Encontrar la vida después de una pérdida

Tras perder a su marido por una enfermedad relacionada con el sida, una madre de Camerún está decidida a cuidar la salud de sus hijos y protegerlos contra el VIH

Por Upjeet Chandan and Karin Schermbrucker
UNICEF/UN0255813/Schermbrucker
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30 Noviembre 2018

EBOLOWA, Camerún –  “Hace dos meses que perdí a mi marido Martin”, dice Antoinette. “Murió de sida. Desde que nos dejó, mi vida ha cambiado mucho. No vivo como cuando él estaba aquí. Ahora tengo que hacer cosas que antes no solía hacer, como pedir comida a la gente”.

Según estimaciones de ONUSIDA, solo en 2017 murieron 24.000 personas por causas relacionadas con el sida en Camerún. De ellas, 3.300 eran niños menores de 15 años.

 

 

© UNICEF/UN0252789/Schermbrucker
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Antoinette y su hija Prisca delante de su casa, en Camerún.

 “Tengo un terreno pequeño en el que cultivo. Trabajo para alimentar a mis hijos y eso me enorgullece. Es un trabajo duro, pero no me importa, porque sé que cuando termine podré prepararles algo de comer para que no se vayan a la cama con hambre”, dice Antoinette.

Antoinette no tiene ingresos formales. Lo lleva todo adelante gracias a su formidable valor y una fuerza muy humilde, y trata de ayudar a su familia física y emocionalmente, a menudo con poca ayuda de la comunidad.

 

© UNICEF/UN0252795/Schermbrucker
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Rose Mekinda, consejera de pares, imparte una charla sobre salud en el hospital regional de Ebolowa, en Camerún.

Antoinette no se enteró de su estado hasta que su marido Martin fue hospitalizado y dio positivo en las pruebas del VIH. Ella también dio positivo. Fue, recuerda, un momento angustioso para los dos.

“Cuando me dijeron que era seropositiva, pensé que era el fin de mis días. Tenía mucho miedo a la enfermedad, esa enfermedad que mata a la gente. Pensaba que iba a morir y que mi bebé también nacería con VIH”, cuenta Antoinette.

Afortunadamente, cuando Antoinette se quedó embarazada de su tercer hijo, en 2013, conoció a Rose Mekinda, una consejera de pares que trabajaba en el hospital regional de Ebolowa. Mekinda informó a Antoinette sobre los servicios de prevención de la transmisión maternoinfantil (PTMI) que se ofrecían en el hospital y la animó a tomar el tratamiento antirretroviral de manera constante. El tratamiento reduce la carga vírica del VIH a lo largo del periodo prenatal, el parto, el alumbramiento y el periodo de lactancia y, como consecuencia, aumenta las posibilidades de que el bebé nazca sin VIH.

© UNICEF/UN0252794/Schermbrucker
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Mekinda, una profesional de la salud que se caracteriza por su talento y su capacidad de animar a los demás, le apasiona trabajar con las mujeres y sus hijos. La clave de su éxito, reconoce, es que es capaz de ponerse en la piel de sus pacientes, de modo que puede ofrecerles la ayuda que necesitan. Mekinda, que también es seropositiva, es un ejemplo viviente de esperanza para las mujeres que conoce.

“Para mí lo importante no es mi sueldo, sino lo que puedo hacer por esas mujeres, la felicidad que siento cuando sonríen y saber que confían en mí”, asegura.

Según Mekinda, antes era muy difícil convencer a las madres de hacer pruebas a sus bebés.

“Había que enviar los resultados de las pruebas muy lejos y a menudo se perdían y, como resultado, las madres tenían que pasar mucho tiempo esperando. Es muy importante que una madre reciba los resultados lo antes posible. No hay tiempo que perder si el bebé es seropositivo”, afirma Mekinda.

Para muchas madres, el tiempo de espera es una cuestión de vida o muerte para sus bebés.

© UNICEF/UN0252792/Schermbrucker
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Seis semanas después de que Antoinette diera a luz a Prisca, su tercera hija, Mekinda la animó a que le hiciera las pruebas del virus a su bebé. Desafortunadamente, las muestras no podían analizarse en la clínica y tuvieron que enviarlas a un hospital de remisión de Yaounde, a más de 150 kilómetros. Las largas distancias entre los centros de salud y los laboratorios a los que se derivan las pruebas, además de otras dificultades logísticas, suelen ocasionar grandes retrasos en el envío de los resultados a los centros de salud y los cuidadores y, a su vez, demoran el tratamiento.

Según Jean Bosco Elat Nfetam, Secretario Permanente del Comité Nacional de Control del Sida, “una de las razones del mal rendimiento [en la respuesta contra el VIH] en Camerún era la imposibilidad de diagnosticar a los bebés en una etapa temprana. Una vez que a un paciente se le diagnostica el VIH, hay que empezar el tratamiento lo antes posible. Cualquier retraso en el tratamiento puede causar el fallecimiento y aumentar la tasa de mortalidad infantil”. 

© UNICEF/UN0255831/Schermbrucker
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Antoinette recuerda lo dura que fue la espera de los resultados de su hija. “El peor momento fue la espera de los resultados. No podía dormir, no era yo. Deseaba con todas mis fuerzas conocer los resultados, saber si estaba sana”.

