Otro año para crecer sin violencias
Mídete convocó 16 talleres, en su mayoría virtuales, que involucraron a unas 383 personas

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Antes del inicio de la COVID-19 en Cuba las mujeres dedicaban un promedio semanal de 14 horas más que los hombres al trabajo doméstico no remunerado (ENIG, 2016). Han sido ellas las más sobrecargadas al interior de los hogares con los cuidados de las familias en la etapa de pandemia y también quienes pueden ser más vulnerables ante la violencia machista, en un contexto de aislamiento.
Precisamente, la violencia de género y los cuidados están entre los principales desafíos de las y los jóvenes de nuestra región, según la Encuesta de las Naciones Unidas sobre Juventudes de América Latina y el Caribe dentro del contexto de la pandemia de COVID-19. El estudio confirma que la pandemia ha expuesto y agravado la situación de desigualdad que viven las mujeres jóvenes y adolescentes.
Preparar a este grupo poblacional para el ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos y contribuir a que se desarrollen sin violencias ni discriminación, formó parte del trabajo realizado por UNICEF Cuba en 2021. A través de la campaña Mídete contra la violencia en la niñez y la adolescencia, muchachas y muchachos de varios territorios cubanos participaron en diversas iniciativas que les aportaron herramientas y saberes para prevenir el abuso sexual, promover el uso responsable de las redes sociales, cuestionar normas naturalizadoras del maltrato infantil y de estereotipos de género.
Mídete convocó 16 talleres, en su mayoría virtuales, que involucraron a unas 383 personas, entre ellas estuvieron las adolescentes Karen, Valia y Dagmar. Sus experiencias, propuestas y compromiso también forman parte de la ruta que la campaña trazó en otro año para crecer sin violencias.

Karen Alcázar Noda, 16 años
A Karen los temas de género le resultan familiares. Ella ha visto crecer el liderazgo de su mamá y otras mujeres cristianas congregadas en la Iglesia Presbiteriana de su natal Los Palos, en Nueva Paz, provincia Mayabeque. “La mayor parte de lo que uno aprende es por imitación o por aquello que oímos y es costumbre”, dice.
Más recientemente, ha sido testigo de la formación profesional de su madre como estudiante del Seminario Evangélico de Teología de Matanzas. En esta ciudad residen ahora y desde allí se conectó en un taller sobre el ejercicio y disfrute de los derechos sexuales y reproductivos, organizado por el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) y Unicef.
“Fue muy interesante y útil, ya que aprendí sobre mis derechos sexuales y la educación sexual, en general. Hablar sobre estos temas no está mal. Muchas personas ven la sexualidad como un tabú o piensan que es solo tener relaciones íntimas. Eso demuestra, en parte, el nivel de desconocimiento que existe, ya que la sexualidad es mucho más”.
“Creo que es algo que se debe enseñar desde edades tempranas, en las familias y en las escuelas, aunque siempre se puede aprender de grande y reeducarse. Además, como seres humanos deberíamos estar informados y poder hablar de todo”.
“A los adolescentes a veces nos juzgan de inmaduros o imprudentes y a los niños, de infantiles o muy pequeños y no se toman en cuenta nuestra curiosidad u opiniones. Es necesario hablar de algunos temas o responder nuestras dudas y proporcionarnos la información que demandamos. Muchas situaciones de abuso pasan porque no se sabe cómo identificarlas o prevenirlas. Lo mismo sucede con el respeto mutuo, el igual trato o la violencia. Hay mucho de qué conversar…”
Karen es enfática cuando le preguntamos sobre lo que más la marcó de este taller: “compartir opiniones, historias y experiencias con adolescentes y jóvenes. La diversidad de opiniones y creencias fue increíble”. Asegura que seguirá investigando de estos temas y compartiendo sus aprendizajes en otros talleres, con sus familiares y amistades. Luego de esta participación, intervino en la consulta sobre la identidad visual de la campaña Mídete y la selección del lema o eslogan “Usa una talla sin violencia” para interpelar a muchachas y muchachos, como ella.
Valia Melissa Massip, 15 años
Valia vive en el municipio Jiguaní, en Granma. Esta provincia del oriente cubano es la segunda de la isla con mayor tasa de fecundidad adolescente (68.8 en 2018). Estudios al respecto confirman que algunas familias obligan a sus hijas a contraer matrimonio al tener sus primeras relaciones sexuales o si quedan embarazadas. La presión familiar, los imaginarios sociales en torno al tema y la insuficiente educación sexual, influyen en la persistencia del matrimonio infantil o uniones tempranas.
Los resultados en 2019 de la encuesta MICS de Unicef, muestran que el 29.4 por ciento de las mujeres cubanas encuestadas entre 20 y 24 años se había casado o unido antes de cumplir los 18. Esta situación suele afectar la continuidad de estudios de las adolescentes y su posterior inserción laboral, por lo que impacta en su autonomía, profundiza la brecha de género y son altas las probabilidades de que sufran violencia.
“En la actualidad existen hechos de violencia que debemos combatir, como es el maltrato, no solo la agresión físicamente o verbal, sino también todo aquello que perjudica a las niñas y los niños, como desatender sus necesidades básicas o que no se tomen en cuenta sus opiniones”.

