Un papá presente
“Es impagable poder trabajar desde la casa y estar con el Rafa”, dice Raimundo.

SANTIAGO/Chile - Raimundo Santander Valdés, es un destacado músico nacional de 36 años y tiene 2 hijos: Antonia de 18 y Rafael de 2 años. Para él ser papá es un regalo que disfruta todos los días. Siempre ha participado activamente en la crianza de sus hijos y no se ha complicado con cambiar pañales, preparar mamaderas o cantar canciones de cuna.
Raimundo se convirtió en papá de Antonia a los 17 años, cuando junto a su polola de aquella época cursaban tercero medio. Recuerda que fue un impacto para ellos y para sus familias cuando supieron que Antonia venía en camino. “Ahora yo veo a mi hija, y ella ahora tiene un poquito más edad que la que teníamos nosotros cuando ella nació... y digo: oh, a esa edad yo era papá”.
Hace aproximadamente 10 años, Raimundo se emparejó y de esa relación nació Rafael. “Con el Rafa he sido igual que con la Antonia. Sin embargo, para mí es muy distinto ser papá de un niño que de una niña”. Raimundo y su esposa Sol, trabajan desde casa y comparten los cuidados de Rafael. “Es impagable poder trabajar desde la casa y estar con el Rafa”.
UNICEF promueve activamente la participación de los padres en la crianza de sus hijos e hijas, a través de diversas iniciativas.
Raimundo reconoce que a pesar de lo duro que podía resultar ser papá tan joven, siempre estuvo feliz con la llegada de Antonia. “Tuve la suerte que mis rollos y traumas se terminaron con la Antonia, ella fue una salida luminosa a mi dolor. Recuerdo que la noche que nació la Antonia me desperté y pensé: ¡uf, va a nacer! Al poco rato sonó el teléfono y era para avisarnos que la Antonia iba a nacer y partimos a la clínica”.
Los días con Antonia se dieron entre el colegio y los pañales. Raimundo recuerda que iba al colegio en la mañana y después de almuerzo asumía su tarea de papá. Dice que nunca se sintió presionado para hacerlo, siempre sintió que ser papá era lo mejor que le podía haber pasado y la conexión con su hija ha sido siempre muy fuerte. “Asumir que debía atinar por ella, que había alguien que me necesitaba, en vez de volverme loco fue todo lo contrario. Ser papá me salvó”, relata.
“Raimundo siente que ser padre ha sido un regalo y que siempre ha hecho esfuerzos por participar en la vida de sus hijos. Antonia de 18 y Rafael de 2 años han disfrutado del cuidado de su papá. Dice que nunca se ha sentido presionado a asumir las tareas propias de la crianza”.
Cuando Antonia tenía 1 año comenzó a quedarse con Raimundo en su casa, y ahí se hacía cargo de sus necesidades. “Nunca me cuestioné mi rol. Es mi hija y para mí, de manera obvia, debía hacer todo lo que ella necesitaba. Obvio que mi mamá me enseñó, pero nunca tuve problemas en mudarla, darle su leche, hacerla dormir, etc. Siempre fue natural y lo que tenía que ser”.
Cuando Raimundo y la mamá de Antonia ingresaron a la universidad, se turnaban en los cuidados; siempre apoyados por sus familias. Jamás han dejado de estar juntos, a pesar de vivir en casas diferentes. Raimundo cuenta que desde siempre participó en las actividades de Antonia, incluidas las reuniones de apoderados, talleres, etc. “Siempre hemos estado juntos, nuestra relación es fuerte y hemos generado lazos de mucha confianza. Creo que el amor incondicional entre nosotros ha sido fundamental, sobre todo cuando comenzó su adolescencia, somos muy partner y creo que ser papá joven nos ayudó mucho en esta relación”. Raimundo también reconoce que estar siempre ahí para su hija, desde lo cotidiano, en los buenos y malos momentos, es fundamental para que su hija ahora sea una mujer segura de sí misma, empoderada como mujer, amada y respetada por lo que es.