De bebé a niño: consejos para una nueva etapa
Entre los 3 y los 5 años comienzan a descubrir su autonomía y deben surgir nuevas maneras de enseñarles cómo comportarse.

Con el paso del tiempo, despedimos a los bebés para darles paso a niños o niñas. Ya no usan más pañales, su personalidad se hace notar, saben lo que quieren y lo que no y pueden comunicarlo verbalmente, sus amigos pasan a ser muy importantes en sus vidas y empiezan a descubrir su autonomía.
Los bebés se van transformando en niños o niñas a pasos acelerados. Su capacidad para hacerse entender se multiplica, su mundo empieza a ampliarse y sus intereses se enriquecen y se consolidan. Descubren nuevas habilidades y las ponen a prueba. Es por eso que a veces parecen demasiado movedizos, curiosos y demandantes de atención.
Han avanzado mucho en su desarrollo, pero todavía les queda un largo camino por recorrer. Es importante acompañarlos con calidez y paciencia, disfrutar con ellos de este tránsito, que es lo que necesitan para seguir creciendo seguros.
La curiosidad es una enorme potencia motivadora. Es normalmente intensa en los preescolares, y hay que aprovecharla para enseñarles a explorar, a buscar respuestas y a adueñarse del conocimiento experimentando el placer de hacerlo. Por eso es importante darles la libertad de explorar, guiarlos sin presionarlos y responder adecuadamente a sus preguntas. ¿Cómo? Con respeto y atención. Con pocas palabras, porque no necesitan ni pueden tolerar largos discursos. Dejando la explicación abierta para que, si quieren, piensen y hagan más preguntas. Con la libertad de no responder a todas sus interrogantes, si no es el momento o no se tiene la respuesta. Otras veces, se los puede guiar hacia un libro o alguna persona que pueda tener la respuesta.
Por momentos se van a oponer a las propuestas que sus padres o cuidadores hagan. Es esperable que sean desobedientes y lo importante es qué hacer ante ese tipo de situaciones. Se les debe enseñar a aceptar las reglas de convivencia social, siempre de buena manera. Por ejemplo, plantearles qué es lo que se quiere apelando a su colaboración más que a su obediencia, proponerles que decidan sobre algo que los ilusiona, explicarles las razones de los pedidos y felicitarlos cuando hagan las cosas bien.
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Te invitamos a ver la opinión y reflexiones de la psiquiatra infantil Natalia Trenchi.

Algunas recomendaciones
- Inventarles historias o leerles cuentos como parte de la rutina, por ejemplo, antes de acostarlos.
- Ofrecerles espacios para dibujar, recortar o armar puzles sencillos, para estimular su creatividad. Algunos juegos de mesa, como lotería de figuras o dominó de animales, son muy buenos recursos para interactuar a esta edad.
- Permitir que colaboren en tareas sencillas del hogar, como poner la mesa o poner la ropa sucia en un cesto; los ayudará en su autonomía y su autoestima.
- Permitirles que resuelvan a su manera los conflictos que se les van presentando con sus pares y, si no pueden, ayudarlos.
- Permitirles que inviten a algún amigo a su casa, lugar en el que se sienten seguros, e ir a los cumpleaños de otros niños y niñas.
- Alentarlos para que realicen actividades solos, como bañarse o lavarse los dientes.
La mejor versión de sí mismos
Construirse a uno mismo es una tarea larga que debe apoyarse en bases sólidas. A partir de ellas, y a través de la experiencia en la vida, es que se van desarrollando diferentes habilidades y capacidades que conforman lo que se denomina “fortaleza emocional”. La prioridad debe ser criar niños fuertes emocionalmente.
Esto significa educarlos de tal forma que puedan ir de a poco aprendiendo a enfrentar frustraciones, a conocer y saber qué hacer con sus emociones e impulsos, a ser capaces de ponerse en el lugar del otro, a tolerar el estrés, a aprender a valorarse, a confiar en sí mismos, a tener esperanza, a relacionarse con los demás. La fortaleza emocional no nace con el bebé. Se aprende a ser fuertes desde el primer momento y a lo largo de la vida, a partir de lo que se vive con los adultos que cuidaron y educaron al niño.