Qué saber antes de la lactancia: cómo prepararse para amamantar
La lactancia es una práctica natural, pero no necesariamente es una conducta totalmente instintiva; por eso es preciso aprender la técnica, preferentemente durante el embarazo.

El embarazo es el momento ideal para que la mujer se prepare para la lactancia ya que está receptiva a la información y las sugerencias que le brinda el equipo de salud. Además, de esta forma evita dificultades cuando finalmente tenga a su hijo en brazos.
Todas las madres pueden producir leche en cantidad y en calidad suficiente, por lo que es fundamental que la mujer tenga confianza en que su leche es el mejor alimento para su hijo. Conocer los beneficios de la lactancia para ambos, el valor del contacto inmediato con el bebé luego del nacimiento, así como habilidades para tener una lactancia exitosa es fundamental en la etapa de preparación de ese momento único y especial.
Algunas madres tienen éxito en la lactancia sin que nadie las ayude. Pero muchas otras, especialmente las que son madres por primera vez, necesitan ayuda. Por eso, la lactancia no es una conducta totalmente instintiva y es preciso aprender la técnica.
¿Cómo preparar las mamas y pezones para amamantar?
El médico encargado de controlar el embarazo deberá revisar las mamas, que no requieren ningún cuidado especial, cremas ni ejercicios. La higiene de la ducha diaria es suficiente y es aconsejable no pasar jabón a los pezones para mantener su lubricación natural.
Durante el embarazo puede salir algo de leche espontáneamente. Si eso llegara a suceder, es conveniente pasarla sobre el pezón.
¿Qué tipos de pezones existen?
Pezón que sale hacia afuera
Frente a los pezones que salen hacia afuera naturalmente o ante un estímulo, como el tacto o frente al frío, es probable que el bebé se prenda al pecho con mayor facilidad.
Pezón plano
En el caso de los pezones que tienden a ser planos, es decir que no salen hacia afuera aunque se estimulen, tampoco habrá mayores problemas porque el bebé irá formando el pezón dentro de su boca.
Pezón invertido o umbilicado
En tanto, si el pezón está metido hacia dentro y se ve como un ombligo, es bueno que se sepa previamente. Se tendrá que pedir el apoyo de personal especializado en lactancia.
Primeros días de lactancia
La leche no es lo primero que produce la mujer cuando va a amamantar por primera vez. El primer alimento para el recién nacido se llama calostro, es de poco volumen y de un color amarillento. Es el alimento perfecto para sus primeros días de vida ya que concentra las defensas que la mamá le transmite a su hijo.
La lactancia no es una conducta totalmente instintiva y es preciso aprender la técnica
Puede que en los primeros días la mujer no sienta ningún cambio o, por el contrario, sienta los pechos duros, congestionados, hinchados, sensibles, calientes o doloridos. También puede que hagan un poco de fiebre, menor a 38 ºC. En estos casos, la mejor forma de aliviar el dolor es dar el pecho con mayor frecuencia y cuidando la técnica. Si, una vez que se dio la teta, el dolor sigue, se puede extraer más leche para sentirse mejor.
Poner calor antes de las tomas de teta ayuda a que la leche fluya. Por otro lado, cuando hay congestión entre las mamadas, el frío colabora en descongestionar. En general, este proceso molesto e incómodo dura de dos a tres días. Si continúa, lo ideal es consultar.
La importancia del entorno
Las familias habitualmente depositan en la mujer toda la tarea de crianza de los hijos y subestiman el efecto negativo que tiene la falta de apoyo en esta etapa de gran exigencia para la mujer.
La adaptación al nuevo rol implica que toda la energía de la mujer esté volcada al cuidado del bebé, por lo que se hace necesario que la pareja, la familia y la comunidad cuiden y atiendan especialmente a la reciente madre. Esto implica cocinar para ella, ocuparse de la limpieza de la casa, de la ropa, los mandados, el cuidado de los otros hijos, hasta que la lactancia y el vínculo entre la mujer y su bebé estén bien afianzados.
Esto ocurre, en general, a lo largo del primer mes, pero en algunos casos puede llevar más tiempo. Organizar esta ayuda desde el embarazo previene muchos problemas de la lactancia y ayuda a que, si estos se presentan, se solucionen más rápido. Además, evita el agotamiento de la mujer, que puede contribuir a la depresión.