¿Qué es el estrés tóxico?
Aprende cuáles son los síntomas y cuándo debes buscar ayuda
Si tu familia ha sufrido una dificultad grave o está pasando por un momento especialmente estresante, el estrés tóxico puede ser motivo de preocupación. Los efectos pueden ser duraderos. El estrés tóxico influye a menudo en el aprendizaje, el comportamiento y la salud del niño o niña mucho después de la infancia. La Dra. Lisa Damour –psicóloga experta en adolescentes, autora de libros de éxito, colaboradora habitual de The New York Times y madre– explica qué es el estrés tóxico, cómo detectar los síntomas, cómo ayudar a tu hijo o hija a afrontarlo y cómo buscar apoyo.
Los problemas de salud mental pueden ser un asunto difícil para algunos lectores. Si tú o un ser querido están afrontando problemas de salud mental, pueden buscar apoyo visitando los siguientes recursos: United for Global Mental Health y Open Counseling Suicide Hotline Database. Si en tu país no hay una línea de ayuda nacional, puedes buscar el apoyo profesional de un trabajador de la salud cualificado, especialmente antes de tomar cualquier decisión sobre el tratamiento.
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¿Qué es el estrés?
¿Qué es el estrés tóxico?
¿Qué efectos puede tener el estrés tóxico en niños y niñas?
¿Qué síntomas revelan estrés tóxico en la infancia?
¿Cuál es la mejor manera de apoyar ante situaciones de estrés tóxico?
¿Cómo garantizar tu bienestar y brindar apoyo a tu hijo o hija?
¿Cómo buscar ayuda?
¿Qué es el estrés y cuál es nuestra reacción natural en este estado?
Dra. Damour: Todos venimos equipados con una respuesta al estrés que nos ayuda a reaccionar ante las amenazas (lo que se conoce como nuestra respuesta de “lucha o huida”). Nos ayuda a mantenernos a salvo, pero no debería permanecer activa todo el tiempo.
La mayoría de nosotros, en nuestra vida cotidiana, nos encontramos en un estado de calma razonable. Pero cuando nos enfrentamos a una situación amenazante, entramos en un estado de alarma biológica y psicológica: nuestro corazón y respiración se aceleran, la sangre fluye hacia nuestras extremidades, concentramos nuestra atención en la amenaza percibida y nos orientamos hacia la búsqueda de seguridad. Estas reacciones son útiles, protectoras y automáticas. Sirven para protegernos de las consecuencias de situaciones peligrosas.
Una vez que la amenaza ha desaparecido, solemos pasar de un estado de alarma a un estado de calma. El tiempo que tardemos en volver a sentir tranquilidad dependerá de la calidad de nuestros sistemas de apoyo, de si hemos sufrido adversidades graves con anterioridad y de otras situaciones de vulnerabilidad como pueden ser las discapacidades o los problemas de salud mental.
¿Qué es el estrés tóxico?
Los niños y niñas pueden estar expuestos a un peligro o incluso a un estrés intenso sin que se vuelva perjudicial o tóxico, siempre que un adulto afectuoso amortigüe el impacto del suceso amenazador o estresante. Por ejemplo, estar en presencia de un adulto que mantiene la calma o recibir consuelo una vez pasado el estrés –quizás con palabras tranquilizadoras y un abrazo reconfortante– puede ayudar a que, después de la reacción emocional, el niño o niña vuelva a un estado natural de calma.
El estrés tóxico puede producirse en una situación de estrés crónico que provoca una respuesta de estrés prolongada. Por ejemplo, vemos estrés tóxico en niños y niñas que se encuentran en circunstancias que les producen inseguridad durante un largo periodo de tiempo y que no cuentan con el apoyo de adultos cariñosos.
Algunos ejemplos de estrés tóxico son el abandono crónico, la violencia familiar, el maltrato físico, las enfermedades mentales de los progenitores, el abuso sexual y el maltrato emocional persistente.
Es posible que haya niños y niñas que se encuentren en situaciones estresantes permanentes y que no sufran estrés tóxico. Estos niños y niñas consiguen protegerse del estrés tóxico mediante el apoyo constante de un adulto afectuoso que les ayude a sentir seguridad.
¿Qué efectos puede tener el estrés tóxico en niños y niñas?
Estar constantemente en alerta máxima puede afectar nuestro cerebro y cuerpo y provocar cambios neurológicos y físicos duraderos. Los niños y niñas que sufren estrés tóxico pueden llegar a reaccionar con mucha intensidad al estrés incluso cuando los factores estresantes son de menor cuantía: pueden tener dificultades para controlar la ira y la ansiedad y problemas para sentirse seguridad en sus relaciones personales. El estrés tóxico también puede afectar al funcionamiento del sistema inmunitario y provocar una inflamación persistente en el organismo. Con el tiempo, el estrés tóxico puede contribuir a enfermedades cardiacas e hipertensión crónica.
¿Qué síntomas revelan estrés tóxico en la infancia?
A veces hay síntomas externos, como determinadas circunstancias que obligan a un niño o niña a estar en alerta máxima todo el tiempo. Tal vez haya alguien en casa que les asuste, o que estén sufriendo abandono o malos tratos. Estos factores serían la causa de que estén constantemente alertas.
Los más pequeños pueden volverse retraídos, tener rabietas, quejarse de dolores de cabeza o de estómago, tener dificultades para dormir o sufrir pesadillas frecuentes. Los niños y niñas mayores y los adolescentes expuestos a estrés tóxico pueden volverse retraídos o desafiantes, asumir comportamientos de riesgo, ser agresivos con las personas o hacerse daño. En todas las edades, el estrés tóxico puede provocar ansiedad constante y dificultad para estar en calma o concentrarse.
¿Cuál es la mejor manera de apoyar a un niño o niña que atraviesa situaciones de estrés tóxico?
Como adultos, la mejor manera de brindar ayuda es dando acompañamiento emocional, cuando nos ponemos en su lugar e imaginamos la situación por la que están pasando. Empatizar con lo que están sufriendo es una manera de generar una reacción instintiva que permite descubrir lo que hay que hacer a continuación, como ofrecerles consuelo físico o emocional, o desempeñar alguna otra función tranquilizadora o protectora.
Por supuesto, lo ideal sería poder sacar al niño o niña de la situación que le causa el estrés tóxico. Pero cuando eso no es posible, debemos tratar de imaginar la situación desde su perspectiva, de modo que podamos utilizar los recursos de los que disponen exclusivamente los adultos para minimizar el impacto de los desencadenantes del estrés crónico. El consuelo físico y emocional de un adulto afectuoso puede ser un factor poderoso para reducir las consecuencias del estrés tóxico.
Si como adulto enfrentas dificultades, ¿cómo garantizar cuidarte y brindar apoyo a tu hijo o hija?
Cuando un adulto se siente abrumado, proteger a un niño del estrés tóxico puede ser desafiante. Verbalizar la situación es útil: “Estoy experimentando estrés crónico. Mi hijo o hija está conmigo. Puedo tomar medidas para cuidarle”. Encontrar las palabras adecuadas, incluso en situaciones difíciles, nos ayuda a enfocarnos en lo necesario y nos recuerda que sus necesidades son prioritarias.
¿Cómo buscar ayuda en la familia, las amistades o los grupos de apoyo?
Aprovecha todos los apoyos disponibles si sufres estrés tóxico. No te avergüences; todo el mundo merece sentirse seguro. Informa a personas de confianza sobre tu situación y la de tu hijo o hija para evitar el aislamiento. Acepta ayuda cuando te la ofrezcan. Recuerda que cuidarte es esencial para brindarles el mejor cuidado.