El matrimonio infantil y las uniones tempranas
Estudio de conocimientos, actitudes y prácticas en seis municipios de la República Dominicana

Puntos destacados
Kenia tenía 15 años cuando fue obligada a unirse con un vecino de cincuenta, Paola tenía 16 cuando se fue a vivir con el amigo de una compañera de curso que tenía 35, para huir del abuso sexual de su padrastro. Ambas historias acaban mal, con sueños destruidos, abandono y pobreza.
Desde que estas historias ficticias se presentaron como parte de la campaña La peor novela, desarrollada por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en 2017, para sensibilizar a la sociedad dominicana sobre el matrimonio infantil, hemos escuchado constantemente de muchas de las mujeres que la ven, expresiones como «esa es mi historia» o «yo soy Paola».
Todos los días, cientos de niñas se casan o unen en República Dominicana. Más de un tercio de las mujeres dominicanas han visto terminada su infancia de pronto para asumir un rol de adultas y madres, asignado por la sociedad como lo que se espera de ellas.
Las prácticas del matrimonio infantil y la unión temprana acaban con los sueños de las niñas, destruyen su futuro, las condenan a ellas y a sus hijos e hijas a la pobreza. Como ha demostrado un estudio reciente del Banco Mundial y UNICEF, las niñas que se casan o unen tienen menos años de educación, más hijos, menos ingresos con que mantenerles, están más expuestas a la violencia y serán, casi con total certidumbre, madres adolescentes.
Esta grave forma de violencia de género no solo afecta a la niña y a su familia inmediata, también se roba parte de las posibilidades de progreso de toda la sociedad dominicana. El matrimonio infantil y las uniones tempranas limitan y condicionan todos los esfuerzos para combatir la pobreza, aumentando la desigualdad de la sociedad y transmitiendo esas condiciones a las generaciones futuras.
Esta práctica nociva tiene tal impacto en nuestra sociedad que ponerle fin es determinante para el desarrollo económico y social del país. Es necesario para asegurar el éxito de la política de inversión en educación, para luchar contra la mortalidad materna y neonatal, para mejorar el registro de nacimientos y para reducir los alarmantes niveles de violencia de género, entre otros impactos.
El fin de esta práctica sería un acelerador de progreso del país y permitiría cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para el año 2030. En definitiva, es un elemento clave para cualquier política social.
Pero, dada la complejidad del problema, para acabar con el matrimonio infantil es necesaria una acción interinstitucional que involucre a todos los actores sociales, reformando el marco legal, adaptando las políticas sectoriales y desarrollando programas específicos de prevención.
Para que el Estado dominicano pueda poner en práctica estas acciones de manera eficaz es necesario conocer las causas más profundas del fenómeno, entender las normas culturales que lo permiten y promueven, saber cuál es el nivel de conocimiento y las actitudes que tiene la sociedad, la manera en que ve a la niña, que es víctima del matrimonio infantil o unión temprana, a su familia y al hombre con el que es empujada a casarse o unirse.
El presente estudio, realizado conjuntamente entre UNICEF y el programa Progresando con Solidaridad (PROSOLI) del Gabinete de Coordinación de Políticas Sociales que coordina la doctora Margarita Cedeño, vicepresidenta de la República, explora los conocimientos, actitudes y prácticas sobre el matrimonio infantil para la formulación de estrategias e intervenciones que, a largo plazo, puedan propiciar cambios en las normas sociales que legitiman esta nociva práctica. Sus conclusiones y recomendaciones servirán para desarrollar un proyecto intersectorial para la prevención del matrimonio infantil y las uniones tempranas; así como para evaluar su efectividad que, en caso de evidenciar impacto, pueda implementarse a escala nacional.
La finalidad última de este esfuerzo conjunto entre el Programa Progresando con Solidaridad y de UNICEF es que las historias de Kenia y Paola dejen de ser el futuro de miles de niñas y adolescentes dominicanas; y que las hijas de aquellas adolescentes unidas tempranamente puedan tener una vida mejor y no repetir la historia de su madre.
