Empresas y derechos de la niñez: un largo camino por recorrer
El bienestar de la niñez debe de ser un compromiso compartido por todos los actores sociales.
El bienestar de la niñez debe de ser un compromiso compartido por todos los actores sociales. El mundo empresarial, como motor de desarrollo económico y social, es un agente imprescindible para la protección de los derechos de niños, niñas y adolescentes. Sin embargo, en América Latina y el Caribe existe todavía una notable brecha en el papel que juegan las compañías en la contribución al bienestar de niños y niñas.
La adopción de medidas de conciliación y respeto a los derechos de niños y niñas no es únicamente una cuestión de justicia social y laboral, también reporta relevantes beneficios a las compañías como el incremento del valor de la marca y su nivel de confianza entre el consumidor y la sociedad, por lo que cada vez más se está convirtiendo en una tendencia global.
El estudio “¿Qué están haciendo las empresas por la niñez?”, con encuestas a más de 250 compañías de Colombia, Paraguay, Perú y Uruguay, permite trazar un perfil claro del estado de la situación empresarial de la región con respecto a la niñez y arroja datos tan reveladores como preocupantes al respecto.
Sabemos que el cuidado infantil en el lugar de trabajo beneficia a los padres y madres, que ven satisfecha una necesidad vital para sus hijos e hijas y, además, reciben un mensaje de respaldo por parte de la empresa a través de la generación de un ambiente propicio para todos. Pero según datos recogidos en el informe, solamente el 9 por ciento de las empresas ofrece a sus colaboradores el acceso a un centro de desarrollo infantil, lo que provoca que muchos niños y niñas no gocen de una adecuada estimulación temprana, imprescindible para que rindan mejor en la escuela, estén más sanos y fortalezcan las bases para la etapa adulta. Cuando estas necesidades no se cubren, pierden oportunidades que afectan a sus resultados de aprendizaje, al desarrollo de habilidades y a su capacidad laboral posterior.
En este sentido, otra de las conclusiones del estudio revela que únicamente el 37 por ciento de las compañías encuestadas cuenta con una sala de lactancia, lo que impide a muchas madres poder ofrecer a sus niños y niñas los beneficios de la mejor nutrición posible al comienzo de la vida.
Las empresas, a lo largo de la cadena de valor, pueden llevar a cabo múltiples acciones destinadas a salvaguardar a la niñez, pero solamente el 27 por ciento de las compañías encuestadas incorpora en contratos con sus proveedores algún tipo de cláusula para prevenir daños morales o físicos en niños, niñas y adolescentes. Esto incluye no sólo la prohibición del trabajo infantil sino también políticas esenciales como el acceso de madres y padres a horarios que les permitan participar en la crianza de sus hijos e hijas, particularmente en grandes cadenas productivas como la manufactura y la agroindustria.
Las compañías también cumplen un papel crucial en el desarrollo de las comunidades donde se asientan.
El informe concluye que el 88 por ciento de las empresas encuestadas se vinculan con diversas organizaciones de cooperación y desarrollo y que el 83 por ciento apoyan a la comunidad en situaciones de emergencia como terremotos o inundaciones, pero solo un una de cada cuatro brinda oportunidades laborales a adolescentes de escasos recursos y sin experiencia previa. Para conseguir impactos realmente positivos y a largo plazo, las compañías deben hacer un mayor esfuerzo para potenciar sus programas de pasantías y otras modalidades, con el fin de desarrollar habilidades que permitan a los jóvenes de sus áreas de referencia potenciar su vida laboral y disuadirles así de recurrir al sector informal, donde el abuso, la explotación y la violencia son habituales.
Con los datos en la mano, queda claro que todavía hay un largo camino por recorrer en la protección de los derechos de la niñez por parte de las empresas. Los datos que arroja el informe deben contribuir al debate sobre nuevas oportunidades de mejora en el sector empresarial.
UNICEF tendrá siempre la mano tendida a todas aquellas organizaciones que quieran hacer la diferencia analizando las brechas existentes en su propia gestión y potenciando iniciativas en favor de los derechos de los niños, niñas y adolescentes.
Invitamos igualmente a los actores políticos y la sociedad civil a tomar en cuenta los resultados de este informe como línea de base en el diseño de políticas públicas que fortalezcan estrategias de involucramiento de las empresas en la promoción de los derechos del niño. Esta batalla nos compete a todos y todas. No solo nos jugamos el presente y el futuro de nuestros niños, niñas y adolescentes sino también la necesaria interiorización de que el respeto de sus derechos es imprescindible para crear sociedades más solidarias, con mayores oportunidades y más sostenibles.
*Stefan Steffanson es Jefe Regional de Alianzas en UNICEF América Latina y el Caribe