Escapando del infierno

Adolescentes en conflicto con la ley penal

Francisco Javier Figueroa
joven de espaldas
UNICEF
07 Mayo 2021

César* fue un adolescente en conflicto con la ley. Era apenas un niño entrando a la adolescencia cuando por diversas circunstancias se quedó en la calle, solo, sin familia. Con un mínimo de posibilidades, la “mara” (pandilla) se le presentó como la salida más rápida, fácil y excitante que alguien como él podía tener. En esa época hizo lo peor, hasta decir basta.

La expresión “adolescentes en conflicto con la ley” se refiere a adolescentes menores de 18 años que han entrado en contacto con el sistema judicial por ser sospechosos o estar acusados de cometer algún delito.  La mitad de los adolescentes conducidos a los juzgados no ha terminado la educación primaria, tienen varios años de atraso escolar, provienen de hogares desintegrados o son niños de la calle y casi la totalidad han sido maltratados psicológica o físicamente por sus padres o cuidadores. La mayoría de los adolescentes en conflicto con la ley han cometido pequeños delitos o faltas menores. Otros, la minoría, han cometido delitos graves, principalmente manipulados por el crimen organizado y redes delictivas, como le sucedió a César. Todos ellos, requieren de un tratamiento justo, conforme a la ley, al delito y a su edad, especialmente, necesitan opciones de recuperación y reinserción social.

César tiene ahora 23 años, está casado y tiene un hijo a quien ama por sobre todas las cosas. Trabaja en el área de mantenimiento de una fábrica y su tono suave y tranquilo al hablar no concuerda con un pasado donde la carencia de todo fue la tónica y la violencia una forma de vida.

Debido a diversas circunstancias en la vida de muchas niñas, niños y adolescentes, mezcla de carencias, soledad y violencia, algunos son tentados por grupos criminales para integrar sus pandillas con la oferta de ganar dinero rápido, ser protegidos y llevar una vida que se les presenta atractiva. Algunos, incluso, son reclutados por la misma carencia de afecto.

César se quedó literalmente en la calle a los 15 años y la “mara” fue el único ambiente que lo acogió y le brindó la oportunidad de crecer, tener dinero y sentirse protegido. De algún modo, la pandilla se transformó en su familia, esa que lo dejó muy pronto en su vida.

jovenes en justicia penal

El ambiente dentro de la “mara” le resultó en un inicio excitante. Ingresó a ella y comenzó a robar y extorsionar. Mientras ascendía de categoría en la pandilla, ganaba más dinero y en los ratos libres tenía licor y mujeres a su disposición. Eso sí, siempre encerrado en el barrio o territorio de la “mara”, ya que salir de ahí significaba una posibilidad alta de morir asesinado por una banda rival o la policía.

En algún momento cayó detenido, como era de esperarse, ya que la probabilidad de mantenerse incólume mucho tiempo es escasa. “O mueres violentamente, o terminas en la cárcel”, dice César, y en cualquiera de los dos casos, ocurre pronto.

Los años que pasó César privado de libertad le hicieron reflexionar sobre su vida y la posibilidad de hacer un cambio radical. Conocer a su actual mujer fue un factor fundamental, ya tenía a alguien por quien luchar, un motivo para el cambio y la esperanza de algo mejor.

UNICEF y sus aliados colaboran con la especialización de la justicia penal juvenil, según los principios de la Convención de los Derechos del Niño, promoviendo el uso de sanciones y modelos alternativos a la privación de libertad. Los modelos alternativos tienen una función socioeducativa que combina la responsabilidad penal del adolescente por sus actos y un acompañamiento integral, con su familia y su entorno comunitario, que promueva la reinserción social y la no reincidencia.

niños en carcel