El cambio climático y los niños y niñas desarraigados
Los jóvenes en tránsito se encuentran entre los más afectados por el cambio climático y deberían participar en la búsqueda de respuestas
El clima está cambiando en todo el mundo, y los niños, niñas y jóvenes que viven en una situación de desarraigo (desplazamientos prolongados, campamentos de refugiados, barrios marginales de las ciudades o megalópolis en pleno desarrollo) se encuentran entre los más expuestos a las consecuencias de esos cambios.
Sin embargo, a la hora de afrontar los retos que plantea el cambio climático, no deberíamos considerar a esos niños y niñas como meros testigos pasivos. Sus competencias, experiencias e ideas sobre cómo podemos mejorar la mitigación y la adaptación al cambio climático son fundamentales, y deben colaborar en la elaboración de las soluciones.
¿Qué está en juego?
El cambio climático ya representa un problema que afecta directamente a los derechos y el bienestar de la infancia. Mil millones de niños y niñas (es decir, casi la mitad de la población infantil a escala mundial) están expuestos a un “riesgo extremadamente alto” de sufrir sus consecuencias. Se enfrentan a la combinación mortífera de la exposición a diversas perturbaciones climáticas y un acceso limitado a servicios que son básicos para su resiliencia. A los niños y niñas que hoy tienen tres años les espera una infancia marcada por fenómenos meteorológicos extremos fuera de control. En la próxima década seremos testigos de los peores efectos del cambio climático, desde incendios forestales hasta inundaciones, pasando por sequías y huracanes.
Los niños, niñas y jóvenes desarraigados se encuentran entre los más expuestos a esos efectos y, sin embargo, son los que menos recursos tienen para hacerles frente. Esos niños suelen estar excluidos de la formulación de medidas para aumentar la resiliencia, la planificación participativa y la adopción de decisiones sobre el cambio climático impulsada por los jóvenes; su voz no se escucha, y no se tiene en cuenta todo su potencial.
La movilidad: una consecuencia y una estrategia de respuesta
En todo el mundo, millones de niños y niñas se encuentran en tránsito, una movilidad incrementada por los efectos tanto de la paulatina degradación ambiental como de los desastres repentinos. Se estima que, solamente en 2020, se produjeron 9,8 millones de desplazamientos internos de niños y niñas relacionados con las condiciones meteorológicas.
No cabe duda de que, incluso si se logran importantes progresos para mitigar las consecuencias del cambio climático, la migración seguirá siendo una estrategia de adaptación, sobre todo para la juventud y en los lugares donde el cambio climático supone un obstáculo para las oportunidades económicas y se combina con situaciones de conflicto y fragilidad.
La migración puede representar, en especial para los jóvenes, la oportunidad de no abandonar sus sueños, diversificar sus competencias y contribuir al desarrollo de sus lugares de destino. Sin embargo, los jóvenes más expuestos al riesgo de sufrir las consecuencias del cambio climático no suelen contar con muchas opciones para cruzar las fronteras de forma segura y legal. Pese a que la mayor parte de la movilidad debida al clima es interna, las leyes de migración en general no favorecen la acogida, la protección o el ejercicio de los derechos de aquellos que migran por motivos ambientales. A muchas personas desarraigadas a causa del cambio climático les resulta prácticamente imposible cumplir las exigencias legales u otras condiciones necesarias para que los países de destino las admitan por razones laborales, familiares o humanitarias, lo que deja a muchísimos niños y niñas desamparados, sin ningún lugar adonde ir.
La infancia y la juventud como protagonistas del cambio
Los jóvenes desarraigados en el contexto del cambio climático presentan unas competencias, una experiencia y unas ideas esenciales y necesarias para las sociedades de todo el mundo, puesto que ellos mismos han tenido que adaptarse a sus consecuencias y efectos. Pueden desempeñar un papel fundamental a la hora de afrontar los riesgos relacionados con el clima y convertirse en un ejemplo para sus comunidades, por ejemplo, haciendo valer sus perspectivas, opiniones e inquietudes; identificando soluciones y participando en su desarrollo; y promoviendo modos de vida sostenibles desde el punto de vista ambiental.
Llamamiento a la acción sobre el clima y la migración
Para lograr empoderar a la juventud, debemos tomar las decisiones adecuadas ahora mismo y en los próximos años: decisiones en materia de políticas y también en materia de inversión. El tiempo que nos queda para prepararnos para los efectos del cambio climático se está agotando rápidamente. Pese a ello, dar prioridad a las siguientes acciones urgentes, desarrolladas con y para la juventud, podría conllevar mejores resultados a corto y largo plazo para la infancia, sus comunidades y sus países.
- Prevenir o minimizar el riesgo de desplazamiento en el contexto del cambio climático, lo que implica emprender acciones ambiciosas para reducir las emisiones globales.
- Reforzar los servicios y sistemas inclusivos para los niños, niñas y jóvenes que se desplazan, y tomar medidas para que los servicios esenciales sigan funcionando tras los desastres.
- Ofrecer preparación para la movilidad por motivos climáticos y garantizar que los niños, las niñas y las familias afectados por el cambio climático pueden optar a una migración segura, antes de convertirse en desplazados.
- Colaborar con los jóvenes desarraigados y ofrecerles la posibilidad de participar en los procesos relacionados con el cambio climático.