Niñas y niños retornados planean su futuro en El Salvador

13 de agosto de 2021. Julia estaba en el negocio de sus padres jugando cuando escuchó el sonido de una moto y luego unos disparos. “En mi inocencia pregunté si era un cohete y mi papá me dijo que sí, que no me preocupara, pero algo rebotó en la pared y la reacción de mi papá fue aventarme debajo de una mesa y mover a mi mamá. El balazo le cayó a mi papá en la cabeza. Mi mamá llamó a la policía y no llegaron a tiempo. Yo tenía 8 años cuando vi morir a mi papá”.

Los padres de Julia iniciaron un negocio que prosperó y de inmediato los grupos delictivos comenzaron a extorsionarlos con el pago de una renta mensual. Y aunque siempre cumplieron con esta exigencia, la niña se enfermó y dejaron de pagarles por un tiempo, hasta que un día cumplieron con las amenazas de muerte.

La violencia a la que se ven expuestas muchas familias salvadoreñas es una de las causas que más ha incidido en su decisión de migrar, así como la falta de oportunidades y la exclusión social, la alta deserción escolar, y las restricciones de movimiento entre comunidades por el control territorial de las maras (DIGESTYC, 2016). Las niñas, niños y adolescentes continúan siendo víctimas de altos niveles de violencia en sus hogares, escuelas y comunidades, si bien los homicidios disminuyeron en un 59,5% en 2020, las extorsiones y el control territorial de las pandillas han continuado (PNC).

“Después que mataron a mi papá estuvimos en varios lugares y mi mamá empezó a recibir mensajes de amenazas, escuchaba pasar una motocicleta y se asustaba, entonces me dijo que no podíamos seguir aquí, que necesitábamos irnos del país para estar seguras, su miedo era que me pasara algo a mi o la mataran a ella y dejarme sola”, afirma.

El plan era vivir con su tía en Maryland, Estados Unidos de América, sin embargo, las autoridades de migración de México detuvieron el autobús en el que viajaban, y un mes después retornaron a El Salvador.

“Al regresar entré a la escuela, logré hacer tercero grado, pero nos volvimos a ir por la economía. De la nada mi mamá me dijo “nos vamos”. Agarré lo que más me gustaba, lo metí en una mochila y a las demás personas les dijimos que íbamos a hacer un mandado y ese mandado duró un mes, hasta que la migración nos detuvo otra vez en Puebla y volvimos”.

Ahora Julia tiene 12 años, cursa sexto grado y participa en el programa que tiene como objetivo el fortalecimiento de resiliencia y la construcción de planes de vida implementado por ConTextos, con el apoyo de UNICEF y el financiamiento de la Unión Europea

ConTextos utiliza una metodología innovadora basada en la escritura creativa como estrategia para sanar y comprender lo ocurrido en la ruta del migrante, además de acompañar a las y los adolescentes en la definición de su identidad y las potencialidades individuales y colectivas que poseen para aportar en sus comunidades.

“El programa me ha ayudado a superar los duelos y todo lo que pasó con mi familia. Yo no quisiera volver a migrar, ahora me siento más segura y he aumentado la confianza en mí misma, desde la muerte de mi papá nunca había podido vivir en un solo sitio, y no podía encariñarme con las personas porque sabía que nos íbamos a mudar”.

UNICEF con el apoyo de la Unión Europea implementa la iniciativa “Promoción de las mejores prácticas para la protección de la niñez migrante” que busca identificar buenas prácticas y lecciones aprendidas con enfoque de género para la protección y reintegración de los niños y niñas migrantes y desplazados en cuatro países El Salvador, México, Suráfrica y Zambia.  Entre estas buenas prácticas se incluyen metodologías innovadoras que han enriquecido la atención psicosocial especializada brindada a niñas, niños y adolescentes retornados.

Creando una marca personal

La iniciativa “Marca Personal” desarrollada e implementada por ConTextos permite que los niños, niñas o adolescentes elaboren un proyecto de vida en el que se auto reconocen y se proyectan a futuro a partir de su propia marca.

Para crear su marca personal, Julia debe responder ¿Quién soy? ¿Cuáles son mis sueños? ¿Y qué puedo aportar a mi   comunidad? Su respuesta es que quiere ser diferente a las demás personas, quiere ser justa, igualitaria, respetuosa, prudente, empática y quiere formar parte de la solución a los problemas.

Al principio, el sueño profesional de Julia era llegar a ser una profesora de matemáticas, pero el abanico de intereses se extendió el día que empezó a escribir sobre su vida.

“Escribir despertó mi curiosidad, me pareció brillante cómo puedo sacar mis problemas mientras escribo y descubrir otras voces que han pasado por lo mismo que yo mientras leo, me gustaría escribir novelas o textos dramáticos de personajes que logran salir adelante y superarse, me interesa la protección del medio ambiente, la justicia y las comunicaciones”.

Opina que la migración persiste porque las y los adolescentes no son apoyados: “nos discriminan y quisiera un mundo libre y justo”.

Deysi Díaz, formadora de ConTextos, señala que las niñas, niños y adolescentes tienen limitaciones para soñar: “no hay espacios donde se pregunten quiénes son o que quieren hacer en diez años y este proceso les brinda la oportunidad de proyectarse, de reflexionar sobre sus capacidades y cómo ponerlas al servicio de su comunidad”.

ConTextos es una organización que desarrolla este programa de manera conjunta y articulada con los Centros de Atención a Niños, Adolescentes y la Familia (CANAF) del Instituto Salvadoreño para el Desarrollo Integral de la Niñez y Adolescencia (ISNA), con el fin de que estos centros mejoren los servicios de atención a niñez y adolescencia, formen a su personal y empleen sus metodologías de trabajo innovadoras de apoyo psicosocial. La contribución de la Comisión Europea es esencial en el fortalecimiento de estos servicios especializados y en la identificación de buenas prácticas y lecciones aprendidas que orientarán la extensión de estos servicios especializados en el país y puedan ser de inspiración para otros países participantes en el programa.