En Darfur del Norte, los Espacios Amigos de la Infancia brindan alegría y estabilidad bajo la sombra

El año pasado, Ahmed Abdul Haman se vio obligado a huir de su aldea. Ahora vive en el campamento de Zamzam, donde puede jugar al fútbol y obtener el apoyo que necesita para reconstruir su vida.

Por Alastair Beach
UNICEF Sudan/2016
05 Junio 2016

En medio de las crecientes emergencias a nivel regional y mundial, en la crisis de Darfur se han atenuado las luces. Este año se cumplen 13 años de conflicto en Darfur. Mientras en todo el mundo y, en particular, en África, se conmemora el Día del Niño Africano con el tema “Crisis y conflictos en África: la protección de los derechos de todos los niños”, el objetivo es recuperar la atención en los niños de Darfur. Alrededor de un 1,9 millones de niños están desplazados por todo el país, de los cuales, 1,6 millones se encuentran en la región de Darfur. Ya existe una generación de infancias perdidas y otra en peligro.

El año pasado, Ahmed Abdul Haman se vio obligado a escapar de su pueblo de Jabal Marra, una región del centro de Darfur fuertemente sacudida por el conflicto. En la actualidad, el niño vive en el campamento de Zamzam, en Darfur del Norte, y acude asiduamente al Espacio Amigo de la Infancia de Um Gaibo, donde puede jugar al fútbol con sus amigos y recibir la ayuda que necesita para reconstruir una vida más estable con su familia. 

 
ZAMZAM CAMP, Darfur del Norte, Sudán, 5 de julio de 2016
– Después de que los habitantes ayudaran a establecer un refugio para los niños recién llegados en el campamento para desplazados internos de Zamzam, una oleada ininterrumpida de niños y niñas traumatizados comenzó a aparecer a la entrada.

Algunos llevaban heridas de pistolas y metrallas como resultado de los ataques que había habido en sus pueblos durante el conflicto existente, que sigue devastando su región. Algunos niños llegan llorando; otros, en silencio, incapaces de hablar, en este Espacio adaptado a los niños (en inglés, CFS) establecido por UNICEF con la ayuda del Fondo Común de Respuesta a Emergencias (en inglés, CERF).

Los más perjudicados, según Ahmed Kakum, un Oficial de Protección Infantil de Salaam Sudán, aliado de UNICEF, eran niños no acompañados que habían perdido a sus familias. “Lloraban todo el rato”, contaba. “A algunos de ellos les habían disparado durante el conflicto; otros, habían perdido los ojos. Algunos ni siquiera eran capaces de hablar”.

Ahmed ayuda a dirigir las instalaciones de este centro, uno de los 48 Espacios adaptados a los niños de Zamzam establecidos por Salaam Sudán, una ONG local que recibe ayudas de UNICEF.
  

Huir de la violencia

El CFS de Um Gaibo, establecido en 2015, acoge a unos 340 niños y niñas de entre seis y 14 años. Tres de los miembros del personal trabajan en el sitio: dos animadores que ayudan a coordinar las actividades y un asesor psicosocial.

Un día normal en el CFS incluye canto, sesiones de arte y cuentacuentos tradicionales; todo está diseñado para mantener a los niños ocupados en un entorno seguro y alegre y distraer sus mentes de los horrores del conflicto. Sin embargo, para algunos de los niños y niñas puede tratarse de un proceso difícil e interminable.

“Muchos niños están traumatizados por el conflicto”, explica Ahmed. “A veces, cuando les damos hojas para dibujar, dibujan los camiones y los aviones que atacaban sus pueblos”.

Con el fin de ayudar a los casos afectados más gravemente, el CFS ofrece ayuda psicosocial. “Todos estos niños proceden de un lugar en guerra, y muchos de ellos están traumatizados”, sostenía Ahmed.

“Aquí pueden contar con un trabajador que les brinda ayuda psicosocial para que puedan lidiar con las dificultades derivadas de lo que han vivido. Pueden obtener ayuda para que esa mala vida se convierta en buena”.
  

El atisbo de una vida más estable

Ahmed Abdul Haman es uno de los niños que se ha beneficiado de los servicios disponibles en el CFS de Um Gaibo. El año pasado, este niño de 16 años se vio obligado a huir del conflicto cercano a su pueblo natal en Jabal Marra, una región del centro de Darfur que ha sido fuertemente sacudida por el conflicto.

“Vengo aquí para poder jugar al fútbol con mis amigos”, asegura, sentado en el suelo arenoso de uno de los CFS.

Ahmed, que tiene dos hermanas y un hermano, solo es uno de los cientos de niños que hay repartidos por Zamzam y a los que se está ofreciendo el atisbo de una vida más alegre y estable gracias al programa de CFS, llevado a cabo con la ayuda de UNICEF.

Ahora, a salvo del conflicto, tiene libertad para disfrutar de los derechos que millones de niños y niñas de todo el mundo dan por supuestos. Ahora puede dejar volar su imaginación con su equipo favorito, el Atlético del Madrid, sin la molestia del sonido de los proyectiles de artillería. Y también puede dejar que sus pensamientos se pierdan soñando con la medicina, una carrera que le gustaría hacer en algún momento.

“Es importante que niños como Ahmed reciban el apoyo de los CFS”, sostenía Ahmed Kakum. “Por ejemplo, mediante la ayuda psicosocial podemos ayudarles a recuperarse de las cosas que han presenciado y, finalmente, lograr que vayan a la escuela”.