La educación al rojo vivo en Alepo, Siria

La reanudación del conflicto de Alepo ha puesto en peligro a los niños, después de que las escuelas hayan sido objeto de ataques en las últimas semanas

Por Basma Ourfali y Yasmine Saker
UNICEF Syrian Arab Republic/2016
22 Agosto 2016

ALEPO, República Árabe Siria, 22 de agosto de 2016 – En Alepo, la vida de un niño se ha vuelto aún más peligrosa con la escalada de los ataques y el conflicto en toda la ciudad en las últimas semanas. Los niños están expuestos a un peligro aún mayor a causa de los bombardeos y el conflicto existentes en la República Árabe Siria, que han perjudicado especialmente a la educación. Las escuelas de Alepo han sido objeto de ataques y los combatientes han ocupado muchas de ellas, dejándolas destruidas o dañadas.

La escuela del vecindario 1070 transmitió algo de calma en la que suele ser la cruda realidad de 5.000 familias que viven en torres de bloques de cemento a medio construir en un asentamiento para desplazados situado en los suburbios del oeste de Alepo. Conforme las familias que escapaban del conflicto de las zonas rurales se reubicaban en los vecindarios del 1070, Tishreen y Al-Riyadeh en 2013, las escuelas existentes se vieron sobrepasadas. La escuela del 1070 se convirtió en un lugar de esperanza en el que los niños podían empezar a construir futuros nuevos.

UNICEF ha instalado un total de 130 aulas prefabricadas por toda la ciudad de Alepo como respuesta a las necesidades de educación de los niños desplazados.

Además, UNICEF construyó la nueva escuela del 1070, la única escuela intermedia para niñas del vecindario, consistente en 17 aulas prefabricadas con retrete e instalaciones de saneamiento. La escuela comenzó con 660 estudiantes, y en 2015 se instalaron 15 aulas prefabricadas adicionales. Gracias a las campañas de “Regreso a la escuela” de UNICEF al inicio de los años académicos 2014-15 y 2015-16, las matriculaciones aumentaron hasta alcanzar 2.500 estudiantes.
  

“Una oportunidad para vivir momentos de su infancia perdida”

Hanaa Singer, Representante de UNICEF en Siria, visitó la escuela del 1070 en febrero de este año para conocer a las estudiantes y los profesores.

“A pesar de las condiciones de vida miserables que las rodean, las niñas de esta escuela tan limpia y organizada se sentían felices y llenas de energía. La escuela les dio la oportunidad de vivir momentos de su infancia perdida”, afirmaba Singer. “Esas niñas y la pasión que sentían por la educación me inspiraron mucho. Ni siquiera las dificultades que habían vivido con sus familias tras ser desplazados por el conflicto eran un impedimento para tratar de alcanzar su sueño de recibir una educación”.

Sin embargo, las niñas también le hablaban a Singer de los peligros que tenían que afrontar solo para ir a la escuela y del miedo que les daba salir a jugar al patio de la escuela durante los descansos.

“Escuchaba incrédula a las niñas cuando me hablaban del francotirador que había cerca de allí, que parecía disfrutar al atormentar a las estudiantes apuntándolas de vez en cuando para asustarlas. Todas las niñas pedían un ‘muro’ que las protegiera y les permitiera respirar durante los descansos”, contaba Singer.

UNICEF respondió rápidamente y trabajó con la escuela para construir un muro de acero que permitiera a las estudiantes entrar a la escuela de forma segura, así como jugar y moverse por el patio. El muro se terminó de construir en unos días, y una estudiante de 16 años, Ahlam, que conoció a Singer durante su visita, tuvo una idea: “¿Por qué no lo pintamos? Se ve muy aburrido”. De modo que las estudiantes diseñaron y pintaron el muro con colores vivos y lo nombraron “el muro de la esperanza”.  
  

Abandonar una escuela muy preciada

Con la escalada del conflicto el 31 de julio, los morteros y las bombas obligaron a las familias ya desplazadas del vecindario 1070 a volver a escapar. La directora de la escuela del 1070 relató a UNICEF lo ocurrido aquel día:

“Cuando comenzaron los ataques, las estudiantes estaban en la escuela recibiendo clases estivales de recuperación. A las 11 de la mañana escuchamos explosiones cercanas y enviamos de inmediato a las estudiantes a casa. Pensamos que sería lo de siempre y que podríamos regresar a la escuela al día siguiente. Pero nunca lo hicimos”.