Una semana tras otra, Antoinette caminaba incansablemente hasta la clínica para saber si habían llegado los resultados de su bebé. Cada vez que Prisca enfermaba, Antoinette se temía lo peor. Tres meses después seguía sin haber resultados. Finalmente, la llamaron de la clínica para repetirle las pruebas. Pasaron otros tres meses sin recibir resultados. Nueve meses más tarde, Antoinette por fin recibió los resultados: Prisca no tenía el VIH.

UNICEF/UN0252784/Schermbrucker
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Dos años y medio más tarde, Antoinette volvió a quedarse embarazada. Le hizo mucha ilusión saber que iba a tener mellizos. Gracias a los consejos de Mekinda, tomó las precauciones necesarias para aumentar las probabilidades de que sus bebés nacieran sin VIH. Sin embargo, cuando los bebés nacieron y llegó el momento de hacerles las pruebas del virus, a Antoinette le dio miedo de enfrentarse al proceso.

“Cuando tuve a mis mellizos, pensé que tendría que volver a pasar por el mismo procedimiento de esperar los resultados. De todos los partos que he tenido, el tercero [el de Prisca] es del que peores recuerdos tengo. Pasé por todo tipo de sentimientos: la felicidad de haber tenido un bebé pese a mi estado de salud, pero también el sufrimiento y la ansiedad de lo largo que resultó el tiempo de espera de los resultados. No quería volver a pasar por lo mismo”, reconoce.

UNICEF/UN0255836/Schermbrucker
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La técnico de laboratorio Lydia Nyatte trabaja en el laboratorio del hospital regional de Ebolowa.

En 2016 llegó a Camerún una nueva tecnología de diagnóstico para hacer pruebas de VIH a bebés: el diagnóstico temprano de los recién nacidos en su propio centro de atención.

Para Antoinette, esto significaba que podría hacer las pruebas a sus mellizos y recibir los resultados en el mismo día. A Mekinda le costó algo de tiempo convencer a Antoinette de que eso era posible, pero, finalmente, consiguió que llevara a Natasha y a Emmanuel a hacerles las pruebas, y recibieron los resultados una hora después.

“Cuando llegué al hospital les hicieron las pruebas a los mellizos y, una hora después, ya teníamos los resultados. Estaba muy contenta por lo rápido que había sido todo. Ni siquiera tuve que irme a casa a esperar. Los resultados fueron negativos. Estoy muy agradecida a los promotores de esta innovación: no sé si son conscientes de lo que significa para las madres”, asegura Antoinette.

UNICEF/UN0252776/Schermbrucker
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Nyatte utiliza la nueva máquina de diagnóstico temprano de recién nacidos para analizar las muestras de sangre de las pruebas del VIH.

Para Lydia Nyatte, Técnico Principal de Laboratorio del hospital regional de Ebolowa, el diagnóstico temprano de los recién nacidos en su centro de atención ha sido una intervención de importancia vital. Recuerda el sistema antiguo, que suponía largos retrasos para que las madres recibieran el diagnóstico de sus bebés.

“Estamos muy satisfechos con el sistema nuevo y con poder analizar y revelar los resultados una hora después. Los niños pueden empezar su tratamiento el mismo día. Esto no solo ha contribuido a salvar la vida de los bebés, sino también al gran aumento del número de madres que deciden hacerles las pruebas a sus hijos. Cada vez recibimos más muestras, lo cual es un buen síntoma”, afirma Nyatte.

 

UNICEF/UN0252786/Schermbrucker
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Antoinette sostiene en brazos a sus mellizos en su casa.

Los mellizos, Natasha y Emmanuel, ahora son niños sanos de 18 meses. Les encanta jugar y bailar y a Antoinette le encanta ser madre. “Ser querida es algo bueno. Adoro a mis hijos. Aunque he tenido problemas en la vida, me encanta hablar con ellos. Les hago preguntas y ellos me responden; ellos me hacen preguntas y yo les respondo. Como cualquier madre, espero que les vaya bien en la vida. Yo les he enseñado a trabajar con empeño y a disfrutar de la escuela”.

UNICEF/UN0252805/Schermbrucker
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Antoinette juega con Natasha en su casa.

“Antoinette es una mujer fuerte. La primera vez que la vi débil fue cuando perdió a su marido. Pero, después, me dijo: “voy a ser fuerte por el bien de mis hijos”. Es una de las mujeres más valientes que conozco. A pesar de las dificultades, nunca se ha rendido”, sostiene Mekinda.

Aunque Antoinette vestirá de negro durante el próximo año en recuerdo y en honor a su marido fallecido, Martin, está agradecida porque ninguno de sus hijos tiene VIH y su futuro está lleno de color, vida y oportunidades.


El diagnóstico temprano de VIH de los recién nacidos en su centro de atención ha sido implementado por Unitaid, en alianza con el Ministerio de Salud de Camerún, UNICEF, la Fundación Elizabeth Glaser Pediatric AIDS y la iniciativa Clinton Health Access Initiative.

Aquí puedes saber más sobre la labor de UNICEF en materia de VIH/Sida.