“Hemos logrado disminuir la incidencia de enfermedades que antes eran mortales en los niños”
El doctor Julio César Romero es uno de los médicos especialistas que acompaña a la clínica fluvial, rehabilitada con apoyo de UNICEF, en sus salidas al Bajo Delta.

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La zona del Bajo Delta forma parte del municipio Antonio Díaz, en el estado Delta Amacuro. Es una de las localidades más remotas y de difícil acceso en Venezuela y también el hogar de miles de personas de la etnia indígena Warao. “Es uno de los municipios más afectados por todas las condiciones tanto nutricionales, como de falta de servicios públicos háblese de agua potable, electricidad, y también por enfermedades, estamos en una frontera; ahí llega gente de Brasil, de Guyana Esequiba, ahí pasan muchas embarcaciones foráneas”, explica el doctor Julio César Romero, director del hospital Luis Razetti y uno de los médicos especialistas que acompaña a la Clínica Especializada Fluvial Tipo II Delta del Orinoco en sus recorridos.
El doctor Romero relata que después de la diáspora de médicos que hubo en Venezuela, muchas comunidades, especialmente las más lejanas, quedaron desasistidas y la llegada de la pandemia tampoco ayudó con esa situación. “Se destruyeron mucho las instalaciones tanto de escuelas como de dispensarios y de centros de salud y nos vimos en la necesidad de rescatar una embarcación que estuvo aquí parada durante muchos, muchos años.”
En 2020, para contribuir a que niños y niñas, especialmente los más vulnerables, accedan a su derecho a la salud, UNICEF en coordinación con las autoridades regionales y nacionales, apoyó en 2020 la rehabilitación de la clínica fluvial, que al día de hoy sigue operando con salidas programadas cinco veces al año, logrando atender desde que inició su recorrido por los caños en 2021, a más de 36.000 personas.
“Normalmente nosotros salimos con esta barcaza a recorrer nuestros caños en todo el municipio Antonio Díaz. No hemos dejado lugar donde no hemos llegado y donde la barcaza se estaciona tenemos unas lanchas auxiliares, que nos presta la misma comunidad para ir a buscar pacientes a las comunidades aledañas”, señala el doctor Julio César.
Sobre el impacto que ha tenido este proyecto en los últimos tres años, indica: “Hemos logrado disminuir la incidencia de enfermedades, que antes eran mortales en los niños sobre todo los niños menores de 5 años, háblese de diarreas y neumonías.”
La clínica fluvial llega a la primera comunidad donde se estaciona después de tres a cuatro días de navegación, y durante 15 días aproximadamente visita varias localidades, prestando servicios de salud, nutrición, agua, saneamiento e higiene y protección integral de la infancia, ya que el barco, además de todo el equipamiento médico y de personal de salud, también tiene una planta potabilizadora de agua y una oficina de registro civil de nacimiento.

“Ahí tenemos centro de odontología, tenemos laboratorio, tenemos un micro quirófano, tenemos seis consultorios abajo, tenemos un área de hospitalización con cuatro camas. Tenemos un servicio de rayos X que también funciona dentro de la barcaza. Ella va con médicos generales y promotores en vacunación promotores en salud pública, sale con todo este equipo, una vez que se estaciona ellos hacen el triaje de la población levantan el censo, aplican vacunas, pesan y tallan a los niños”, cuenta el médico con orgullo.




Un bebé recibe su certificado de nacimiento durante una jornada de registro civil en la clínica fluvial.
Además de la atención en los diferentes servicios, el doctor Romero narra que cuando el barco hospital llega a una comunidad la gente se organiza porque se generan actividades alrededor del barco que dan vida a la comunidad. “Les enseñamos como tratar los filtros, cómo manejar el agua que se produce en los filtros y las miniplantas de cloración que se le da a la comunidad para que tengan agua potable disponible y así nosotros logramos con esto disminuir los índices de diarrea… enseñamos a los niños que son los mejores comunicadores en la comunidad”.
También explica el doctor que se realizan actividades culturales para intercambiar experiencias con los miembros de las comunidades indígenas y aprender de sus costumbres.
Respuesta de la clínica fluvial en emergencias
El doctor Julio César Romero relató que hace unos meses se presentó una emergencia de salud en una de las poblaciones del Bajo Delta que estaba afectando a niños y niñas de la comunidad y llegaron con el barco hospital a atender la situación. “Llegamos a aquella comunidad desolada, aquella cara de tristeza de los niños, aquella cara de angustia de los padres que no dejaban dormir a los niños porque los que se estaban muriendo: eran niños entre 4 y 12 años.”
Según Romero, una vez empezaron a atender a los afectados, comenzaron también a retornar las personas que habían migrado a poblaciones cercanas por la enfermedad. Ya los pacientes mostraban signos de mejoría. “En vista de que la embarcación ya tenía más de 21 días fuera y no se le había hecho servicio teníamos que regresarnos y cuál fue la sorpresa mía que el día 23, antes de venirnos, vimos el cambio en la conducta de los niños y de los pobladores que empezaron a sonreír nuevamente, a ver la vida desde otro punto de vista.”
El doctor Julio César Romero expresó su preocupación por la situación de vulnerabilidad de las poblaciones indígenas. “Tenemos que rescatar a nuestra etnia Warao porque va a llegar un momento en que pueden desaparecer y para eso tenemos que brindarles salud, servicios públicos adecuados, nutrición adecuada, enseñarlos a comer en su comunidad, enseñarlos a producir en su comunidad. Nosotros tenemos que tratar de salvar a nuestras etnias ancestrales que son nuestras raíces”, señaló.