La familia que unida venció a la COVID-19
En los días pico de la pandemia de Coronavirus, tres generaciones de una misma familia permanecieron unidas para cortar el contagio en su hogar y su comunidad.

En la vida hay situaciones que solo con unidad y amor se pueden enfrentar, y la pandemia de coronavirus fue una de ellas. Esta es una familia de tres generaciones que solo se separan cuando llega el tiempo de dormir en la ciudad de Rivas, al sur de Nicaragua.
Don Gilberto de 61 años y Araceli de 56 años son padres y abuelos. Ella trabaja en un centro de salud en un municipio aledaño, él es un enfermero jubilado que se mantiene activo como brigadista voluntario de salud y así tiene tiempo para consentir, educar y cuidar a los dos nietos: Alexa de 9 años y Christopher 5 años.
Alexa pasa las noches con su madre, Cristel de 34 años, la hija mayor de Gilberto y Araceli, y mantiene una relación cercana con su padre. Aunque tiene cinco años, Christopher sigue siendo el “bebé” de la familia, y también pasa las noches en casa de sus padres Martín, de 29 años y Wendy de 26 años, una nuera que más bien parece la tercera hija de este hogar.


Cuando los padres se van a trabajar y Alexa y “Cris” salen de la escuela, el abuelo Gilberto queda a cargo de ellos. Los recoge en su moto, les prepara almuerzo, y luego de un descanso les ayuda con las tareas. “Ellos son la luz de esta casa”, dice orgulloso.
En junio de 2020, la abuela Araceli contrajo COVID-19. Fue uno de los momentos más estresantes que jamás hayan vivido. “Ella decidió aislarse en un cuarto que destinamos para eso, pero mantener a los niños alejados de la abuela era un desafío”, recuerda Gilberto y agrega: “Les explicamos la situación y mantuvimos las medidas de prevención al máximo. Temíamos lo peor”. Araceli se recuperó en pocos días y entonces se disipó el temor de perderla, y de que el virus afectara a los más sensibles de la familia; Alexa y Christopher.
Cuando el Ministerio de Salud (Minsa) anunció la llegada de las primeras vacunas, en el primer trimestre de 2021, toda la familia estuvo segura de acudir a los centros de vacunación. “En cuanto nos enteramos que venía una vacuna específicamente una vacuna para los niños, no dudamos en llevarlos” cuenta Gilberto.

Alexa recuerda claramente aquel día: “al inicio tuve mucho miedo, porque todos los niños y las niñas que estaban vacunándose lloraban, pero cuando fue mi turno, en realidad solo sentí como un piquetito”, dice.
Christopher iba seguro de la razón por la cual recibiría la vacuna: “Mi papito Gilberto me dijo que era para protegerme, entonces fui muy valiente”, aunque Alexa dice casi en secreto que Cris no pudo contener el llanto.

Las vacunas de Alexa y Cris fueron parte de las 657, 540 dosis de vacunas pediátricas contra la COVID-19 donadas por el gobierno de Estados Unidos a través del mecanismo COVAX, para apoyar la vacunación de niños y niñas de 5 a 11 años. UNICEF ha mantenido su apoyo al MINSA en la cadena de frío para garantiza la llegada de las vacunas en perfectas condiciones a los departamentos más alejados de la capital.
A julio de 2022, el MINSA reporta un total de 152, 274 personas entre adultos, niñas, niños y adolescentes que ya han completado su esquema de vacunación, lo que representa un 85.68% de la población total de 2 a más años de edad de este departamento fronterizo con Costa Rica. El avance es relevante para un departamento que, además de ser destino turístico para nacionales y extranjeros por sus hermosas playas en el Océano Pacífico, es paso obligatorio para el comercio y el tránsito de personas entre el norte y sur de América.

Gilberto quien, pese a haberse jubilado, se mantiene activo como brigadista voluntario de salud, guarda con mucho cuidado las tarjetas de vacunación de Alexa, Christopher y el resto de la familia. Algunas tardes a la semana, cuando ya han hecho las tareas, saca las bicicletas de sus nietos y les acompaña a un paseo en la calle o el parque, confiado en que todos están protegidos, pero sin bajar la guardia.