Delrin, el migrante que abastece de agua al Darién

Delrin Chavarría es especialista en agua, saneamiento e higiene de UNICEF en Panamá.

UNICEF

Son las 8 de la mañana de un jueves en Darién. El sol aún no quema cuando Delrin Chavarría empieza la rutina que sigue con obsesión cada día a esta hora: escribe desde el celular a los técnicos de su equipo para chequear si las bombas de agua funcionan, si hay suficiente agua almacenada para filtrar y si hay de la potable disponible para tomar. Menciona cosas como "decantación”, “filtración” y “cloración” mientras sube al carro y enfila en dirección a Lajas Blancas, una de las tres Estaciones de Recepción Migratoria (ERM) adonde en unas horas más llegarán cientos de migrantes que atraviesan la selva durante días sorteando los ríos bravos, las lomas imposibles, los animales salvajes y bandas armadas que abundan en la frontera natural entre Colombia y Panamá.

Delrin Chavarría
UNICEF/2021/Urdaneta Delrin frente a la carpa del espacio amigable de UNICEF y RET Americas en la Estación de Recepción de Migrantes de Lajas Blancas, Darién.

"Las personas, en especial los niños y niñas, llegan aquí agotadas, sin fuerzas, enfermas tras tantos días en la selva comiendo apenas y bebiendo agua contaminada de los ríos", dice Delrin mientras ingresa a la ERM, teñido por la luz dorada de la mañana. "Necesitan agua potable, atención, ser recibidos con algo de humanidad".

Delrin es un hombre alto y amable que llegó aquí en junio de 2021 contratado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) para hacer esto que hace ahora: mantener y hacer crecer un sistema que permita potabilizar agua para los migrantes en Darién. Nacido en Karatá, Puerto Cabezas, una comunidad indígena de los márgenes de Nicaragua y migrante él mismo, sabe de carencias y de moverse para buscar futuro. En la comunidad donde creció —un rincón de belleza natural en el caribe nicaraguense— juntaban agua de la lluvia porque no había otra manera de conseguirla. Tampoco había escuela más allá de la primaria, así que a los 12 años Delrin partió a la ciudad.

"Era como otro mundo", recuerda sonriente. "En mis comunidades vas a clases descalzo y en short, en la ciudad había que ponerse zapatos".

Delrin Chavarría
UNICEF/2021/Urdaneta Delrin Chavarria, technician on the UNICEF team in Darien, at the Lajas Blancas water treatment plant.

Desde entonces, no paró de moverse ni de estudiar: una beca le permitió ir a la Universidad en la capital de su país, otra más cursar una maestría en Gestión de Riesgo y, tras algunos trabajos en asistencia humanitaria y conservación que lo llevaron por toda la costa Caribe, cruzó el océano para continuar capacitándose en Europa.

"Soy parte de esa migración porque busco mejores oportunidades para tener felicidad, bienestar, alegría", dice Delrin. "Siendo indígena las oportunidades son pocas, en mi zona el narcotráfico es altísimo y yo tenía ambiciones, curiosidad de salir y conocer el mundo. No quería quedarme, estancarme", 

Y no se estancó. En 2018, Delrin viajó a España para cursar un posgrado en Agua, Saneamiento e Higiene con enfoque en contextos de emergencia en la Universidad de Alcalá. Luego Milán, en Italia, para una maestría en cooperación con foco en desarrollo, agua y saneamiento. La última parada, antes de llegar a Panamá, fue Sudán del Sur, donde lideró un estudio sobre agua. El agua es una de sus obsesiones: creció sin ella y sabe que es fundamental.

"El sufrimiento de cada año de mi abuela, que me crio, era ese", dice. "En la comunidad no hay conexión de agua así que en verano, cuando no llueve, tienen que ir en un cayuco por cerca de dos horas hasta un punto que está el río, llenar los cubos y volver otras dos horas".

UNICEF y su socio la Federación Internacional de la Cruz Roja (IFRC) generan soluciones en agua, saneamiento e higiene en Darién para la población migrante.
UNICEF/2021/Urdaneta UNICEF and its partner the International Federation of the Red Cross Society (IFRC) generate water, sanitation and hygiene solutions for the migrant population in Darien.

