Ya es hora: ayudar a madres y padres para que puedan criar a hijos sanos y felices
Los centros de desarrollo de la primera infancia están brindando ayuda a madres y padres, desde Bangladesh y Paraguay hasta Rwanda y Sudáfrica.

“Juego con ella siempre que puedo. Jugamos a la pelota y a veces dibujamos flores en la tierra con un palo”, dice Mohammad Jahirul Islam, de 28 años, que lleva puesto su traje de bombero, mientras su hija Jisha, de 3 años, juega disfrazándose con otro traje protector de su padre. Jahirul trabaja muchas horas de bombero en una fábrica textil de Dhaka, Bangladesh, pero dice que el mejor momento del día es cuando regresa a casa y le lee cuentos a Jisha.
Ser madre o padre es el trabajo más importante del mundo. Durante los primeros 1.000 días, los padres tienen una oportunidad única para desarrollar el cerebro del bebé y configurar su capacidad para aprender y crecer.
Cada madre y cada padre quieren darles a sus hijos lo mejor. Sin embargo, muchos no tienen más remedio que trabajar largas jornadas, a menudo lejos de casa, para poder mantener a sus familias.
A fin de ayudar a madres y padres a conseguir el tiempo y la ayuda que necesitan para criar a hijos sanos y felices, UNICEF trabaja con gobiernos y empresas de todo el mundo para invertir en políticas favorables a la familia.
El fotógrafo Brian Sokol visitó Bangladesh, Paraguay, Rwanda y Sudáfrica para dar testimonio gráfico de hasta qué punto esas medidas pueden cambiar las vidas de las familias.

Jahirul posa para una foto con Jisha en su casa, rodeado de objetos que simbolizan las lecciones que su familia ha aprendido en el centro diurno para el desarrollo de la primera infancia establecido con la ayuda de UNICEF Bangladesh y Phulki, una organización aliada: comida saludable, el alfabeto y cuadernos y lápices para colorear. “Mi padre era granjero y empresario. No tenía tiempo para sus hijos”, cuenta Jahirul. “Como padre, creo que es muy importante educarla para que pueda salir adelante y tener una vida mejor que la que tuvimos nosotros”.

Jisha y Jahirul juegan a la pelota ante la mirada de la madre de Jisha, Moshumi, de 21 años. Cada día, mientras Jahirul y Moshumi trabajan, Jisha se queda en el centro para el desarrollo de la primera infancia, donde recibe una educación basada en juegos en un entorno seguro y supervisado. “En la generación anterior a la nuestra, se consideraba que criar a los hijos era una tarea de mujeres. Las mujeres no podían tener vida profesional”, dice Jahirul. “El hecho de que las mujeres trabajen fuera de casa ayudará a la sociedad y les dará más oportunidades a los hijos de esta generación”.

Christophe, de 42 años, sostiene en brazos a su hijo Kevin, de 2 años, en la plantación y fábrica de té de Rwanda en la que trabaja como recolector. La vida de la familia de Christophe se transformó hace poco con la creación de un centro para el desarrollo de la primera infancia en el terreno de la plantación de té: una iniciativa llevada a cabo por su empresa, Sorwathe, y por UNICEF Rwanda. Además de servicios de atención a los niños, en el centro se imparte formación para que los padres participen en la vida de sus hijos pequeños. “Eso significa cuidarlos y dedicarles tiempo; asegurarse de que no te tienen miedo y de que confían en ti”, explica Christophe.

“No hay nada más importante que jugar con tu hijo: contribuye a su desarrollo cerebral”, asegura Christophe. Kevin y Christophe posan tumbados para una foto rodeados de los objetos que representan el nuevo estilo de paternidad de Christophe, después de haber recibido formación en el centro. Ahora juega con su hijo, algo que no hacía con los anteriores. Además, ha plantado un huerto en el que cultiva aguacates, guayabas y otras frutas y verduras frescas.

En el exterior de su casa, al mostrarle a Kevin la vaca que tiene la familia, Christophe se da cuenta de que su familia y su vida económica han cambiado considerablemente desde que se creó el centro para el desarrollo de la primera infancia. “A nuestros hijos mayores los dejábamos vagabundear mientras nosotros íbamos a trabajar a la plantación”, dice Christophe. “No estábamos a gusto y no podíamos trabajar tanto como ahora”. Gracias al centro, los ingresos de Christophe han aumentado de 15.000 francos rwandeses (17 dólares) a entre 25.000 y 28.000 (entre 28 y 30 dólares) al mes, suficiente para poder permitirse una granja y una vaca.

