Generosidad que perdura: legados solidarios que se suman para un futuro mejor
En el mes del Legado Solidario, queremos reconocer y agradecer a las miles de personas que, en todo el mundo, logran que su generosidad trascienda. Aquí te hacemos llegar algunos de sus testimonios.
Cada 13 de septiembre se celebra el Día Internacional del Legado Solidario, una forma de colaborar cada vez más difundida que ayuda a que miles de personas puedan decidir el destino de algunos de sus bienes en favor de las chicas y los chicos que más lo necesitan. Todas ellas tienen algo en común: un compromiso sostenido con el bienestar de la niñez y un deseo de dejar una huella de generosidad en el mundo.
Es el caso de Graciela Chávez, de Guadalajara, México, quien hizo su testamento a favor de UNICEF. “Siempre me interesó la infancia, su derecho a la alimentación, la salud y la educación. Creo que no vivimos solos, y hay muchas necesidades. Además, UNICEF es una organización mundial, que muestra transparencia y confío en que hacen las cosas bien. Me da mucho gusto poder dejar algo, me hace sentir que voy a hacer algo bueno”, cuenta.
Después de años de trabajar como contadora, Graciela da clases de inglés a niñas y niños en una casa de la cultura. “Siempre los veo ávidos de aprender cosas, y tal vez ellos no visualicen la gran responsabilidad que van a tener cuando sean adultos. Yo puedo visualizarlo y sé que tenemos que prepararlos, con educación”, destaca.
En Argentina, Norma Arenas firmó un testamento solidario en 2022, tras comunicarse con UNICEF y recibir asesoramiento en una escribanía. “Siento que es obligación de todo ser humano compartir con los más débiles. Es lo que estoy haciendo con mucho gusto, con todo mi corazón. Somos una cadena, debemos ayudarnos”, explica con emoción.
Sensación de deber cumplido
No es necesario tener una gran fortuna: todo aporte suma para la causa de las infancias y puede convertirse, a futuro, en un derecho garantizado para las niñas y los niños: conectividad para una escuela en parajes aislados de Argentina; en alimento terapéutico entregado a tiempo para chicas y chicos cuyas vidas corren peligro por la desnutrición; o en protección para los millones que cada día, en todo el mundo, deben huir de sus casas de la noche a la mañana por causa de un conflicto armado o una catástrofe natural.
Olga Patricia Gallego, quien dejó su legado solidario a UNICEF Colombia, pudo conocer de primera mano el trabajo de UNICEF para proteger la salud y garantizar el acceso a agua, saneamiento e higiene a las niñas, niños y adolescentes en comunidades de La Guajira, al este del país. “Fue una experiencia maravillosa. Cada uno de nosotros puede aportar un granito de arena por todos los chicos y, a través de UNICEF, yo encontré la posibilidad de dejar ese legado”, se sincera.
En tanto, María Regina de Carvalho, una médica cardióloga brasileña de Rio de Janeiro, cuenta que siempre sintió la necesidad de proteger a las personas menos favorecidas. “Decidí ser médica a los nueve años, viendo a mi padre que también era médico, cómo trataba a las personas. Soy donante de UNICEF desde 2004 y siempre me pregunté cómo podía dejar un patrimonio. El trámite fue mucho más simple de lo que había imaginado. Tuve una sensación de deber cumplido, porque era una idea que tenía desde hace mucho tiempo. Siento una felicidad muy grande al saber que, de alguna forma, incluso cuando yo ya no esté aquí físicamente, voy a continuar ayudando a las niñas y los niños”.
Gracias a personas como ellas y a nuestros donantes, podemos continuar con nuestro trabajo para proteger a las infancias. Sabemos que el futuro presentará nuevos desafíos, y allí estaremos juntos para proteger y cuidar a cada chica y chico que nos necesite.