Estado Mundial de la Infancia 2023

Para cada infancia, vacunación

Nos gustaría presentarte a Marwan, Hind e Iman. 

Las historias de estos tres niños ilustran a la perfección uno de los mayores logros de la humanidad en materia de salud pública: la vacunación para todos los niños y niñas. 

Un centro de salud. Una campaña de vacunación. Un campamento para desplazados internos. 

Estos son los contextos en los que niños y niñas como Marwan, Hind e Iman llevan décadas recibiendo sus vacunas. Y esos niños y niñas, cuando están protegidos contra las enfermedades, tienen muchísimas más posibilidades de poder prosperar, aprender y vivir una vida saludable.  

Como descubrirás en este nuevo informe sobre el Estado Mundial de la Infancia, es esencial que tomemos medidas ahora para no dejar atrás a otros niños y niñas como Marwan, Hind e Iman. 

 

Las historias de Marwan, Hind e Iman encarnan por sí solas la revolución de la supervivencia infantil. Sin embargo, como destaca el Estado Mundial de la Infancia de este año, la realidad es que los niños y niñas como ellos que no reciben las vacunas que necesitan para sobrevivir son cada vez más numerosos. Esos niños y niñas suelen vivir en las comunidades más pobres, remotas y marginadas del mundo.

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Las consecuencias de la pandemia de COVID-19 han sido catastróficas para la inmunización infantil. La nueva edición del Estado Mundial de la Infancia revela que el mundo ha perdido más de una década de progresos en solo tres años. 

Nos encontramos en un momento crucial. Estamos asistiendo a la reaparición de enfermedades prevenibles en lugares del mundo donde llevamos décadas luchando sin descanso para controlarlas. Si no tomamos medidas de inmediato, los niños y niñas más vulnerables del mundo que nunca lograrán acudir a un centro de salud o que nunca podrán beneficiarse de una campaña de vacunación se contarán por millones. Su situación podría llegar a ser muy trágica, ya que quedarían abandonados a su suerte y correrían un riesgo mucho mayor de contraer esas enfermedades. 

Como podrás descubrir, aún no es demasiado tarde. Todavía podemos reaccionar y salvar millones de vidas infantiles. Este informe explica cómo debemos actuar para llevar vacunas a los niños y niñas más vulnerables del mundo. 

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UNICEF
 

Ahora mismo hay demasiados niños y niñas en todo el mundo que no reciben las vacunas que necesitan para estar protegidos contra enfermedades graves y mortales. La pandemia de COVID-19 interrumpió de forma drástica la inmunización infantil. Entre 2019 y 2021, 67 millones de niños y niñas no recibieron alguna de las vacunas sistemáticas que necesitaban o ninguna de ellas, por lo que quedaron desprotegidos frente a diversas enfermedades prevenibles. 

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A escala mundial, uno de cada cinco niños y niñas nunca ha sido vacunado o no ha recibido todas las vacunas que necesita, lo que significa que no se ha beneficiado de la inmunización sistemática total o parcial. Esos niveles no se habían visto desde 2008.

Los niños y niñas cero dosis son aquellos que no han recibido su primera vacuna contra la difteria, la tos ferina y el tétanos (DTP1). Los niños subvacunados son aquellos que recibieron una dosis, pero no una tercera dosis protectora.

Algunas enfermedades están resurgiendo en países donde se habían logrado controlar, y al mismo tiempo se están registrando aumentos de casos en países que aún no habían conseguido erradicarlas. Hablamos, por ejemplo, de brotes de cólera, sarampión y poliomielitis. 

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La historia de los niños y niñas que no reciben las vacunas que necesitan está marcada por la desigualdad, la pobreza y la escasez de servicios en las comunidades. De cada cuatro niños sin vacunar en todo el mundo, más de tres se encuentran en solamente 20 países. Son niños y niñas que viven en las zonas rurales más remotas, en los barrios marginales de las ciudades, en regiones en crisis o en comunidades de migrantes y refugiados, y es muy urgente llegar a ellos con vacunas.

 

Las consecuencias de la pandemia de COVID-19 han sido catastróficas para la inmunización infantil. Sin embargo, incluso antes de la pandemia ya había señales de alerta. La pandemia puso de manifiesto las deficiencias que desde hace mucho tiempo sufrían los sistemas de salud de todo el mundo y que han contribuido a este importante retroceso. A continuación, encontrarás más información sobre las principales razones por las que hay demasiados niños y niñas que no reciben las vacunas que necesitan para estar protegidos.

