¿Cómo manejar las rabietas o berrinches?
¿Por qué suceden los berrinches, y de qué maneras podemos evitarlos o manejarlos cuando suceden? Conocelo acá.

Las rabietas o berrinches son un comportamiento normal en el desarrollo. Son más frecuentes e intensas en algunos niños que en otros y empeoran cuando están cansados, con hambre o con cualquier tipo de malestar.
A veces, los padres, madres o cuidadores cedemos frente a estos berrinches y así generamos que nuestros hijos e hijas identifiquen los mecanismos para desafiar las reglas de la familia, lo que nos lleva a perder autoridad. Niños y niñas no se sienten seguros ante esta situación, sino todo lo contrario: encuentran una manera de tener poder sobre su madre, padre o cuidadores.
¿Qué podemos hacer frente a un berrinche o rabieta?
Prevenir llegar a la rabieta
- Distraer y cambiar el foco de atención. Otras veces se les puede distraer con algún objeto y otra actividad, para cambiar el foco de atención de algo que «no se puede», por otra cosa que «sí se puede».
- Elegir algo. Si la situación lo amerita se les puede dar la posibilidad de elegir. Por ejemplo: ¿Querés bañarte antes o después de comer?
- Evitar una situación. Si sabemos que una situación los frustra demasiado y los desborda, lo mejor será evitarla hasta que logren enfrentarla de otra manera.
Actuar cuando ocurre
- Mantener la calma. No ayuda responder a la rabieta de un niño con una rabieta de adultos. Nuestra reacción es una lección de cómo poner fin a un conflicto.
- Ignorar la rabieta, siempre que sea posible. Si estamos seguros de que el niño o la niña no corre peligro, entonces tratemos de continuar con lo que estábamos haciendo, como si no pasara nada.
Si estamos en un lugar público, intentaremos ser ciegos y sordos a la reacción de quienes miran desde afuera y no prestaremos atención al berrinche.
Si no es posible sostener esa actitud porque puede lastimarse o está en un lugar o en una situación inadecuados, lo cargaremos de manera firme pero no violenta y lo llevaremos a un lugar más apropiado para dejar que la rabieta se calme sola.
- Dar contención. Si le cuesta salir de su rabieta y no sabemos cómo ayudarlo, podemos hacerlo diciéndole: «Te voy a ayudar a que salgas de esto». También lo podemos hamacar, cantarle o abrazarlo para calmarlo.
- No ceder. Nunca vamos a acceder a darle o hacer lo que quería, aunque sea posible o razonable. Tiene que aprender claramente que una rabieta no lo acerca a ninguna solución.
Una vez que la rabieta pasó, podemos manifestarle la alegría de que haya recuperado el control y enseñarle cuál habría sido la mejor manera de actuar o de expresar lo que sentía, estimulando el uso de palabras.
Encontrá más información sobre cómo poner límites sin violencia en nuestra guía "Trato Bien".