Cosechando agua de lluvia
"Nadie imaginaba que podríamos tener un caño con agua dentro de nuestras casas.”

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En la comunidad de Manco Capac, la lluvia sale de los cielos en abundancia. Los niños no le tienen miedo. Al contrario, celebran su llegada como una fiesta. Ponen el rostro hacia arriba para que les caiga a la cara y se dan vueltas sobre sí mismos para jugar con la naturaleza. Pero este celebre no sólo es de los niños y niñas. De un tiempo a esta parte lo es también de los adultos. Alcides Ramirez fue Agente Municipal de esta comunidad y cada vez que ve los cielos oscurecerse sabe que el agua pronto llegará a la tierra. Y esa agua que antes se desperdiciaba ahora ya no. Desde que instalaron el sistema de recojo de agua de lluvia, el agua de las nubes cae a un sistema de canaletas que las encausa y hace que todo se deposite en unos bidones inmensos donde la almacenan para luego purificarla. La alegría de don Alcides es que ahora esa agua ya recolectada se tapa, pasa por un sistema de purificación y llega hasta dentro de sus hogares. “Eso era imposible antes. Nadie imaginaba que podríamos tener un caño con agua dentro de nuestras casas”, dice ahora sonriendo.
La vida de toda esta comunidad compuesta por 62 casas donde habitan alrededor de 300 personas ha dado un giro increíble. “Antes, hace tres años, nuestra comunidad padecía demasiado. Nuestros hijos se enfermaban porque todos recogíamos agua del río, agua sucia y casi nadie la purificaba. De frente todos la tomábamos y la usábamos para cocinar. Hasta para bañarnos íbamos al río, a pesar que sabíamos que era agua muy sucia. Muy contaminada”.
Su casa está ubicada a orillas del río Amazonas. Desde allí, a una hora de viaje se llega a Iquitos. Pero a 15 minutos también por río se llega a Indiana, el distrito al que pertenece la comunidad. A don Alcides Ramirez, todos los años se le inundaba su casa. Y así como a él, a todos los que vivían a la ribera. “Fueron años de vivir de una manera terrible. El agua empozada. Nuestros baños inundados y cuando eso pasaba toda la suciedad salía afuera. Encima como no había agua potable, no se tenían esos conocimientos, uno recogía en balde, el agua de río para cocinar. No había costumbre de hervir ni de clorar. Por eso todos nos enfermábamos muy seguido”.

Pero esa historia terminó para dar inicio a una nueva vida. La Municipalidad de Indiana junto con UNICEF construyeron hace tres años, un primer Baño Ecológico Seco que lo ubicaron en la escuela de la comunidad. Su forma era como el de una casita pequeña. Adentro se acondicionó un baño y debajo de esta estructura se pusieron dos cajas “composteras”, es decir, cajas donde caían los excrementos humanos. Estas estaban totalmente selladas y no salía ni siquiera el olor. Con el sol y el clima de la selva, estos deshechos se convertían en compost. Un compost con el que podían abonar sus plantas. Y como si esto fuera poco, estos baños, tenían una gran propiedad: no se inundaban, sino que flotaban cuando llegaban las inundaciones. Nadie, al inicio podía dar crédito a este sistema. Pero una vez que se dieron cuenta de su utilidad, todos quisieron tener un baño en su casa.
“Para nosotros fue una gran solución. Vinieron de la Municipalidad y UNICEF a darnos charlas de cómo construir y cómo mantener los baños. Nosotros aprendimos y nos organizamos con la comunidad para preparar alimentos para los ingenieros de la Municipalidad que venían a construir los baños. Dimos nuestro apoyo y aprendimos”, cuenta Alcides con emoción.
Luego de tener el baño, la idea de captar agua de lluvia llegó como una bendición. “Nos explicaron que las canaletas debían estar limpias, que debíamos poner filtros para que saliera limpia y que al final cuando ya se llenaban los baldes debíamos taparlos para que no se volviera a ensuciar el agua”. Toda la comunidad con Alcides a la cabeza empezó a construir sus baños, a juntar agua de lluvia y a tapar sus bidones. “Nuestra vida ha cambiado por completo”, dice el ex Agente Municipal de Manco Capac. “Mis gemelas por ejemplo, casi no se enferman nunca y tenemos agua limpia para tomar. Nuestro baño es limpio, no huele mal y eso es lo que nos hace muy felices ahora a toda nuestra comunidad”. Alcides está sentado en la puerta de su casa. Parece que va a llover y eso le arranca una sonrisa. Cae el agua y él junto a su esposa y sus gemelas corren a preparar los baldes. Habrá agua para todo y los baños no se inundarán. La vida tiene un capítulo nuevo para ellos.