¿Por qué la pandemia de COVID-19 redujo las tasas de vacunación?

La pandemia ejerció una presión sin precedentes sobre los sistemas sanitarios de todo el mundo. Para hacer frente a la crisis, muchos sistemas de salud se vieron obligados a desviar los ya escasos recursos dedicados a los servicios básicos de atención sanitaria, como las actividades de inmunización.

Durante la pandemia, se exigió muchísimo a los trabajadores sanitarios. Además de responder a un enorme aumento de su carga de trabajo, numerosos trabajadores también tuvieron que hacer frente a más responsabilidades en sus hogares, como ocuparse de sus propias familias. Muchos de ellos carecían de equipos esenciales para realizar su trabajo, como los equipos de protección personal. Esos trabajadores sanitarios también corrían el riesgo de contraer la enfermedad, además de sufrir discriminación social y agresiones. Por todo ello, el desgaste profesional se convirtió en un problema muy serio y tuvo un profundo impacto en las campañas de vacunación. Al mismo tiempo, las recomendaciones de quedarse en casa afectaron enormemente a la capacidad y la voluntad de las familias de acceder a las instalaciones sanitarias para vacunar a sus hijos.

Trabajadores de la salud recorren las calles de Matagalpa, ciudad del norte de Nicaragua, como parte de una campaña de vacunación puerta a puerta.
UNICEF/UN0719310/Rivas

Antes de la pandemia ya había señales de alerta

Los niños y niñas que nunca se han vacunado viven, en su mayoría, en las zonas más pobres y marginadas del mundo, donde los sistemas de atención primaria de salud siempre han carecido de los medios necesarios para llegar a ellos. Los sistemas sanitarios funcionan con recursos limitados y adolecen de una importante escasez de trabajadores sanitarios cualificados. Y cuando existe, el personal sanitario que trabaja en esas comunidades con frecuencia tiene un acceso limitado a las vacunas y a los suministros necesarios para administrarlas. Además, recopilar datos en esas comunidades es una labor que suele ser muy difícil y se realiza de forma parcial, por lo que resulta extremadamente complicado controlar dónde viven los niños y niñas que no han recibido todas las vacunas y llegar a ellos con campañas de vacunación. 

¿Cómo contribuye la pobreza a las bajas tasas de vacunación?

La pobreza tiene una enorme influencia en el acceso de un niño a las vacunas. Muchos de los cada vez más numerosos niños y niñas que nunca se han vacunado o que no han recibido todas las vacunas que necesitan viven en contextos donde se enfrentan a importantes barreras económicas. A escala mundial, un número ligeramente superior a uno de cada cinco niños no ha recibido ninguna vacuna en los hogares más pobres, y esa proporción es de uno de cada veinte niños en los hogares más ricos. Muchos niños y niñas sin vacunar o insuficientemente vacunados viven en zonas rurales remotas y en los barrios marginales de las ciudades.  

En las comunidades remotas, los servicios de salud suelen ser escasos, y las familias viven muy lejos de las instalaciones sanitarias. La disponibilidad de las vacunas se enfrenta a importantes obstáculos, como los problemas en las cadenas de suministro, la falta de trabajadores sanitarios y la escasez de electricidad, agua y saneamiento. 

En los barrios marginales de las ciudades, es habitual que los sistemas de salud carezcan de los medios necesarios para atender las necesidades de una amplia población, y el coste que implica acceder a la atención sanitaria supone un gran obstáculo. Los progenitores y cuidadores que compaginan varios trabajos y responsabilidades a menudo no pueden permitirse faltar al trabajo y costearse el transporte necesario para llegar a las instalaciones sanitarias, ya que ese gasto tendría importantes consecuencias en la situación económica de la familia.

Atyula Khamlai y su hija de 3 años en un evento de inmunización en Khamblaiglat, una aldea remota en el norte de la India.
UNICEF/UN0731765/Bannerjee VII Atyula Khamlai y su hija de 3 años en un evento de inmunización en Khamblaiglat, una aldea remota en el norte de la India.

Los conflictos y los desplazamientos conllevan graves consecuencias

La inestabilidad y la violencia inherentes a los conflictos son un gran impedimento para que los niños y las niñas puedan vacunarse. En 2018, el 40% de los niños y niñas sin vacunar vivía en entornos frágiles o afectados por conflictos.  

