Meddisha y su bebé intentan mantenerse a salvo mientras el volcán San Vicente entra en erupción

Veinte mil residentes recibieron una orden de evacuación obligatoria.

Por Patrick Knight
10 Abril 2021
Meddesha Johnson con su hija Emily, de un mes de edad, en un refugio.
UNICEF 2021/ Garroway
Meddesha Johnson con su hija Emily, de un mes de edad, en un refugio.

KINGSTOWN, San Vicente, 10 de abril de 2021 - El momento que Meddisha Johnson temía, finalmente llegó.

Durante los últimos cinco meses, la residente en la comunidad de Georgetown, en el lado de Sotavento de San Vicente, esperaba tener que dejar su casa en cualquier momento mientras veía como el volcán La Soufriere, en las montañas sobre la casa de su familia, cobraba vida. La última vez que estalló fue en abril de 1979, pero Meddesha, de 24 años, solo había escuchado historias de ese momento traumático de familiares y vecinos mayores.

Ahora, en la tarde del 8 de abril de 2021, casi 42 años después de aquella erupción, Meddesha y 20.000 residentes en la zona roja designada recibieron una orden de evacuación obligatoria. La mayoría ya tenían preparadas las maletas, solo esperaban la orden para rápidamente abordar el transporte privado o proporcionado por el gobierno para viajar a alguno de los más de 60 refugios gubernamentales que se abrieron en la zona segura del país del Caribe Oriental.

Para Meddesha existía una preocupación adicional: la seguridad de su hija Emily, de un mes. La joven madre había pasado los últimos meses de su embarazo nerviosa, siguiendo con ansiedad las noticias del equipo de expertos que comenzó a monitorear de cerca el volcán en 2020. El nivel de alerta se elevó a naranja, el segundo más alto, en diciembre de 2020.

“No fue un momento fácil porque estaba constantemente preocupada por lo que sucedería si la erupción se producía mientras estaba de parto. Además, podía estallar de repente y no podría salir con mi hija”, recuerda Meddesha.

Afortunadamente, Meddesha y la mayoría de los residentes en la zona de peligro pudieron escapar a tiempo y observaron desde la seguridad de sus hogares temporales en refugios cómo el volcán entraba en erupción, enviando columnas de ceniza que alcanzaron los 20.000 pies de altura en menos de 12 horas. Se dio una orden de evacuación obligatoria.

“Salimos justo a tiempo”, reflexionó Meddesha mientras acunaba a su hija.

El futuro es incierto para los residentes desplazados. El gobierno ha anunciado que muchos permanecerán en San Vicente, pero los países vecinos amigos del Caribe han expresado su voluntad de abrir sus fronteras a los vicentinos desplazados. Meddesha y los miles de evacuados esperan detalles de ese plan.

Mientras tanto, también se enfrentan a la compleja tarea de navegar por los protocolos anti COVID-19 en los refugios.

El Representante de UNICEF para el Caribe Oriental, Dr. Aloys Kamuragiye, explica que la agencia ha estado en modo de preparación durante meses y pudo poner inmediatamente en acción su respuesta.

“En menos de 24 horas hemos podido enviar suministros de agua y saneamiento que salvan vidas a San Vicente, gracias a nuestra asociación con la Agencia Caribeña para el Manejo de Emergencias en Desastres (CDEMA) y el apoyo logístico de la Fuerza de Defensa de Barbados, cuya flota marina transportó los artículos a San Vicente.
Nuestra preocupación inmediata es el bienestar y la seguridad no solo de los 5.000 niños, niñas y sus familias en la zona de peligro inmediato, sino también de aquellos en todo San Vicente que necesitarán nuestra ayuda y apoyo para superar este período desafiante. Podemos asegurarles que estaremos ahí para ellos ”, dijo el Dr. Kamuragiye.