Los niños primero, aún en pandemia
En una familia impactada por la pandemia, una madre y su hijo han encontrado en el CAIPI cercano una vía para estimular el desarrollo de su niño y también para reforzar los lazos familiares. La tranquilidad tras el encierro.

Pedregal, Ciudad de Panamá
Es una de las tantas veredas sombreadas por palmeras y árboles, en el barrio de San Joaquín. Hay gallos, estantes improvisados con tablones y remolinos de mosquitos suspendidos en la mañana. También allí se encuentra la casa donde Milagros Maylín Truque Ortega vive junto a sus dos hijos, esposo y padres. Al pasar la entrada, un escalón desciende hacia una sala coronada con una lámpara de araña. La cocina se encuentra a unos pasos, flanqueada por una barra comedor. Un aroma a desayuno precede al encuentro con la madre de Milagros, Rosa, que se afana frente a la estufa.
-Ñam, ñam, ñam, dice la pequeña Daymaris, parada sobre una de las sillas del comedor. Su abuela sabe interpretar los sonidos que emite su nieta y le acerca un plato con pan y torta de huevo.
Su hermano, Damar, juega con sus primos Ricardo y Johan que están siempre pendiente de los niños pequeños. Es una forma de ayudar a Yomar, el esposo de Milagros y padre de Damar y Daymaris, que es quien se queda en casa al cuidado de los niños cuando Milagros acude diariamente a su puesto de trabajo en la Autoridad Nacional de Aduanas.
Milagros recuerda que antes de que Damar comenzara en marzo de 2021 a asistir al Centro de Atención Integral a la Primera Infancia (CAIPI) de Montería, ubicado cerca de su casa, el niño permanecía en casa sumido en una rutina alejada de los beneficios del aprendizaje, rondando la jaula del conejo o jugando con el celular.

Desde que Damar asiste al CAIPI la vida de Milagros ha ganado en tranquilidad, al saber que su hijo está aprendiendo a desarrollar sus habilidades y a socializar. “Ya cuando llegue a la escuela Damar estará preparado”, afirma.
“La primera infancia es la base, es el momento del ser humano en el que se fija el conocimiento del mundo, el conocimiento del otro, el desarrollo cognitivo y emocional”-cuenta Yohana Amaya Pinzón, consultora en Desarrollo Infantil Temprano y Educación Preescolar de UNICEF- “Y es que la neuroeducación ha demostrado que lo cognitivo va unido de lo emocional y trabajan como un solo sistema”. Entonces cuando el niño o niña no tiene sus necesidades atendidas o se siente vulnerable eso inmediatamente impacta en su proceso cognitivo. La pandemia trajo incertidumbre, aislamiento, encierro y sin duda fue la población infantil quien sufrió el mayor impacto. “Si un niño o una niña no recibe ese cuidado integral va a tener menos posibilidades de lograr su potencialidad. Es por eso que iniciar el proceso de reapertura de los CAIPIS, era una prioridad”-sentencia Yohana Amaya-.

Gracias a los fondos de Kimberly Clark, UNICEF, además de organizar un diplomado de Cuidado Cariñoso y Sensible para agentes educativos, inició un proceso de acompañamiento al Ministerio de Desarrollo Social (MIDES) para la reapertura de los CAIPI. Se elaboró un plan de trabajo que permitió preparar a todo el equipo para el regreso a estos centros y desarrollar los lineamientos de reapertura y el protocolo de bioseguridad. Se incidió en que no solamente se diseñaran los documentos, sino que se lograran implementar y que el Ministerio acogiera la iniciativa. Debido a todos los esfuerzos conjuntos, los CAIPI fueron los primeros centros en abrir sus puertas a la población infantil durante pandemia.
Yomar, que se encuentra desempleado, se ocupa de los niños y es quien lleva a su hijo al CAIPI todos los días a las 7:30 de la mañana y lo recoge a las 2 de la tarde. Damar lleva mascarilla y atiende todas las medidas de bioseguridad. Muchas medidas ya las conocía, pero al llegar al CAIPI las reforzaron todas mediante el juego.


“La formación previa del personal docente fue la clave, la clave para garantizar que tuvieran todas las herramientas disponibles para atender cualquier eventualidad, y saber que hacer en un momento determinado”- cuenta la Licenciada Pastorita Castillo, Supervisora Nacional de CAIPIS del MIDES- que reconoce que la reapertura no hubiese sido posible sin el apoyo de agentes internos y organizaciones como UNICEF, que los acompañaron desde el inicio. “La adaptación del curriculum frente a la nueva normalidad fue una muy buena estrategia también porque permitió que a través del juego y la comunicación efectiva se adoptaran las nuevas disposiciones sanitarias”. La Licenciada Castillo cuenta que el mayor reto era ver cómo los niños se adaptarían al sistema y ganarse la confianza de los padres y madres, que entendieran que los CAIPIS estaban preparados técnicamente con el personal y los protocolos. “Considero que la reapertura fue todo un éxito”-continúa la licenciada-. Los niños sorprendieron a todos con su gran responsabilidad y resiliencia. “El apoyo de las maestras fue primordial. Y la apertura y la confianza de la familia que nos han dado es algo que ponderar porque no cualquiera da ese gran paso entregando sus tesoros, que son sus hijos. La confianza que le dieron al equipo es algo que valorar. La familia y la comunidad han tenido un rol clave en esta reapertura de los CAIPI y estamos totalmente agradecidos por eso”.
Damar pasa el día aprendiendo junto a sus seis compañeros en el CAIPI. Allí trabajan el desarrollo físico, emocional, social y cognitivo. En el tiempo que ha pasado bajo la tutela de su maestra Marisol, Damar preparó manualidades a partir de elementos reciclados, aprendió sobre su propia familia a través de la confección de un árbol genealógico, y acerca de historia nacional, al trabajar en una maqueta que representaba a la ciudad de Panamá La Vieja. Pero también aprendió sobre convivencia. No sólo sobre convivencia con sus pares sino conceptos sobre convivencia familiar. Y llevó lo aprendido en el CAIPI a su hogar. Antes, en su casa cada uno acostumbraba a cenar por su cuenta. “Mami, ¿y si nos sentamos todos juntos a cenar?”, propuso el niño a su madre con toda la autoridad que le podían proporcionar sus escasos tres años. Ese día el pequeño Damar impartía, sin tener plena conciencia de ella, una lección sobre convivencia familiar.

En el CAIPI, también se aseguran de que Damar duerma la siesta al mediodía y que se alimente de forma saludable. Nada de jugos artificiales ni de comida chatarra. Es una experiencia que Milagros recomienda a otros padres. En estos tiempos tan retadores, durante los cuales su madre se contagió de la COVID-19 y su esposo realizó todo tipo de trabajos eventuales para llevar algo a la casa, contar con una atención de calidad para su hijo a pesar de las dificultades y de la incertidumbre fue un respiro para los adultos a cargo del cuidado y una oportunidad invaluable para que Damar reciba el mejor inicio en la vida.