En esas zonas resulta extremadamente complicado llegar a la infancia para ofrecerle servicios de salud. Los propios trabajadores sanitarios también suelen tener que desplazarse; la financiación de los servicios de salud se interrumpe y las cadenas de suministro de vacunas también se ven afectadas. Además, las instalaciones sanitarias a veces se convierten en un blanco directo, lo que supone un peligro para las familias que tratan de acceder a atención médica.  

Por otra parte, en los últimos años, los conflictos han obligado a millones de niños y niñas a abandonar sus hogares y trasladarse a campamentos de refugiados o desplazados internos. Como en esos lugares las familias suelen estar solo de paso, es mucho más difícil controlar las tasas de vacunación entre esas comunidades y ofrecer a los niños y niñas las vacunas esenciales que necesitan.

Un aumento alarmante de la desconfianza y la desinformación sobre las vacunas

La decisión de vacunar a un niño depende en parte de la confianza. Los progenitores o cuidadores deben confiar en el sistema de salud, en los fabricantes de las vacunas y en las instituciones sanitarias públicas. Antes de la pandemia de COVID-19, la indecisión con respecto a la vacunación ya se consideraba una de las diez principales amenazas para la salud mundial.  

Hoy resulta muy preocupante observar cómo en muchos países la confianza en las vacunas está disminuyendo considerablemente, una tendencia que intensifica el acceso cada vez mayor a información engañosa en las redes sociales. Además, en algunos lugares del mundo está aumentando la desconfianza que se deposita en las autoridades responsables de llevar a cabo las campañas de vacunación. Todos esos factores contribuyen al retroceso.

La falta de poder de las trabajadoras sanitarias

En su calidad de trabajadoras sanitarias, las mujeres suelen estar en primera línea y son quienes administran las vacunas a los niños y niñas que más las necesitan. Sin embargo, en casi todo el mundo, sus salarios a menudo son bajos y no se les ofrecen oportunidades de formación y desarrollo profesional. Aunque constituyen el grueso del personal sanitario, durante mucho tiempo han estado infrarrepresentadas en los puestos directivos. Uno de los motivos de la brecha salarial en el sector de la atención sanitaria reside en que muchas mujeres ejercen funciones mal pagadas o no remuneradas, generalmente como agentes de salud comunitarias. Además, las trabajadoras sanitarias a veces llevan a cabo su labor en condiciones que no son seguras, ya que sufren amenazas de violencia y agresiones verbales. Estos factores contribuyen a la falta de personal sanitario en todo el mundo y determinan que a los gobiernos les resulte difícil mantener los recursos necesarios para proporcionar atención sanitaria. A su vez, todo ello afecta enormemente a la prestación de servicios de vacunación.

Este año, el Estado Mundial de la Infancia nos presenta a algunas de las extraordinarias mujeres que, pese a los retos a los que muchas veces deben enfrentarse, se desviven para que los niños y niñas de sus comunidades puedan acceder a las vacunas. Es fundamental empoderar y apoyar a trabajadoras sanitarias como ellas.

TK

UNICEF/UN0692740/Arcos

Mona Yvrose Jean-Claude, Director of Sacré-Coeur health centre, poses for a portrait outside Dispensaire du Sacré-Coeur in the Charpentier district of Les Cayes, Haiti.

UNICEF/U.S. CDC/UN0695546/LeMoyne

In Aden Governorate, Yemen, health worker Ghada Ali Obaid, 53, stands for a portrait in a corridor of Dar Sa’ad Medical Compound.

UNICEF/UN0679361/Hayyan

 

A pesar de los innegables progresos alcanzados a lo largo de muchas décadas, el Estado Mundial de la Infancia revela que uno de cada cinco niños y niñas sigue sin recibir vacunas esenciales para su supervivencia. Debemos actuar de inmediato para vacunar a todos los niños y niñas, con independencia de dónde han nacido, quiénes son y dónde viven. Si tomamos medidas ahora, ofreceremos a la infancia de hoy y a los adultos de mañana la oportunidad de desarrollarse plenamente. 