Estar vinculada a un entorno protector de la infancia desde la cultura, ha sido una oportunidad para Valia de acceso a información sobre cómo prevenir y atender la violencia que afecta a niñas, niños y adolescentes. Su pasión por la literatura se ha convertido en una vía de expresión y también en una alternativa para sensibilizar sobre estas cuestiones que muchas veces pasan desapercibidas, porque están arraigadas culturalmente.
Valia integra el taller literario “Meñique travieso”. Uno de los frutos de ese espacio de creación infantil es su cuento “Mariposas de papel”, incluido en el Calendario Literario 2023, del proyecto “Construcción de entornos protectores para niñas, niños y adolescentes, a través de la cultura, en la provincia Granma”, apoyado por Unicef Cuba.
Mediante la historia de una pareja joven nos presenta diferentes expresiones de la violencia. Va del amor romántico y la luna de miel a una situación extrema de control machista, aislamiento hasta llegar al suicidio, pasando por un embarazo:
“Antes era todo tan mágico, hacían mariposas de papel y las colgaban en el aula cuando la profesora salía, una vez las tiraron de un edificio y cayeron sobre las cabezas de los que estaban abajo, parecían dos niños traviesos, pero cuando los amigos empezaron a decir que ella lo controlaba se volvió un grosero (...) Ella no lo dejaba porque aún tenía la esperanza de cambiar las cosas. Cuando empezaron a vivir juntos todo empeoró, tomaba más seguido, había dejado la universidad y la obligó a dejarla también, según su criterio la mujer era ama de casa y el hombre para la calle (…) Mientras tanto él encontró una nota, al lado había una prueba de embarazo. Salió desesperado (…) Ella estaba en la azotea (…)”
Además, Valia estuvo entre las y los participantes en un ciclo de talleres sobre la violencia hacia la niñez y la adolescencia, en el marco de la Campaña Mídete. Fue una oportunidad para reconocer las múltiples manifestaciones de la violencia, los imaginarios y estereotipos que las sostienen, para incorporar en sus creaciones artísticas cómo prevenirlas y enfrentarlas.
Uno de los aprendizajes que nos comparte es la importancia de la armonía y que esta solo se logra si evitamos la violencia. “Mi consejo para las personas adultas es que cuiden y respeten a las niñas, niños y adolescentes para que puedan vivir en un ambiente con armonía y de respeto, para que el día de mañana sean personas de bien, porque somos lo que aprendemos en el hogar.”
“En la actualidad existen hechos de violencia que debemos combatir, como es el maltrato, no solo la agresión físicamente o verbal, sino también todo aquello que perjudica a las niñas y los niños, como desatender sus necesidades básicas o que no se tomen en cuenta sus opiniones”.
Mídete valora los criterios y creaciones de muchachas como Valia y se propone utilizarlas para sensibilizar sobre el derecho a vivir sin violencias en la infancia y adolescencia. Poner de su parte también es un reclamo que ella hace a las y los jóvenes “que se traten con solidaridad y respeto, que utilicen un lenguaje adecuado y tengan en cuenta los derechos de las demás personas, para evitar conflictos”.

Dagmar López Albelo, 17 años
Mídete no le pone límites a la capacidad de las y los adolescentes para apropiarse de la campaña y amplificar sus mensajes e iniciativas. Fe de ello puede dar Dagmar, quien reside en La Sierpe, provincia Sancti Spíritus. En el Instituto Preuniversitario Camilo Cienfuegos, donde ella estudia, organizaron el cierre de la Jornada por la no violencia hacia las mujeres y las niñas y el Día Internacional de los Derechos Humanos, con productos comunicativos de la campaña de Unicef.
¿Cómo identificar el acoso y abuso sexuales, dónde buscar información y apoyo ante una situación de violencia? fueron algunos de los temas que abordaron en un espacio donde confluyeron jóvenes y mujeres, convocadas por la Federación de Mujeres Cubanas y la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM) en ese territorio.
“Es muy importante la percepción de la violencia por parte de adolescentes y jóvenes, porque, una vez identificada, podemos luchar en su contra, ayudar a disminuirla y evitarla. Y si se suma, que somos la generación que en unos años será adulta, contribuimos a que en épocas futuras sean menores las señales de violencia y queden como viejas experiencias, como un asunto del pasado”, comenta la joven.
Dagmar conoció a Mídete gracias a una invitación del proyecto Gente con swing, de la Revista Muchachas y Unicef, para participar en un taller virtual, vía Telegram, destinado a adolescentes entre 16 y 18 años. Su objetivo era sensibilizarles sobre prevención de las violencias que vivencian adolescentes y jóvenes y compartirles herramientas para este fin, así como escuchar sus propuestas para generar contenidos y formas de abordarlos.
“El taller fue muy productivo para mí -dice. Me enseñó temas como violencia y acoso en la sociedad, el papel de las mujeres y las juventudes en la lucha por una convivencia llena de paz (entiéndase, ausencia de violencia). Y, sobre todo, me impulsó a hacer algo desde mi comunidad y mi escuela, incluyendo a mis amistades y familiares a favor del empoderamiento de las mujeres y los derechos humanos. Mídete ha sido una inspiración, un centro de creatividad. Apoyó a una escuela, a un núcleo hermoso, lleno de ganas de hacer algo diferente.”
“Con muchísimo gusto volvería a participar en otra convocatoria de Mídete. Siento que he hecho muy poco, que tengo mucho que aprender y que esta campaña me va a nutrir de esa magia que pude experimentar al ser escuchada, entendida y respetada. Me siento parte de una familia.”