Las discusiones de pareja y los hijos: algunas recomendaciones
En niños y niñas pequeños, presenciar una discusión es una mala experiencia que les hará sentir miedo e inseguridad ante episodios que no están prontos para comprender.
Hay discusiones entre adultos que son normales e incluso permiten fortalecer el vínculo, especialmente cuando se trata de una pareja. Sin embargo, esto no necesariamente es comprendido por los más pequeños de la casa. Por eso, cuando los adultos discuten frente a sus hijos e hijas la situación es otra.
Lejos de verlo como un episodio esperable y de fortalecimiento del vínculo, los niños y niñas que ven discutir a sus padres pueden sentir dolor, estrés y preocupación extremos. Necesitan sentir que sus padres son una unidad fuerte para cuidarlos, protegerlos y acompañarlos. La amenaza de perder esa protección les genera mucha angustia. Y no importa si sus padres están juntos o separados: vale lo mismo para ambos casos.
Si esa discusión implica, además, cualquier tipo de violencia —desde emocional a verbal o física—, las consecuencias para el estado anímico y la seguridad de los niños y niñas se multiplican. A eso se le suma que aprenderán que la violencia “es buena” para enfrentar diferencias y conflictos.
No importa la edad
En niños y niñas muy pequeños, solo escuchar el tono de voz de sus padres discutiendo les será suficiente para darse cuenta de que algo malo sucede y vivir una muy mala experiencia colmada de miedo e inseguridad. Si son mayores y pueden entender la situación del conflicto, es fundamental que su presencia obligue a los padres a mantener la calma y se convierta en un cambio de ideas respetuoso, como demostración de que ambos son capaces de escucharse y de llegar a algún acuerdo.
Lo que no se debe discutir frente a los hijos
Es perjudicial discutir frente a los hijos temas relacionados con la intimidad de la pareja: se trata de protegerlos de información que no están en condiciones de afrontar. Tampoco es conveniente tener frente a los niños discusiones en relación con el estilo de crianza o disciplina, y mucho menos que papá o mamá se desautoricen uno al otro ante sus ojos.
¡A tener en cuenta! Es importante no discutir cuando se ha consumido alcohol u otras sustancias que alteran el control de uno mismo y las posibilidades de intercambio de opiniones.
Cuando los padres son pareja, es recomendable terminar la discusión con una demostración de cariño para que quede claro que enojarse o pensar diferente no significa dejar de quererse. Si no hay amor entre los padres, habrá que aferrarse al respeto y la consideración que el otro merece por ser el padre o la madre del hijo compartido. Para eso lo mejor es terminar la discusión con un acuerdo —aunque sea intermedio— que le demuestre al niño que sus padres seguirán buscando la mejor manera de entenderse en esa tarea tan importante que es criarlo.
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