Estas son las medidas que podemos y debemos tomar: 

Vacunar a todos los niños y las niñas mediante programas de inmunización y campañas de puesta al día eficaces

  • Poner al día en el calendario de la vacunación a los niños y niñas que no fueron vacunados durante la pandemia. UNICEF calcula que, entre 2019 y 2021, 67 millones de niños y niñas no recibieron alguna de las vacunas sistemáticas o ninguna de ellas. Esos niños y niñas están superando la edad en la que normalmente deberían vacunarse. Para llegar a ellos, se requieren medidas urgentes y campañas de inmunización adaptadas, con el apoyo financiero necesario para los países más afectados. Esas campañas de vacunación de rescate deben sumarse al refuerzo de los programas de inmunización sistemática existentes e integrados en la atención primaria de salud.  
  • Identificar a los niños y niñas que nunca se han vacunado o que no han recibido todas las vacunas. Si recopilamos datos sobre inmunización de alta calidad, podremos identificar y localizar a los niños y niñas sin vacunar y a las comunidades a las que no se ha llegado. Un componente fundamental de esa labor implica hablar con esas comunidades y con sus dirigentes para saber qué dificulta la vacunación infantil y desarrollar enfoques que respondan a las necesidades de las familias. 
  • Identificar a los niños y niñas de las zonas urbanas y acceder a los de las zonas rurales hasta ahora excluidos. Estas medidas implicarán reforzar la participación de las comunidades, recuperar los recursos humanos que se perdieron por la necesidad de responder a la pandemia, ofrecer servicios de vacunación flexibles y empoderar a los trabajadores sanitarios locales.  
  • Afrontar los retos en las situaciones de emergencia y conflicto. Es importante centrarse en la recuperación del personal sanitario y las infraestructuras en esos contextos frágiles para que los niños y niñas en tránsito puedan acceder a las vacunas. 

Reforzar la confianza en la vacunación  

  • Establecer una comunicación eficaz con las comunidades. Fomentar la confianza en las vacunas es fundamental. Si queremos aumentar las tasas de vacunación a escala mundial, es muy importante comprender las diferentes opiniones con respecto a la seguridad y el valor de la vacunación en cada comunidad, lo que exige una mayor participación y apoyarse en intervenciones diseñadas y ofrecidas por personas de confianza que pertenezcan a las comunidades.  
  • Abordar las diferencias de género. Deben utilizarse enfoques innovadores para informar y educar a los cuidadores, especialmente a las madres. Hay que adaptar los servicios para satisfacer las necesidades de las cuidadoras, que suelen disponer de muy poco tiempo.  
  • Equipar a los médicos, trabajadores sanitarios y autoridades religiosas para dar respuesta a las preocupaciones de la población. Esas personas suelen gozar de altos niveles de confianza en su comunidad, por lo que es imprescindible que cuenten con las capacidades necesarias para contrarrestar la desinformación y promover el valor de la vacunación. Cuando establecen un diálogo, esas personas de confianza permiten que la gente exprese sus sentimientos y preocupaciones, y pueden contribuir a impulsar la confianza en las vacunas.

Invertir en inmunización y sanidad  

  • Invertir en atención primaria de salud. Es fundamental dar prioridad a la inversión en atención primaria de salud. Para desarrollar campañas de vacunación eficaces, hay que contar con sistemas de salud sólidos y con recursos. Se debe favorecer la financiación para garantizar un acceso equitativo, especialmente en las comunidades que sufren escasez de servicios. Incluso en estos tiempos en que los presupuestos están muy ajustados, el alto rendimiento de la inversión conseguido con la inmunización destaca los beneficios de dar prioridad a la financiación. 
  • Centrarse en el personal sanitario, especialmente en las mujeres. Ellas son el centro de la atención primaria de salud. Aumentar su número, sus competencias y su motivación es fundamental, y eso implica mejorar la remuneración y las condiciones laborales, ofrecerles oportunidades de promoción profesional y protegerlas de la discriminación y la violencia. 
  • Reforzar la capacidad de liderazgo y promover la rendición de cuentas. Nunca ha sido tan importante garantizar que los fondos se gasten eficazmente y se destinen a los objetivos adecuados. Para lograrlo, son necesarias sólidas capacidades de liderazgo y de rendición de cuentas que permitan supervisar el gasto real en atención sanitaria.  
  • Adaptar mejor el apoyo de los donantes. Los países con sistemas de salud frágiles y con fondos insuficientes suelen beneficiarse del apoyo de los donantes. En lugar de destinar ese apoyo económico a iniciativas y campañas centradas en una enfermedad determinada, es importante que esa financiación se dedique a reforzar íntegramente los sistemas de salud.  
  • Invertir en tecnologías novedosas para ampliar la accesibilidad y la asequibilidad de las vacunas. La pandemia de COVID-19 modificó drásticamente el panorama en el ámbito de las vacunas. Al utilizar los últimos avances tecnológicos disponibles en ese campo, como el ARN mensajero (ARNm), pudimos desarrollar vacunas seguras a una gran velocidad. Es importante que sigamos financiando esa innovación, y podemos hacerlo invirtiendo en centros de vacunas regionales, en especial en países de ingresos bajos y medios. Esa inversión contribuirá a aumentar la accesibilidad y la asequibilidad de las vacunas en las regiones donde vive el mayor porcentaje de niños y niñas sin vacunar. 