Rafael Alfonso Araujo, de 27 años, sostiene en brazos a su hija Selva, de dos, delante de su casa, en Areguá, Paraguay, donde él y su esposa Luma, de 28, regentan una panadería independiente. La familia mantiene un estrecho contacto con la tierra. “No tenemos auto; tenemos bicicleta”, dice Rafael. “Todo el mundo reconoce la bicicleta. Es como un miembro de la familia”. El tipo de atención infantil que han elegido refleja sus valores. Selva asiste a Torore, un centro para el desarrollo de la primera infancia establecido con la ayuda de UNICEF que fomenta la creatividad y el amor por la educación entre los niños pequeños.

“Torore se ajusta como anillo al dedo a nuestra familia”, asegura Rafael, mientras él y Selva posan para una foto con objetos que representan el cambio de estilo de vida de la familia. “Torore es un espacio para el desarrollo. Educa a los niños en la creatividad, en el pensamiento libre, algo muy necesario hoy en día”. Continúa: “(Mi esposa y yo) estamos desaprendiendo malos hábitos de paternidad y ya no intentamos controlar a nuestros hijos de una forma tan estricta. Les ponemos límites, pero tratamos de resolver las cosas hablando”.

Rafael sostiene en brazos a Selva en un parque, delante del centro Torore. Regentar un negocio independiente teniendo dos hijos pequeños no es fácil, reconoce Rafael, y Torore les ha brindado tanto apoyo logístico como lecciones de comportamiento. “Para nuestro trabajo, tenemos que ir a comprar los ingredientes; después, vamos a casa y preparamos cada producto a mano, y luego vamos a repartir. Somos solo los dos y nos lleva mucho tiempo”, dice Rafael. “Los niños están en el centro de 9:00 de la mañana a 15:00 de la tarde. Durante esas horas podemos ser más productivos”.

Los rayos del sol se cuelan entre los árboles de un parque del centro de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, mientras Bongani Ngqame, de 44 años, sostiene a su hijo Khuma, de ocho meses. “Me tomé dos semanas libres cuando nació Khuma; quería estar con él”, dice Bongani, asistente farmacéutico. “Estar con tu bebé recién nacido es una inspiración, tanto mental como emocional”. Antes de que naciera Khuma, Bongani participó en MenCare: un programa puesto en marcha por Sonke Gender Justice, aliado de UNICEF, que promueve la participación de los hombres como cuidadores de manera equitativa y no violenta.

Bongani y Khuma posan tumbados sobre una sábana rodeados de algunos de los objetos que se han vuelto imprescindibles en su vida. “En las generaciones pasadas, los padres eran distantes”, dice Bongani. “Ahora podemos hablar con nuestros hijos. Antes no era así…Yo no lo hacía con mi padre. Ahora hemos hablado de eso y él me ha dicho que se arrepiente de algunas cosas. Espero no sentirme así con Khuma”. El parlamento de Sudáfrica está estudiando un proyecto de ley que otorgará 10 días de licencia para padres que no cumplan los requisitos para tener una licencia por maternidad, gracias a programas como MenCare.

Cuando le preguntan cuál es la parte más difícil de ser padre, Bongani se ríe. “¡Ya no dormimos como antes! No, sinceramente… Los dos trabajamos y compartimos responsabilidades”, dice refiriéndose a su pareja, Fezeka, que también trabaja. Además, añade que pasar tiempo con un bebé transmite alegría tanto a los padres como a los hijos. “A veces, cuando voy andando por la calle, me pongo a pensar en las cosas tan divertidas que hace y me río yo solo”.
Ya es hora
Descubre Ya es hora, una campaña de UNICEF que insta a los dirigentes mundiales a invertir en políticas favorables a la familia. Políticas como licencia parental remunerada, tiempo para la lactancia materna, atención para niños y subvenciones para familias con hijos. Políticas que concedan a madres y padres el tiempo y la ayuda que necesitan para criar a niños sanos y felices. Ya es hora.
Suma tu voz y explícales a los dirigentes de gobiernos y empresas cómo pueden ayudarte como madre o padre. Responde a la encuesta de paternidad.