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África Oriental y Meridional Reportaje sobre Madagascar

© UNICEF Madagascar/2009/Mullard

Vaha Noeline sostiene a su hija de 14 meses, Vole Mariah, que se ha recuperado recientemente de la desnutrición, en el distrito de Amboasary. El PMA, junto a UNICEF, proporciona alimentos a la familia.

UNA  ALIANZA PARA MEJORAR LA SEGURIDAD ALIMENTARIA EN MADAGASCAR MERIDIONAL

AMBOASARY, Madagascar meridional, julio de 2009 - Vole Mariah, de 14 meses de edad, ríe mientras camina bamboleándose por el centro sanitario donde la pesarán como parte de un programa de vigilancia de su estado nutricional. Hace dos meses, el estado de salud de Vole Mariah era muy diferente. Debido a que sufría desnutrición aguda grave, la niña no podía moverse ni comunicarse, y tenía diarrea, vómitos y el cuerpo hinchado.

“En nuestra familia nos alimentamos con lo que cosechamos en un pequeño huerto cercano a nuestro hogar”, comenta Vaha Noeline, la madre de Vole Mariah, de 24 años de edad. “Como eso no nos alcanza para alimentarnos todo el año, mi marido también trabaja en una plantación de pitas, donde gana unos 34.000 ariarys por mes (equivalentes a unos 18 dólares). Ese dinero y lo que cultivamos nos alcanza para dar de comer a los cinco integrantes de la familia”.

Pero este año no hubo lluvias en la región y los insectos devoraron la cosecha. Al mismo tiempo, los dueños de la plantación dejaron de contratar trabajadores, de manera que la familia de Vaha Noeline dejó de percibir ingresos. Todos sus integrantes bajaron de peso, hasta el punto en que Vaha Noeline tuvo que dejar de amamantar a su hijita.

“Cuando Vole se puso muy débil, la llevé al puesto sanitario de Amboasary, la ciudad más cercana, distante una hora a pie de mi casa”, recuerda Vaha Noeline. “El doctor me dijo que estaba muy desnutrida y que debíamos internarla de inmediato en un hospital, para que recibiera tratamiento adecuado. Mis amigas me dijeron que era inútil, que Vole estaba muy enferma y que iba a morir. Pero el médico me aseguró que harían todo lo posible por salvarle la vida”.

Tras ser internada en el pabellón de nutrición del hospital local, Vole Mariah comenzó a recibir F-75, un sucedáneo de la leche materna terapéutico, además de tratamientos especiales contra la diarrea y los vómitos. Pocos días después, la niña comenzó a mostrar síntomas de mejoría, y a partir de entonces los médicos le recetaron F-100, otro sucedáneo de la leche materna de alto contenido energético.

“Fue un verdadero milagro”, dice Vaha Noeline sonriendo. “Después de tres días en el hospital comenzó a proferir sonidos nuevamente. Una semana después, empezó a moverse en la cama, y días más tarde ya estaba gateando y caminando y riéndose”. Poco después, Vole Mariah fue dada de alta, aunque se le recetó un tratamiento complementario para garantizar que alcanzara un peso normal para su edad.

Uno de los componentes de ese tratamiento complementario son los alimentos terapéuticos listos para el consumo, que contienen una mezcla de pasta de cacahuetes y aceite enriquecido con vitaminas, minerales, leche en polvo y azúcar. El alimento que le entregaron a Vaha Noeline en el hospital, y que la mujer suministra a su hija varias veces por día, no requiere ninguna preparación.

“Traigo a Vole al puesto sanitario todos los miércoles porque he comprendido lo importante que es para mi hija”, añade Vaha Nieline. “La semana pasada estuve enferma, de manera que le pedí a una amiga que la trajera porque no quiero que falte a ninguna cita médica”.

Vaha Noeline también recibió una “ración de protección” familiar que suministra el Programa Mundial de Alimentos y que se distribuye en coordinación con UNICEF. Esa ayuda alimentaria para toda la familia se distribuye para que durante las épocas de crisis alimentaria los demás integrantes no coman los alimentos terapéuticos listos para el consumo de los pacientes.

La familia también recibió un conjunto de materiales de agua, saneamiento e higiene —compuesto de cubos, copas, un bidón, jabón y elementos para la depuración del agua— que le permitirán prevenir la diarrea y otras enfermedades transmitidas por el agua que suelen agravar los problemas de desnutrición.

Tras ingerir el alimento terapéutico listo para el consumo durante siete semanas, Vole Mariah alcanzó el peso recomendado para una niña de su edad. Vaha Noeline se siente muy agradecida por la ayuda que recibió su hija y muy preocupada por el futuro de la niña. “No quiero que esto le vuelva a suceder a ninguno de mis hijos y rezo por que siempre tengamos comida suficiente para que todos nos mantengamos sanos”.

UNICEF colabora con el Programa Mundial de Alimentos y con la organización Servicios Católicos de Socorro en la prestación de tratamientos que salvan la vida de los niños y niñas que sufren desnutrición aguda grave en Madagascar.