Cortar el contagio, compromiso del personal de salud
La enfermera Bertha González recorre en bicicleta las calles de los barrios periféricos de Matagalpa, en el norte de Nicaragua, donde visita a los vecinos en el marco de la campaña de vacunación contra la COVID-19.

- Disponible en:
- Español
- English
Matagalpa, Nicaragua. - De niña, Bertha González jugaba a ser enfermera y sabía que su misión en la vida sería ayudar a otros. Cuando llegó el momento, eligió esa profesión sin vacilar. La pandemia COVID-19 la enfrentó a un desafío sin precedentes: cuidar de su salud y la de su familia, al tiempo que llevar las vacunas a cada rincón de su comunidad.


Tras la confirmación de los primeros casos de COVID-19 en Nicaragua en marzo de 2020, el temor inundó a la enfermera Bertha González. Su mayor preocupación era contraer el virus y contagiar a su hijo Andrew (7). Sin embargo, el miedo nunca menguó su vocación de servicio: “Sabía que como enfermera debía acercarme a las personas enfermas, y que a pesar del riesgo debía dar lo mejor de mí para ayudarles”, recuerda.

Las capacitaciones del Ministerio de Salud (MINSA), y la experiencia que rápidamente adquirió en el terreno, la ayudaron a ganar seguridad y continuar con su labor humanitaria en medio de la pandemia Covid-19. “Antes de la pandemia solíamos llegar a la casa de las familias de nuestra comunidad sin mayores medidas. El coronavirus nos obligó a adaptarnos a esta serie de medidas de protección personal, y a pesar de que pudo ser difícil en algunos momentos, nunca bajé la guardia pensando en mi hijo y el resto de mi familia”, relata Bertha.

La vacunación contra la Covid-19 supuso jornadas extenuantes para Bertha y todo el personal de salud. “Cuando inició la jornada de vacunación voluntaria contra la Covid-19, las vacunas fueron aplicadas por brigadas que vinieron desde Managua. Nuestro trabajo como sede de sector era ir casa a casa para concientizar a la población; explicarle ventajas y posibles reacciones adversas que podía provocar la vacuna”, explica.


Al igual que en el resto del país, muchas familias del norte temían que las vacunas pudieran causar efectos secundarios graves. El trabajo puerta a puerta que realizaron médicos y enfermeras fue clave para combatir el miedo y los mitos en torno a la vacunación.

Con el apoyo de UNICEF, el MINSA implementó una campaña de comunicación para informar a la ciudadanía y reforzar el trabajo del personal de salud. Una serie de mensajes en video, cuñas radiales y carteles se emitieron a través de las redes sociales y los medios de comunicación tradicionales.

“La verdad que ayudó mucho la campaña, ya que, por los afiches, las viñetas, el perifoneo, todo eso hizo que la población se acercara a la unidad de salud donde ya teníamos un puesto de vacunación con toda la gama de vacunas que ofrecía el Ministerio de Salud: desde el niño de dos años hasta el de mayor edad”, afirma orgullosa.