Proteger a las familias del impacto económico de la COVID-19

La pandemia ha tenido repercusiones devastadoras para las familias, pero las transferencias en efectivo están ayudando a aliviar la presión

By Enkhzul Altangerel
Guatemala. A woman stands with her family.
©UNICEF Guatemala/ RODRIGO MUSSAPP
26 Octubre 2020

La pandemia de COVID-19 ha tenido repercusiones devastadoras para cientos de millones de personas del planeta. Sin embargo, los más afectados por la crisis económica ocasionada por la pandemia están siendo los niños y sus familias. Antes de la COVID-19, los niños tenían el doble de probabilidades que los adultos de vivir en la pobreza extrema. Ahora, el número de niños que vive por debajo del umbral de pobreza de su país podría llegar nada menos que a 117 millones, lo que haría aún más incierto el futuro de 700 millones de niños.

Invertir en los niños y en las familias es invertir en el futuro.

Sin embargo, existe una solución probada que puede proteger a los niños y a las familias de la catástrofe económica, restablecer sus medios de subsistencia y proporcionarles a los niños la estabilidad que necesitan para prosperar: las transferencias en efectivo. Las familias que reciben transferencias en efectivo están más preparadas para obtener comida y acceder a unos servicios de salud ordinarios, así como para mandar a sus hijos a la escuela. Además, tienen menos probabilidades de sufrir estrés debilitante, que puede inducir a la violencia y empeorar la salud mental.

Las siguientes historias de distintas partes del mundo son solo varios ejemplos que demuestran que las transferencias en efectivo están produciendo cambios reales en las vidas de algunos de los niños más vulnerables y sus familias: 

 

Sierra Leona

Isatu está sentada con su hijo Roy en un mercado de Freetown, Sierra Leona.
UNICEF Sierra Leone/2020/Mutseyekwa
Isatu está sentada con su hijo Roy en un mercado de Freetown, Sierra Leona.

Incluso antes de la pandemia, el 66% de los niños de Sierra Leona vivían en la pobreza. Ahora que la economía de millones de familias se ha precarizado aún más, el riesgo de que los niños sufran violencia, abuso y abandono es todavía mayor.

Isatu, una comerciante informal de Freetown, la capital de Sierra Leona, asegura que las ventas se han reducido enormemente desde que empezó la pandemia. “Algunas veces no he tenido dinero suficiente para comprar comida y mis hijos solo han podido alimentarse de papillas de harina de mandioca con azúcar para cenar”.

Un programa de emergencia de transferencias en efectivo impulsado por el gobierno y dirigido a los trabajadores informales de las zonas urbanas ha proporcionado un sustento a las familias que encuentran dificultades para tener con qué alimentarse, como es el caso de Isatu. Las transferencias en efectivo de emergencia la han ayudado a diversificar su negocio, tal y como ella misma explica: ahora, además de materiales escolares, también puede vender jabón en polvo para cubrir las necesidades de su familia.

“Las ventas han mejorado, así que he podido comprar alimentos de mejor calidad para mis hijos” afirma. “Me alegra haber podido [ahorrar algo de dinero para] ayudarlos a preparar el regreso a la escuela en octubre”.

UNICEF y el Banco Mundial están ayudando al gobierno a reforzar los beneficios del programa proporcionándoles a las familias acceso a información y servicios sociales fundamentales para temas como, por ejemplo, la violencia de género.

 

Tailandia

Tukta, a la derecha, junto a su familia.
UNICEF/Panos/2020/Patrick Brown
Tukta, a la derecha, junto a su familia.

En Tailandia se está trabajando incansablemente para controlar la transmisión de la COVID-19, pero los graves efectos sociales y económicos sobre las familias más vulnerables del país ya se están haciendo notar. Ante el decrecimiento de casi un 8% de la economía tailandesa que se espera para este año, UNICEF y sus aliados han promovido medidas para reducir el impacto de la crisis sobre los niños y sus familias. Como resultado, el gobierno está proporcionando un suplemento de tres meses a los destinatarios de los programas de transferencias en efectivo que beneficiará a unos 8 millones de familias, incluida la de Tukta.

“Mis hijos deben tener más oportunidades que las que yo tuve para acceder a una escolarización adecuada, y este dinero contribuirá a su educación”, dice Tukta refiriéndose a los 1.000 baht (32 dólares) adicionales que recibe cada mes como parte del programa.

 

Sri Lanka

La familia de Wasana juega al aire libre en Colombo, Sri Lanka.
UNICEF Sri Lanka/Ryan W. Daniels
La familia de Wasana juega al aire libre en Colombo, Sri Lanka.

Antes de la pandemia, Wasana y su familia tenían una vida de clase media relativamente cómoda en Colombo. Sin embargo, un estricto toque de queda impuesto para frenar la transmisión del coronavirus puso patas arriba el pequeño negocio de importación de la familia, así como sus vidas. A medida que se esfumaba el negocio, también lo hacían sus ahorros. Cuando se vio obligada a recortar en alimentos, Wasana confiesa que se sintió desesperada y que incluso recurrió a las redes sociales para vender algunos muebles.

En colaboración con los gobiernos aliados, UNICEF promovió las transferencias en efectivo para ayudar a familias como la de Wasana. Se estima que durante los dos meses en los que se proporcionaron los pagos se llegó a casi dos terceras partes de las familias de Sri Lanka.

