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ÁFRICA ORIENTAL Y MERIDIONAL ANGOLA: REPORTAJE

El cólera sigue cobrándose vidas

© UNICEF Angola/2007/Meneses

Distribución de soluciones de tratamiento de agua a familias en áreas afectadas por el cólera en el municipio de Viana, Luanda, Angola.

Sin hacer ruido, una niña de dos años envuelta en una tela tradicional de colores acudió junto a su madre a un centro para el tratamiento del cólera en Luanda. La madre de la niña, Domingas Vertis, de 24 años de edad, pulverizó desinfectante en las suelas de sus sandalias, se lavó las manos y se colocó sobre una alfombrilla esterilizada antes de entregar a su hija a la enfermera y asistentas sanitarias que la atenderían. Ya había hecho todo esto en abril, durante el pico de la primera estación de lluvias del año, cuando tanto ella como su hijo de cinco años sufrían vómitos intensos, diarrea y deshidratación. Domingas, que sospechaba que tenía el cólera, enfermedad de la que había oído hablar a través de anuncios radiofónicos de servicio público patrocinados por UNICEF, acudió a este centro especial para el tratamiento del cólera de Boavista, una zona marginal en el barrio de Luanda, capital de Angola. 

Aquí tuvieron acceso a medicamentos esenciales para la vida y servicios de atención de la salud, sin mencionar el seguimiento realizado las 24 horas del día por el personal médico. El tratamiento de pacientes con el cólera a nivel nacional ha sido una de las intervenciones más importantes realizada por el Ministerio de Salud, con el apoyo de UNICEF y la OMS.

No obstante, a menudo se busca asistencia médica demasiado tarde. A falta de una detección temprana y una medicación apropiada, el cólera puede matar en cuestión de horas desde la aparición de los síntomas. A diferencia de Domingas, muchos otros carecerán de los recursos o conocimientos necesarios para solicitar atención médica. 

El cólera puede propagarse rápidamente en situaciones de hacinamiento, en particular cuando el saneamiento es insuficiente y se dispone de escaso acceso a agua potable o a la higiene. Neuza Chipango, enfermera jefe del centro para el tratamiento del cólera de Boavista, está preocupada. Recuerda que: “En abril de 2006, durante el período álgido del brote, esta clínica tenía instaladas cinco tiendas de campaña y aun así no había espacio suficiente. Tuvimos que tratar a los pacientes en el suelo, pues eran demasiados”. Desde finales de febrero de 2006 se han declarado 83.986 casos de cólera y 3.157 muertes en 16 de las 18 provincias de Angola.

El Fondo Central de las Naciones Unidas para Emergencias ha financiado a UNICEF y la OMS para que apoyen las medidas nacionales de control del cólera que están adoptado el Ministerio de Salud y el Ministerio de Energía y Agua. Hasta la fecha, esto ha incluido el tratamiento del agua con cloro en las zonas más afectadas, llegando a 200.000 personas al día en Luanda. En otras provincias se han donado paquetes de ‘agua potable’ y sopa para miles de hogares. La asistencia también ha incluido la capacitación del personal en el diagnóstico del cólera y en la gestión de casos, así como en la decisión sobre su tratamiento y medicación. Se han producido y emitido en televisión, emisoras de radio y canales comunitarios mensajes de sensibilización sobre el cólera que, según estimaciones, han llegado a 4,8 millones de personas.   

Con todo, es preciso hacer más. Hasta la fecha, menos del 40 por ciento de la población angoleña tiene acceso a agua potable. Hoy, Domingas Vertis afirma que ella y su hijo ya no presentan síntomas del cólera, pero cuando las cuatros enfermeras y asistentes sanitarias administran a su hija una solución de suero por vía intravenosa, su rostro vuelve a reflejar preocupación. Tan sólo puede esperar haberla llevado a la clínica a tiempo.