Establecer sistemas de salud resilientes 

  • Integrar los servicios. Integrar la inmunización infantil en una atención primaria de salud reforzada es esencial para alcanzar de forma sostenible el objetivo de vacunar a todos los niños y niñas. De esa forma, las vacunas se convertirán en una parte más de la crianza de los niños.  
  • Mejorar la vigilancia de las enfermedades. Optimizar la recopilación de datos permitirá controlar mejor las tasas de vacunación y hacer un seguimiento de la propagación de enfermedades prevenibles, lo que nos permitirá tomar medidas proactivas. El uso de registros electrónicos de vacunación puede permitir que cada niño reciba la vacuna adecuada en el momento oportuno. 
  • Asegurar un mayor acceso a las vacunas y a suministros esenciales. Además de las propias vacunas, es indispensable poder disponer fácilmente de suministros de jeringuillas, equipos de protección y medios de almacenamiento que permitan mantener la cadena de frío a precios asequibles. 
  • Promover las innovaciones. Si aprovechamos nuevas tecnologías tan interesantes como las cadenas de frío alimentadas por energía solar, los drones distribuidores de dosis o las vacunas resistentes al calor, podremos llegar a comunidades situadas en los lugares de más difícil acceso. Por otra parte, los sistemas de cartografía que utilizan los datos de los teléfonos de los vacunadores pueden mostrarnos dónde se encuentran las comunidades necesitadas y ayudar a llegar a ellas con campañas. 
 

A lo largo de los años, una y otra vez, hemos ofrecido una respuesta eficaz frente a los brotes de enfermedades prevenibles para llegar a millones de niños y niñas en peligro y protegerlos con vacunas.  

Sin embargo, podemos y debemos hacerlo mejor para volver a llegar hasta esos niños y niñas.  

Hace más de tres décadas, las Naciones Unidas ratificaron la Convención sobre los Derechos del Niño, un tratado que consagraba un claro compromiso para cada infancia: 

“El derecho del niño al disfrute del más alto nivel posible de salud y a servicios para el tratamiento de las enfermedades y la rehabilitación de la salud”.

Ofrecer a los niños y niñas las vacunas que necesitan para desarrollarse plenamente constituye la esencia de ese compromiso y, si queremos ser fieles a ese valor, sabemos que tiene que haber un cambio. Ha llegado la hora de la voluntad política para proteger la salud de todos los niños y niñas.

Mother holding baby

En 1990, 1 de cada 11 niños moría antes de cumplir los 5 años. En tres décadas, la tasa se ha reducido a 1 de cada 27. Las vacunas han tenido un papel crucial en esta notable mejora.   

Esa voluntad política debe basarse en el optimismo y en la noción de que inmunizar a los niños tiene sentido desde el punto de vista económico. Como sabemos, las vacunas consiguen mucho más que salvar vidas. Permiten que los niños crezcan, vayan a la escuela, aprendan y se conviertan en miembros productivos de la sociedad.

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Nos espera un camino complejo, pero lleno de esperanza. Hemos superado retos similares en el pasado y podemos volver a lograrlo. Si tomamos medidas significativas y damos prioridad a la inmunización sistemática, llegaremos a los niños y niñas de lugares que tantas veces han sido olvidados.  

Los niños y niñas de las aldeas remotas, situadas a varios kilómetros de la carretera más cercana.  

Los niños y niñas de los barrios marginales de las ciudades, donde las familias recién llegadas viven en el anonimato.  

Los niños y niñas de las zonas de guerra, donde las familias muchas veces no saben dónde dormirán la noche siguiente.  

Esos niños y niñas dependen de nosotros y, por eso, ahora es el momento de mostrar determinación. Ahora es el momento de actuar y proteger la salud de todos los niños y niñas.

Puntos destacados

El mundo se enfrenta a una alerta roja en materia de salud infantil: la cobertura de la vacunación se redujo drásticamente durante la pandemia de COVID-19. El Estado Mundial de la Infancia 2023 examina las medidas que se deben tomar para garantizar que todos los niños y niñas, en todas partes, estén protegidos contra las enfermedades que se pueden evitar mediante la vacunación.

Autor
UNICEF
Fecha de publicación
Idiomas
Inglés, Francés, Árabe, Español