“En la escuela me río mucho y aprendo más que en casa”

Desde que se retomaron las clases presenciales, Abraham procura ir todos los días los escuela. Como él, cientos de niños asisten con el interés de aprender y jugar con sus compañeros

Sendai Zea, Oficial de Comunicación de UNICEF Venezuela
Abraham junto a su maestra de sexto grado repasan la tarea de lenguaje.
UNICEF Venezuela/2022/Poveda
03 Marzo 2022

Siete y media de la mañana. Empiezan hacer filas los niños y niñas para ingresar a la escuela. Una escuela ubicada en una zona rural a una hora de Caracas, capital de Venezuela. Hace frío. Los estudiantes se colocan uno detrás de otro en el patio del colegio. Llegó el momento de entonar himno nacional para iniciar su día de clase.

Niños y niñas de preescolar y primaria hacena fila para entonar el himno nacional antes de ingresar a las aulas de clase.
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Niños y niñas de preescolar y primaria hacena fila para entonar el himno nacional antes de ingresar a las aulas de clase.

Entre los estudiantes se encuentra Abraham. Él estudia sexto grado y para llegar a clases debe caminar aproximadamente 25 minutos. “Me paro a las cinco de la mañana. Despierto a mi hermana que estudia en el mismo colegio que yo, me cepillo, me baño, me desayuno y me vengo caminando. A veces llego tarde y la profesora me regaña, pero yo le digo que no me regañe que no es culpa mía si me quedo dormido. Aquí hace frío, uno no se quiere despegar de la cama, no provoca pararse”, comenta Abraham.

Abraham recibe gel antibacterial antes de ingresar a la escuela. También lleva consigo parte de los materiales del kit escolar que UNICEF entregó como apoyo para el retorno a clases.
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Abraham recibe gel antibacterial antes de ingresar a la escuela. También lleva consigo parte de los materiales del kit escolar que UNICEF entregó como apoyo para el retorno a clases.

Abraham tiene 4 hermanos. Su hermana menor estudia en la misma escuela. Ambos vienen juntos a clase. Su mamá no puede acompañarlos ya que también se levanta muy temprano para ir a trabajar. “A mí mamá le pagan 1$ al mes (…) yo colaboro en casa, ayudo a cargar el agua, a despertar a mi hermana para venir a la escuela”, comenta.

Es que para Abraham no hay nada como ir a clases. “No me gusta quedarme en la casa sin hacer nada. Aquí (en la escuela) hago tarea, juego con mis amigos demasiado. En mi casa me río, pero no como acá. Me divierto mucho”, agrega.

Durante la pandemia por la COVID-19, Abraham dejó de hacer seguimiento a sus clases y debe nivelarse. Está aprendiendo a escribir mejor y perfeccionar su lectura. Su materia favorita es las matemáticas, y comenta que ya va por la tabla del 4.

Abraham repasando los ejercicios de matemática durante la clase.
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Abraham repasando los ejercicios de matemática durante la clase.

“No sé leer muy bien y escribo con la letra toda fea. Pero la profesora me pone caligrafía y me pone a leer. A mi profesora la quiero mucho, porque me está ayudando con todo. Yo estoy luchando porque sé que voy retrasado con respecto a mis compañeros, pero vengo a la escuela todos los días porque quiero aprender”, afirma.

En el salón de clase de Abraham, la maestra dicta la tarea.
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En el salón de clase de Abraham, la maestra dicta la tarea.

Después de lenguaje y matemática se acerca el momento del recreo y de comer. En la escuela que asiste Abraham, UNICEF apoya con la alimentación escolar como parte de los incentivos para que los niños y niñas no dejen de ir a clases y cuenten con alimentación nutritiva. “A mí me gusta la comida que me dan en la escuela, y cuando nos dan las bolsas de comida es mucho mejor. A veces uno va a la casa con hambre, y no consigue comida. Cuando eso ocurre, yo sé que tengo en el bolso mi taza de comida que me dieron en la escuela”.

Abraham en el patio de su escuela conversa sobre lo que más le gusta de ir a clases.
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Abraham en el patio de su escuela conversa sobre lo que más le gusta de ir a clases.

Pese a la pandemia, Abraham asegura no tener miedo al virus COVID-19, porque siempre tiene su tapabocas y se lava las manos. Su voluntad de aprender no se quiebra, pese a no contar con uniforme o todos los materiales escolares completos. “Yo le digo a los niños que vengan a la escuela. Uno se divierta más aquí en su casa. La idea es aprender. Por ejemplo, si uno sale y se pierde, siempre hay un cartel que te dice para dónde ir… pero ¿y si no sabes leer?, ¿cómo sabes por dónde debes ir?”, concluye.

Más de 300 niños asisten a la escuela que va Abraham. UNICEF apoya los esfuerzos nacionales y locales para mantener las escuelas abiertas y seguras para los niños, niñas y adolescentes. Para ello, apoya a escuelas como la de Abraham a través de la entrega kits de escolares y el programa de alimentación escolar. También acompaña a los docentes apoyándolos con formación sobre calidad educativa, incluida la preparación para un regreso seguro a la escuela; además de facilitarles incentivos en modalidad de alimento, apoyo económico o equipos tecnológicos para facilitar el ejercicio de su profesión en las escuelas.

En 2021, UNICEF contribuyó a que más de 110.000 estudiantes recibieran escolar balanceada para cubrir sus necesidades nutricionales y más de 219.000 niños recibieron materiales para acompañar el proceso de educación a distancia. Adicionalmente, 88 escuelas del país se beneficiaron de rehabilitaciones de infraestructura, distribución de suministros de higiene y limpieza.