escuelas, pero no todos se ven afectados por igual.

Una de las formas más rentables de prevenir la propagación del COVID-19 es lavarse bien las manos, pero no todo el mundo tiene acceso a lo básico.

Debido a la falta de acceso a la tecnología, Internet, apoyo de los padres o incluso un escritorio desde donde estudiar, para los más niños, niñas y adolescentes pobres y vulnerables, a veces es imposible seguir aprendiendo desde casa.

En una región caracterizada durante mucho tiempo por altos niveles de desigualdad, COVID-19 ha exacerbado las profundas desigualdades en la disponibilidad de la educación.
Principios fundamentales para la reapertura escolar

El mejor interés para el niño, la niña y el adolescente: la reapertura debe guiarse por un equilibrio entre los riesgos para la salud y los beneficios para el bienestar y el aprendizaje.

Especificidad del contexto: las decisiones y los enfoques para la reapertura deben ser
específicos del contexto, flexibles y sensibles a situaciones cambiantes.

Inclusión y equidad: se debe prestar especial atención a las necesidades de los grupos vulnerables, es decir, niñas, niños y adolescentes con discapacidad, refugiados y migrantes, niños de comunidades indígenas y de hogares pobres.

Preparación escolar segura: deben existir protocolos escolares, y las escuelas deben tener la capacidad de garantizar operaciones escolares seguras que estén alineadas con las medidas de salud pública.
Llamado a la acción
Preparar, de manera urgente, la reapertura segura de todas las escuelas, con el apoyo de una planificación rigurosa y un enfoque bien coordinado que aborde las necesidades integrales de los niños, niñas y adolescentes; | |
Priorizar el regreso seguro de todos los niños, niñas y adolescentes a la escuela guiado por las medidas de salud pública en cada país; | |
Proteger y aumentar los presupuestos de educación pública dirigidos a las necesidades de los niños, niñas y adolescentes más marginados y; | |
“Reconstruir mejor” hacia sistemas educativos que sean más equitativos, inclusivos y pertinentes, además de resilientes ante futuras crisis. |