“Las transferencias en efectivo de emergencia que impulsó el gobierno supusieron un alivio inmediato”, dice Wasana. “Pudimos comprar algunos alimentos”. Sin embargo, reconoce que ni siquiera esta ayuda ha sido suficiente para llegar a fin de mes. “Nuestra familia está sufriendo. Imagínese cómo estarán los que ya tenían dificultades antes de la COVID”. 

Madagascar

Emilie, que es parapléjica, entra con ayuda a una tienda de Antananarivo, Madagascar.
UNICEF Madagascar/2020/Solofonirina Claudia RAKOTOARISON
Emilie, que es parapléjica, entra con ayuda a una tienda de Antananarivo, Madagascar.

Más de dos terceras partes de los niños de Madagascar viven en lo que se conoce como la pobreza multidimensional, sin acceso a educación, salud, vivienda, nutrición, saneamiento ni agua potable. La dura situación en la que ya vivían se ha visto agravada por la pandemia, que obligó al gobierno a imponer un confinamiento que dejó a muchas personas del país sin trabajo y sin ingresos.

Con la ayuda de UNICEF y sus aliados, el gobierno ha establecido “Tosika Fameno”: una prestación de transferencias en efectivo no condicionadas que proporcionan 100.000 ariary (26 dólares) a las familias identificadas como vulnerables y afectadas económicamente por la COVID-19.

“Tosika Fameno nos permitió pagar el alquiler de dos meses”, cuenta Emelie, de 49 años, que es parapléjica. “También pudimos comprarle comida a mi nieto”. 

 

Guatemala

Telma cose mascarillas utilizando un patrón que se descargó de internet, en Guatemala.
UNICEF/UNI388986/Mussapp
Telma cose mascarillas utilizando un patrón que se descargó de internet, en Guatemala.

El estricto confinamiento de Guatemala fue especialmente devastador para casi un 60% de la población que ya vivía en la pobreza. Telma fue una de los muchos madres y padres que perdieron su principal fuente de ingresos durante la pandemia y que se vieron obligados a luchar para encontrar una forma de alimentar a su familia.

Sin embargo, gracias a las ayudas en efectivo de un programa del gobierno respaldado por UNICEF y el Banco Mundial, Telma ha podido encontrar una nueva fuente de ingresos fabricando mascarillas de protección contra la COVID-19.

La prioridad de Telma cuando recibió la prestación en efectivo fue comprar comida para sus hijos. “Mi mayor miedo era no poder permitirme comprarles comida”, confiesa. Otra parte del dinero la destina a comprar la harina con la que hace tortitas que vende para poder llegar a fin de mes. Telma añade que, con el dinero restante, también pudo comprar tela para hacer mascarillas utilizando un patrón que se descargó de internet. “Hago mascarillas reutilizables y las vendo”. 

 

Tayikistán

Una mujer sostiene a un niño pequeño en Tayikistán.
World Bank/Tajikistan/2020/ Nigina Alieva
Una mujer sostiene a un niño pequeño en Tayikistán.

Tayikistán, uno de los países del mundo que más depende de las remesas de fondos, se ha visto particularmente afectado por la crisis mundial. Un informe publicado por el Banco Mundial en julio reveló que el 40% de las familias del país declararon haber disminuido su consumo de alimentos desde el comienzo de la pandemia. La peor parte se la llevaron los hogares de bajos ingresos, sobre todo cuando comenzaron a agotarse las ayudas económicas que recibían de los familiares que trabajaban en el extranjero.

El gobierno de Tayikistán, con ayuda del Banco Mundial, ha estado proporcionando transferencias en efectivo de emergencia a las familias de bajos ingresos con hijos pequeños: más de las 25.000 familias más pobres del país que tienen hijos menores de tres años han recibido un pago único de 500 somonis (unos 50 dólares) para ayudar a cubrir las necesidades esenciales durante la crisis, como los alimentos y las medicinas. UNICEF y sus aliados han complementado estos esfuerzos enviando mensajes a las familias con información para promover una nutrición adecuada y las mejores prácticas de crianza a fin de proteger la salud de los niños y ayudarlos a desarrollar su potencial.

Reimaginar las ayudas

Las transferencias en efectivo pueden producir cambios sustanciales en la vida de los niños y ayudar a las familias a obtener comida, refugio y educación. Sin embargo, si bien muchos países han establecido programas de emergencia para dar apoyo a los niños y las familias durante la COVID-19, la recesión económica mundial obliga a ajustar los presupuestos de los gobiernos y hace imposible atender las crecientes necesidades de millones de niños.

UNICEF está trabajando con los aliados para generar cambios sostenibles a escala que permitan a cada niño del mundo obtener ayuda cuando la necesiten. Conforme el mundo lucha contra el impacto de la pandemia, es el momento de reimaginar un mundo mejor en el que cada niño reciba los recursos que necesita para salir adelante.

En esta historia han colaborado: Tomoo Okubo, Louise Moreira Daniels, Pilar Escudero, Alejandra Contreras, Mona Korsgard, Tapuwa Loreen Mutseyekwa, Erica Mattellone, Yusuf Bafozoda y Rindra Rakotovoahangy. Consultar más información sobre la respuesta de UNICEF en materia de protección social aquí.