“Cuando llego aquí siento que estoy cumpliendo un sueño, eso que quiero se está haciendo realidad"
Más de 160 adolescentes de Guasdualito, estado Apure, han recibido formación en habilidades para la vida, servicios de protección y orientación para crear su proyecto de vida.

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Marcos Pineda tiene 16 años. Vive en Guasdualito, un pueblo ubicado en el estado Apure, cercano a la frontera con Colombia, en el llano venezolano.
Cuenta que su madre falleció hace muchos años y ella era quien hacía todas las cortinas de la casa, cojines, y algunas de sus ropas. Le quedaron las máquinas de su mamá y sentía que parte de su propósito era utilizarlas y hacer algo bueno con ellas.
Dentro de su comunidad se encuentra el Centro Educativo de Capacitación Laboral José Pastor o “CECAL” como muchos le conocen, el cual es apoyado por UNICEF y socios implementadores, a través de dotación de herramientas e insumos para fortalecer cursos dirigidos en habilidades para la vida a adolescentes de comunidades vulnerables, tales como: corte y costura, repostería, panadería, ofimática y peluquería; mientras también reciben formación en prevención de violencia incluida violencia basada en género.

Marcos asiste a la escuela en las mañanas y en las tardes acude al CECAL a clases de corte y costura inspirado por la dedicación de su madre y ahora esta habilidad aprendida, es su sueño y proyecto de vida.
“La costura para mí es un arte, yo aprendí que las habilidades se desarrollan y no es tan fácil desarrollar esta habilidad. Mi sueño es ser diseñador, es mi proyecto de vida”, explica Marcos.
Además de la dotación de insumos en el CECAL, con el apoyo de UNICEF, se desarrolló una red de emprendedores entre los adolescentes, acercándoles a empresarios del municipio para generar espacios de desarrollo en el marco del respeto a sus derechos, y un programa de pasantías donde llevan a cabo prácticas profesionales durante al menos seis semanas.

“A mí me gusta estar más aquí que en mi casa porque siento que hago lo que me gusta. Cuando llego aquí siento que estoy cumpliendo un sueño, que eso que quiero se está haciendo realidad. Es bonito”, comenta Marcos.
Al principio no fue sencillo explicarle a su padre y amigos que su pasión era la costura, porque en un pueblo tan pequeño donde el trabajo está relacionado al campo, ganadería y en un contexto con presencia de grupos armados y otros riesgos, que un adolescente quiera dedicarse a la moda es algo que muchas personas no entienden.
“Cuando tuve esa experiencia, yo comencé a investigar y le expliqué a mi papá que en la antigüedad los que cosían eran los hombres. Se vestían con cuero y hacían agujas con huesos. Yo sé lo que soy y lo que quiero. La psicóloga me ha dado herramientas, me ayuda a manejar las cosas mejor, sobre todo en mi casa”, comenta Marcos.

El CECAL cuenta con servicios de apoyo psicosocial y una defensoría para la niñez de la comunidad y que se ha fortalecido con el apoyo técnico de UNICEF, en coordinación con autoridades locales y socios implementadores. Adicionalmente, gracias a la articulación entre el consejo de protección, la defensoría y la comunidad, al culminar sus estudios los adolescentes pueden optar a la expedición de permisos laborales especiales que les ayuden a contar con los recursos para continuar con sus proyectos de vida.

“Me siento más seguro y empoderado. Quiero ir a la universidad, me gustaría irme a otro estado a estudiar y emprender haciendo lo que me gusta. Mi sueño es ser un gran diseñador y tener una gran colección de ropa y una marca propia.” Dice Marcos, mientras le brillan los ojos.

La profesora Elisabeth Pérez, quien es maestra de costura de la CECAL, muestra con mucho orgullo las creaciones de Marcos, entre ellas la camisa azul turquesa a su lado. “Marcos es muy creativo y talentoso, siempre ayuda a sus compañeros a seguir aprendiendo. Va a llegar muy lejos y un día dirá que salió de un pueblito en Apure llamado Guasdualito”, comenta.

Le pregunté a Marco qué mensaje le daría a alguien que apenas comienza como él y quiere cumplir su sueño. Y esto fue lo que respondió:
“Que no se frenen por ser hombres, no hay que limitarse. No hay cosas de niñas o de niños. Siempre hay rechazo por la sociedad y te estereotipan como que haces algo que es de dama. Fue duro porque mi papá decía que no era algo para mí y me cortaba las alas. Luego, pude hacerle entender que yo soy bueno en esto y me apoyó. No tiene por qué importarte lo que los demás digan. Hoy me siento muy orgulloso de lo que he logrado” dice Marcos.