Por eso cuando Delrin llegó a Darién, a mediados de 2021, el territorio le pareció familiar: una geografía rodeada de comunidades indígenas como la suya, para trabajar con migrantes como él en el tema que más le obsesiona: agua y saneamiento. A las pocas horas entendió que éste era parte del continente roto, sin infraestructura: hay comunidades sin agua potable, buscar en el río cercano es mala idea porque no es limpia y la lluvia es abundante pero no se almacena ni se filtra.

"Era terrible", dice. "Los niños llegaban, como ahora, con cólicos, hongos en la piel, problemas gastrointestinales y no tenían agua para tomar ni para lavarse".

Para asistir a los niños, niñas y adolescentes migrantes y sus familias que cruzan la selva de Darién, en 2019 UNICEF involucró a otras organizaciones y estableció un acuerdo de cooperación con la Federación Internacional de la Cruz Roja (IFRC). Entonces nació el proyecto de agua, saneamiento e higiene (WASH, por sus siglas en inglés), con la instalación un equipo de emergencia para la provisión de agua.

UNICEF tenía presencia en Darién desde 2018 con programas de salud, nutrición, protección y recreación infantil, implementados con socios y en coordinación con instituciones gubernamentales para garantizar los derechos de los niños, niñas y adolescentes en Panamá, sin importar su nacionalidad, de donde provengan o el estatus migratorio. Estos servicios los provee UNICEF desde de hace 3 años gracias a los fondos del Gobierno de los Estados Unidos, y más recientemente, de la Unión Europea. Pero muy rápidamente la demanda aumentó.

Las personas que cruzaron la frontera pasaron de 9.222 en 2018 a cerca de 24.000 en 2019 y más de 120.000 este año (2021), de los cuales unos 26.000 fueron niños y niñas. El flujo migratorio se multiplicó, por lo que UNICEF y sus socios en 2020 convirtieron el equipo de emergencia en una Planta Potabilizadora de mediano/largo plazo. Un año después, contrataron a Delrin como especialista. Junto al equipo que trabaja con él, se encarga de que se produzca toda el agua potable que las familias migrantes y las de las comunidades de acogida necesitan para hidratarse, bañarse, cocinar o cepillarse los dientes.

"Necesitan descansar, curarse, recobrar la fuerza. Ser tratados con dignidad y humanidad", dice Delrin.

Las horas avanzan en Lajas Blancas, ya casi es medio día y Delrin acaba de coordinar con el Servicio Nacional de Fronteras (SENAFRONT), a cargo de las ERM, las acciones de limpieza. Además de acceso a agua potable, WASH comprende acciones de limpieza como reciclado de residuos, saneamiento y también higiene: duchas, baños portátiles, puntos de lavado de manos. 

adolescente hace uso del suministro de agua potable
UNICEF/2021/Urdaneta An adolescent girl makes use of the safe water supply that UNICEF and its partners provide in the Lajas Blancas MRE, Darien.

En Lajas Blancas hay muchos cestos de basura, carpas desperdigadas por zonas donde las familias descansan, dan de comer a sus hijos o cocinan, y un centro de atención médica en el que ahora hay fila. Para todo eso necesitan agua. Sentada en el frente de una tienda, cerca de las duchas, está Mía, una mujer haitiana que llegó desde Brasil y acomoda cosas para ir a bañar a su hijo.

"Venía deseando agua" dice, con el niño cargado. "Fue muy duro estar en la selva tantos días sin agua y es reparador encontrarla aquí. El agua es vida y ahora podemos seguir".

Un poco más allá, cerca de la planta potabilizadora, Delrin mira si hay suficiente agua almacenada para potabilizar y así Mía, su hijo y cientos de migrantes más pueden bañarse.  Chequea, toma su celular, abre una aplicación y apunta en el software humanitario que usan para llevar estadísticas: 12.474 litros de agua potable para 732 personas el día de hoy, con 28 baños portátiles y tres puntos de lavado funcionando. Resultado: Todos y todas quienes llegaron, pudieron tomar y asearse.

"Ver a los niños y las niñas aquí bañándose, tomando agua, corriendo y disfrutando me da un orgullo único. Me quedo feliz de que puedan seguir hacia el futuro", dice Delrin.

Delrin Chavarría
UNICEF/2021/Urdaneta Todos los días, Delrin lleva un registro de la producción de agua al sistema KoBo: cuánta agua se trató, cuántos litros están disponibles, cuántas duchas y puntos de lavado estaban disponibles.