El conflicto existente sigue afectando al vecindario y, mientras 35.000 personas permanecen desplazadas, otras se refugian en centros de socorro de urgencia, en casas de familias y amigos o en mezquitas, parques y calles. La escuela del 1070 ha quedado profundamente dañada. El 9 de agosto, la directora pudo hacer una breve visita a la escuela.

“Vi cristales rotos, ventanas rajadas y puertas destrozadas. Había libros esparcidos por el suelo y mezclados con restos de proyectiles y bombas. Las paredes del lado de la escuela expuesto a los francotiradores estaban llenos de agujeros de balas. Una de las clases prefabricadas estaba quemada”.

UNICEF Syrian Arab Republic/2016

Ventanas rotas en la escuela del 1070. Los ataques y el conflicto recientes han producido todos los daños.

En la escuela se estaban llevando a cabo clases estivales de recuperación para ayudar a las niñas a recuperar los años de educación perdidos como resultado del conflicto, así como actividades de ayuda psicosocial para ayudarlas a sobrellevar el trauma de la violencia que las rodea. Con las familias dispersadas y la escuela en medio de una zona de conflicto activo, todo esto ha debido detenerse. La directora de la escuela le dijo a UNICEF:

“Para mí, esta escuela es como mi casa. Fui la directora desde que abrió en 2013. Si la destruyeran por completo, yo ayudaría a reconstruirla, ladrillo a ladrillo”.

Desde el 31 de julio, 12 escuelas de Alepo han resultado dañadas por los bombardeos y el conflicto y ocho más han sido ocupadas por los combatientes. Las 20 escuelas se encuentran en los vecindarios colindantes con la escuela del 1070.
  

La respuesta de UNICEF

El acceso de los niños de Alepo a la educación se está viendo amenazado cuando todos los niños de la República Árabe Siria deberían estar a punto de regresar a la escuela en septiembre. UNICEF está agilizando las ayudas para Alepo y el resto del país y poniendo toda su atención en ayudar a que los 2,1 millones de niños que no van a la escuela vuelvan a estudiar. Sin embargo, ni los profesores ni los niños saben aún cuándo podrán regresar a su preciada escuela del 1070.

UNICEF está trabajando con las autoridades educativas de Alepo para garantizar que los niños desplazados no se queden atrás en su educación. Con tantas escuelas dañadas o afectadas aún por el conflicto, se están planificando alternativas. Al mismo tiempo, UNICEF está preparándose para ampliar su programa de auto aprendizaje, diseñado para ayudar a los niños a seguir aprendiendo hasta que logren regresar a la escuela.

El pasado febrero, Ahlam, de 16 años, le dijo a UNICEF: “Mis amigas y yo sabemos que si no vamos a la escuela, no tendremos un futuro”.

 


UNICEF ha ampliado las labores de asistencia para las 35.000 personas desplazadas por la parte oeste de la ciudad a causa del conflicto reciente. UNICEF está colaborando con las clínicas móviles para poder ofrecer servicios de salud en pediatría, nutrición y maternidad a las familias desplazadas, así como equipos móviles de ayuda psicosocial. Con sus aliados, UNICEF ha repartido ropa para los niños desplazados.

Toda la población de Alepo se enfrenta a una crisis de agua que expone a los niños y las familias a posibles brotes de enfermedades transmitidas por el agua.

Al tiempo que las escuelas resultaban dañadas a causa de la escalada del conflicto actual, ocurría lo mismo con la infraestructura de electricidad necesaria necesaria para abastecer las estaciones que proporcionan agua al total de los dos millones de habitantes. El conflicto existente hace imposibles las reparaciones. Como respuesta, UNICEF y sus aliados han ampliado enormemente los servicios de agua de emergencia. Sin embargo, es fundamental reparar la infraestructura de electricidad, ya que el bombeo de agua es el único modo de cubrir las necesidades de los dos millones de residentes de la ciudad. Si no se restaura el sistema de bombeo de agua, los niños y las familias se verán obligados a recurrir a fuentes de agua poco seguras, exponiéndose así a posibles brotes de enfermedades transmitidas por el agua.