Guayabal, una comunidad rural donde la educación es la mayor motivación para niños, niñas y docentes
UNICEF Ecuador está presente en la provincia de Esmeraldas, en la frontera norte de Ecuador, con programas de educación para la paz y protección.
Conocí a Santiago Reyes cuando nos dirigíamos a Guayabal, una comunidad de Esmeraldas (Ecuador) a la que se llega tras dos horas de trayecto en una carretera sin pavimentar y luego de cruzar un río en canoa.
Nuestro objetivo era conocer la labor en terreno que realiza Santiago, quien se dedica a brindar apoyo a 48 docentes de 32 escuelas uni, bi y tridocentes de la provincia de Esmeraldas, con el fin de mejorar la calidad de la educación que se brinda a los niños, niñas y adolescentes de las comunidades rurales.
Las escuelas uni, bi y tridocentes son instituciones educativas con un modelo multigrado, que se basa en la enseñanza a estudiantes de varios grados y diferentes edades en una sola aula. En el Ecuador, aproximadamente el 50% de las escuelas funcionan bajo este modelo para así lograr la cobertura en el contexto rural.
Cuando llegamos a Guayabal, un par de niñas nos esperaban con mucha alegría, e incluso nos dieron las llaves de su comunidad para que los visitáramos con más frecuencia. Seguidamente, Santiago me comentó en qué consistía su trabajo.
“Nos enfocamos en metodologías para desarrollar la expresión oral de los estudiantes para así lograr un aprendizaje integral de la lectura y la escritura. No es en enseñarles a leer y escribir memorizando, sino entendiendo el significado de las palabras, utilizándolas en su expresión oral diaria y finalmente en la lectoescritura”, me cuenta Santiago.
La comunidad de Guayabal, donde viven 61 familias afroecuatorianas, está ubicada en una de las zonas de mayor vulnerabilidad en la frontera entre Ecuador y Colombia.
Cuando entramos a la escuela bidocente “José Plácido Caamaño”, Santiago me presentó a Johan, quien ha sido docente por más de 10 años en esta comunidad. El profesor nos comentó que su trabajo es una labor demandante pero muy gratificante porque los niños son alegres, tienen muchas ganas de aprender y lo respetan mucho.
“Trabajar en una escuela bidocente nos posibilita tratar con más niños, pero lo difícil es tener en un mismo salón de clases a estudiantes de varios grados. Es algo complicado, pero nosotros lo hemos hecho fácil con todas las capacitaciones que hemos recibido con Santiago y los demás acompañantes pedagógicos. Todo lo que hemos aprendido lo hemos puesto en práctica con los niños”, asegura el docente de 31 años.
Para los niños y niñas de Guayabal su profesor es un guía y un referente, quien no solo comparte con ellos en el aula, sino que también lidera actividades extracurriculares que les permite ocupar su tiempo de manera sana y productiva.
“El profe Johan nos animó a crear un grupo de marimba, que es nuestro baile típico. Luego de clases ensayamos con él. Nos divertimos y aprendemos mucho”, dice Mónica de 16 años.
Tras recorrer la comunidad, nos reunimos con los niños y niñas en la cancha para jugar algunas rondas y juegos, que hacen parte de las actividades que realiza Santiago con los docentes y estudiantes, para enseñarles metodologías basadas en educación para la paz, que se enfoca en el desarrollo de habilidades como la empatía, la resiliencia y el trabajo en grupo.
El profe Johan también recibe talleres sobre prevención de violencia y derechos de los niños, niñas y adolescentes. Esta formación le ha parecido muy útil y la ha replicado con los padres y madres para que ellos también adquieran herramientas para proteger a sus niños y niñas.
Una vez terminamos los juegos, los adolescentes nos despiden con un baile de marimba. Las madres desde una esquina observan con orgullo a sus hijos e hijas.
Antes de irnos, Gladys Peralta, una madre de la comunidad, se acerca a mí y me expresa lo feliz que está de recibir este apoyo para sus hijos. “Para mí es un placer cuando llega alguien a nuestra comunidad a visitar a nuestros niños, porque aprenden algo más y nosotras como madres también aprendemos. Yo quisiera que esto no se quedara ahí que regresen y hagan más cosas con ellos porque queremos lo mejor para nuestros hijos.”, dice con orgullo Gladys Peralta, madre de la comunidad.
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UNICEF Ecuador, en apoyo al Ministerio de Educación, implementa el programa de “Acompañamiento pedagógico, inclusión educativa y protección en escuelas uni y bidocentes”, en cerca de 100 comunidades de los cantones de San Lorenzo y Eloy Alfaro de la provincia de Esmeraldas, en la frontera norte de Ecuador. En su ejecución intervienen las organizaciones Nación de Paz y Desarrollo y Autogestión (DYA).
Esta iniciativa hace parte de “Comunidades protectoras”, proyecto binacional entre Colombia y Ecuador que busca fortalecer los mecanismos de prevención y protección en comunidades de frontera de los dos países.
El proyecto recibe el apoyo económico del Fondo de Consolidación de Paz de las Naciones Unidas y es desarrollado en coordinación interagencial de ACNUR, ONU Mujeres y UNICEF. A través de esta intervención se benefician 1.500 familias con 13.550 niños, niñas, adolescentes y jóvenes, y 4.063 mujeres.
“Comunidades protectoras” tiene presencia en los municipios de Ipiales y Cumbal, en el departamento de Nariño, en Colombia; y en los cantones de San Lorenzo y Eloy Alfaro de la provincia de Esmeraldas, y en el cantón Tulcán y las parroquias Maldonado y Chical de la provincia del Carchi, en Ecuador.