Entre partituras y sueños, la historia en la música de Alessa
Esta adolescente cubana comparte sus experiencias como ganadora de la primera edición del Concurso Nacional de Música y los desafíos y sueños de su generación

Desde que tenía cuatro años, Alessa Blanco Bencomo mostró un interés especial por la música. Sentada frente a un piano, comenzó a explorar sonidos y armonías. Más tarde, en la escuela “Alejandro García Caturla”, descubrió que la flauta sería el instrumento que realmente la cautivaría.
Hoy, con 15 años, esta adolescente sueña con que su música inspire a otros. En 2024 fue una de las ganadoras de la primera edición del Concurso Nacional de Música, organizado por el Fondo de Arte Joven con el acompañamiento de UNICEF Cuba.
Su madre, Anamary Bencomo Yanes, explica que Alessa encuentra placer en dedicarle tiempo a la música, sin que eso implique dejar de lado otras actividades propias de su edad. “Es algo que le gusta hacer en esta etapa de la adolescencia, y la música le aporta mucha alegría”, afirma, mostrando la confianza que tiene en el talento y la determinación de su hija.

Un concurso que cambió la vida de Alessa
El Concurso Nacional de Música llegó a su vida casi por casualidad. Un profesor de flauta le mencionó la convocatoria y le envió el enlace con toda la información. "Busqué una pianista acompañante, y montar una obra fue un proceso bastante agotador. Las piezas eran complicadas y coordinarnos requería muchos ensayos. Todo esto mientras seguía con las clases y evaluaciones en la escuela", recuerda Alessa.
La grabación del vídeo que la representaría en el concurso fue otra anécdota memorable. Con la ayuda de su papá y su mamá grabaron el material con un celular. “Nosotros no teníamos idea de cómo se grababa, pero pusimos todo el cariño y el esfuerzo en ese vídeo”, comenta Anamary.
La espera por los resultados fue intensa. Alessa se conectaba casi a diario en el perfil en Instagram del Fondo de Arte Joven, revisando con nerviosismo cada actualización. El día en que supo que había ganado, la emoción se desbordó en el hogar: “Estábamos todos reunidos, conversando, cuando de repente entré a Instagram y vi la publicación. Al principio, las fotos no cargaban bien y, en ese momento, un amigo me llamó felicitándome. Fue un instante en el que todo estalló: gritos, llantos y una alegría incontenible al saber que había alcanzado el primer lugar”, relata emocionada.
El premio no solo representó un reconocimiento a su talento, sino también la oportunidad de sumergirse en una experiencia educativa sin precedentes. El Fondo de Arte Joven le envió un programa completo para una semana llena de ensayos, clases y recorridos, en el que Alessa se reunió con otros ganadores y destacados profesores. Uno de ellos fue Janio Abreu, quien no solo la guio en la interpretación, sino que la introdujo en el arte de la improvisación.
Durante esa semana, el trabajo en conjunto y la coordinación fueron fundamentales. Se crearon grupos de WhatsApp en los que Janio y los participantes compartían partituras, intercambiaban ideas y se preparaban para el gran concierto, el cual coincidió con exámenes escolares, haciendo que cada minuto contara. A pesar del agotamiento, la experiencia dejó en Alessa un recuerdo imborrable: “Lo que más me llevo fueron los nuevos amigos y el aprendizaje de trabajar en equipo, apoyándonos mutuamente en cada paso”, confiesa.
El concierto: nervios, pasión y el poder de la música
El concierto fue el clímax de toda esta experiencia. Ese día, en el teatro del Museo Nacional de Bellas Artes, la adrenalina se mezcló con la pasión por la música. Alessa estaba especialmente nerviosa, ya que, en la misma fecha del concierto, tuvo una audición para entrar en la orquesta del Liceum, uno de sus mayores sueños. La audición, adelantada inesperadamente, la obligó a ajustar horarios y coordinar ensayos para que pudiera cumplir ambos compromisos.

En el escenario del teatro, cada ganador interpretó una obra en solitario, un momento que marcó el debut de Alessa enfrentándose al público. Antes de salir, se respiraba un ambiente de solidaridad: “Nos apoyábamos entre todos, dándonos consejos y aplaudiéndonos mutuamente. Eso hizo que el concierto fuera aún más especial”, recuerda.
Una de las piezas interpretadas fue un tango, una obra que Alessa ya conocía y que, en conjunto con Janio Abreu, decidieron montar. La afinidad por ese tango, que tenía un significado especial para ambos, le permitió transmitir emociones profundas al público y consolidó su experiencia en el escenario.
Entre sueños y desafíos: mirando al futuro
La experiencia en el concurso y en el concierto ha sido solo el comienzo para esta joven artista. Con la mirada puesta en el futuro, Alessa tiene grandes aspiraciones. Uno de sus mayores sueños es estudiar en el Berklee College of Music, una institución internacionalmente reconocida por su enfoque en el jazz. “Quiero ser una música exitosa y transmitir emociones a través de mi arte, que la gente se sienta identificada con lo que hago”, afirma con convicción.
Sin embargo, la adolescente también es consciente de los retos que enfrenta su generación.
Según Alessa, uno de los mayores desafíos para las niñas hoy es la influencia constante de las redes sociales y la sobrecarga de información que, a veces, dificulta organizarse y mantener una imagen auténtica. “Es fundamental que seamos aceptadas tal y como somos y que contemos siempre con el apoyo incondicional de nuestra familia”, añade.
Si pudiera cambiar algo para las niñas, pediría que no fueran juzgadas por los errores que puedan cometer en la adolescencia. "Es una etapa complicada, y lo que más necesitamos es apoyo para superar los obstáculos", asevera.

Dos generaciones en sintonía
La mamá de Alessa también comparte su perspectiva sobre los desafíos de crecer. Recordando su propia adolescencia, confiesa que a los 15 años enfrentó el duro proceso de separarse de su familia para estudiar en el preuniversitario de ciencias exactas “Mártires de Humboldt 7”, en San Antonio de los Baños. “Fue muy difícil dejar el hogar, pero esa experiencia me enseñó a ser independiente, a organizar mis tiempos y a priorizar lo verdaderamente importante”, relata con sinceridad.
Para Anamary, aunque las niñas de hoy tienen acceso a una gran cantidad de información y herramientas, siguen necesitando la guía y el apoyo de la familia. Lo que más le impresiona de la generación actual es la fluidez en la comunicación. “Con mi hija, todo es más transparente. A diferencia de cuando yo era joven y existían tabúes, ahora nos comunicamos abiertamente, compartiendo nuestros pensamientos y preocupaciones”, explica.
Un futuro lleno de posibilidades
Alessa sigue trabajando para alcanzar sus metas. Su música, pasión y perseverancia la han llevado lejos, y aún queda un largo camino por recorrer. Con el apoyo de su familia y su inquebrantable determinación, esta joven promesa de la música está lista para conquistar nuevos escenarios y, sobre todo, hacer que las personas sientan y se identifiquen con su arte.