Nuevos comienzos
La infinita resiliencia de una niña

Nora, de ocho años, tararea una canción para sí misma lanzando una mirada pícara a su alrededor.
Lleva en Grecia algo más de un año.
Viajó hasta allí desde Somalia, donde la pobreza y el conflicto obligaron a sus padres a tomar la decisión de marcharse del país. Pero también fue duro llegar a un país nuevo. Nora lo recuerda: “Cuando llegamos, mi familia y yo nos quedamos en un lugar que daba mucho miedo y era peligroso. Se llamaba Moria”. Moria es el mayor centro de acogida de refugiados de Europa; está situado en la isla de Lesbos, frente a Grecia continental, y es conocido por sus condiciones precarias.
Nora vive ahora con su madre, sus hermanos y sus hermanas en Elaionas, un campamento para refugiados de la zona urbana de Atenas. Tiene otro hermano y otra hermana que siguen en Somalia.
En la actualidad, Grecia acoge a más de 45.000 niños refugiados y migrantes, una cifra que ha crecido significativamente a lo largo de los últimos años como resultado de décadas de violentos conflictos y disturbios en la región de Oriente Medio y África del Norte.
Nada menos que un 70% de esos niños viven en condiciones que distan mucho de ser ideales en los centros de acogida abiertos, como Elaionas; en los centros de recepción e identificación de las islas griegas, como Moria; o lo que es peor, en alojamientos informales por todo el país.
La integración en el campamento y en otros aspectos de la vida
Es difícil advertir que Nora haya pasado por circunstancias tan difíciles.
Le gusta cantar y bailar, y está obsesionada con el color rosa: “Lo que más me gusta en el mundo entero es el color rosa, y me encanta ponerme ropa y pintar cosas de ese color”, afirma Nora con una sonrisa. “Me gustaría tener mi propia habitación algún día”. Las probabilidades de que la pinte de rosa son altas.
La mejor parte del día: la escuela de UNICEF
Al igual que Nora, los niños que viven en centros de acogida abiertos no suelen asistir a escuelas públicas, ya que el transporte y la matriculación suponen un obstáculo que se suma a la desmotivación por parte de las familias y las comunidades, que ven Grecia como un país de tránsito en vez de un lugar al que empezar a considerar su hogar.
UNICEF, en colaboración con los asociados de ONG locales, proporciona educación no formal y actividades de ocio a más de 14 centros de acogida abiertos de todo el país. De este modo, ofrece una sensación de normalidad a niños como Nora, los ayuda a desarrollar sus competencias lingüísticas y les facilita la integración en la escuela y en la sociedad.
“Mi parte favorita del día”, dice Nora, “es cuando voy a la escuela. Creo que todavía no tengo ninguna habilidad, pero sí estoy dispuesta y tengo ganas, y sé que si me esfuerzo podré lograrlo”. Nora participa en un programa de nuestro aliado ELIX apoyado por UNICEF, que brinda educación y actividades recreativas a niños migrantes y refugiados en lugares de todo el país.
No duda a la hora de participar en clase y a veces ayuda a sus compañeros con las preguntas más difíciles.
Puede que Nora piense que todavía no tiene ninguna habilidad, pero sí sabe muy bien qué quiere aprender. “En el futuro me gustaría estudiar para ser médico. Mi abuelo era médico en mi país y yo, de mayor, quiero ser como él”.
La escuela es la primera oportunidad que tienen los niños para integrarse en un nuevo país, y también la más importante, pero a Nora todavía le cuesta considerar Grecia su hogar. Sin embargo, su ingenio, su espíritu positivo, su resiliencia y su determinación la están alentando a no abandonar sus sueños, y reimagina un mundo mejor para sí misma y para todos los niños.