Regresando a la felicidad
Un año después del devastador paso de los huracanes Eta e Iota por Guatemala.

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El 3 de noviembre del 2020, el huracán Eta tocó tierra en Centroamérica con categoría 4, provocando inundaciones masivas y devastación. Mientras las familias luchaban por aguantar, dos semanas después la tormenta Iota se transformó en huracán de categoría 5, siguiendo el mismo rastro de destrucción de Eta. El paso de Eta e Iota dejó a más de 1.5 millones de niñas, niños y adolescentes en Guatemala en riesgo y en condiciones aún más extremas de las que ya afrontaban debido a la pandemia del COVID-19.

Un año después, las familias afectadas aún intentan regresar a la normalidad y a lo que era su vida antes de la llegada de Eta e Iota.
El año pasado Juana Tzoy de 10 años nos mostraba, sobre un bote, cómo su casa había quedado completamente sumergida, al igual que su escuela, la iglesia y el lugar donde solía jugar.

“Regresamos a la misma casa que alquilamos anteriormente y donde hemos vivido muchos momentos hermosos en familia. No fue fácil regresar y nos tomó 5 días quitar el barro y limpiar la casa” comenta la madre de Juana, Isabel Castro de 41 años mientras nos muestra las marcas en las paredes hasta donde había llegado el barro.
“Decidimos volver a Campur en febrero. Hemos vivido aquí durante catorce años, pertenecemos aquí. Aquí nacieron Juanita y sus hermanos”, dice Isabel.

“Cuando estaba en el albergue, tenía pesadillas todas las noches. Nunca se lo dije a mis padres porque todos teníamos mucho con qué lidiar. Mi hermana mayor me dijo que desaparecerían cuando volviéramos a Campur y así fue”, cuenta Juana.

"Ahora que regresé estoy feliz de nuevo. Lo conozco bien; puedo ir a donde quiera y me siento segura aquí. Quiero crecer aquí y ser doctora para ayudar a muchas personas. Mientras tanto, me gusta ayudar a mi mamá a cuidar de mis hermanos menores y pelando papas para la venta de pollo y papas fritas que tiene mi familia. También me encanta estudiar y mis materias favoritas son el español y el inglés”, añade Juana con una gran sonrisa.
UNICEF, gracias al apoyo de la Unión Europea, el Gobierno de Japón y de Suecia, dio respuesta inmediata a la emergencia y desde entonces ha estado trabajando en el terreno para brindar una respuesta integral, incluyendo agua, higiene y saneamiento, atención nutricional, protección contra violencia, apoyo psicosocial y rehabilitación de escuelas.

Juana abre más sus ojos y con esperanza comenta: “aunque la vida está volviendo a la normalidad, espero que pronto todo sea como antes de la pandemia y los huracanes. Quiero volver a la escuela, jugar con mi amigo y ver a mis profesores”.