Amalia y la violencia: lo que ya sabía y lo que aprendió

Adolescentes cubanos compartieron con profesionales sobre violencia y entornos protectores. La experiencia usando la plataforma WhatsApp se une a otros esfuerzos de UNICEF por garantizar espacios de acompañamiento para adolescentes

Yerisleydys Menendez Garcia
Amalia y la violencia: lo que ya sabía y lo que aprendió
Cortesía de la familia
26 Octubre 2020

Los ojos marrones de Amalia Hidalgo Delgado resaltan detrás de los cristales trasparentes de sus espejuelos. Hay un destello fugaz pero vívido en sus pupilas que revela a una adolescente segura de sí misma, tierna e inteligente. No se puede ver su sonrisa, escondida tras el nasobuco, pero su mirada delata bondad. A Amalia le encanta dibujar, lo aprendió de forma autodidacta y durante esta cuarentena ha fortalecido su fascinación por el arte.

A sus 15 años, Amalia tiene muchas cosas claras. Sabe que las causas justas merecen ser defendidas, que tiene derecho a expresar sus ideas y a la vez, el deber de escuchar las de otros. Con estas convicciones de partida llegó al taller online “Vivir la adolescencia en tiempos de COVID-19: Promoviendo buenas prácticas desde la cultura como entorno protector”, auspiciado por UNICEF Cuba y el proyecto a+ Espacios Adolescentes de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.

En sus distintas ediciones este espacio reunió a un grupo de 77 adolescentes de diferentes zonas de la isla con profesionales del propio centro a+, la Universidad de la Habana y el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona. Entender los diferentes tipos de violencia, sus desencadenantes y cuáles pueden ser algunos espacios protectores, fueron los objetivos principales de los encuentros, temas que pueden ser desafiantes para cualquier edad. También lo fueron para Amalia.

“Yo sabía, por ejemplo, que la violencia intrafamiliar se sucede entre los miembros de una familia y que afecta a uno o varios integrantes de la misma, pero el taller me mostró que se puede convertir en una cadena. Según los materiales y los profes del taller, es una suerte de escalera donde afecta a uno, y luego a otro y a otro. Las víctimas se convierten después en maltratadores de los más vulnerables, y estos casi siempre son los más pequeños”.

“Desde el taller me queda claro que la lucha contra la violencia, debería ser una preocupación de todos. Debemos concientizar sobre estos asuntos a personas de todas las generaciones”

De acuerdo con pesquisas de las Encuestas de Indicadores Múltiples por Conglomerados (2014), el 36 por ciento de las familias estudiadas en Cuba “utiliza una combinación de prácticas disciplinarias violentas; entre niños, niñas y adolescentes de 1 a 14 años, el 21 por ciento ha sufrido agresión psicológica y el 28 por ciento castigo físico; el castigo físico severo afecta al 2.5 por ciento de niños, niñas y adolescentes. El 4 por ciento de las mujeres y el 7 por ciento de los hombres entrevistados, justifican el uso de la violencia”.

Amalia considera que una buena comunicación es la clave para evitar situaciones donde prevalezca la violencia. Durante el taller, ella fue una de las participantes que apoyó “la importancia de conversar tanto de lo que nos molesta como de lo que nos hace felices, apoyarnos como familia”. “Muchas veces la violencia comienza por pequeñeces -recuerda- y es muy importante solucionar los problemas y diferencias de convivencia sin llegar nunca a los golpes o los gritos”, dijo la adolescente.

Otro tema tratado en el taller fue el bullying y su expresión más reciente, el cyberbullyng. Amalia se siente conectada con las redes sociales, pasa tiempo en ellas y las utiliza para sus causas justas: “defender los derechos de los animales, por ejemplo”, dice orgullosa. Sin embargo, luego del taller ya no acepta solicitudes de amistad de personas desconocidas, mantiene sus cuentas en redes siempre privadas y presta más atención y cuidado a lo que publica.

Ya para el 2018, el 56 por ciento de la población contaba con acceso a la red y cerca de dos millones de cubanos tenían datos móviles para conectar sus teléfonos. El incesante aumento de la conectividad y la relación con las redes sociales y la red de redes suponen hoy una amenaza importante para niños, niñas y adolescentes.

Por este motivo, el taller analizó además de los tipos de violencia tradicionales, nuevas formas de agresión. Amalia aprendió a reconocer al ciberacoso como un modo de provocar daño en otros a partir del uso incrementado de las redes sociales y espacios de intercambio online.

Desde el taller me queda claro que la lucha contra la violencia, afirma con vehemencia, debería ser una preocupación de todos. Debemos concientizar sobre estos asuntos a personas de todas las generaciones, concluye.

Amalia defiende la posibilidad de canalizar las emociones de manera no violenta y alzar la voz sobre el tema mediante diversas manifestaciones artísticas. “Leer o ver una película son vías para drenar algunos sentimientos, yo prefiero el dibujo”.

Amalia y la violencia: lo que ya sabía y lo que aprendió
Cortesía de la familia
Tormento fue la obra plástica surrealista que Amalia creó como representación de los debates y contenidos tratados en el taller

Tormento fue la obra plástica surrealista que Amalia creó como representación de los debates y contenidos tratados en el taller. Es mi primer dibujo surrealista, afirma. “Quise representar la violencia psicológica, con una nube sobre la cabeza de la víctima que expresa las marcas psicológicas y emocionales de una adolescente que ha sufrido este tipo de violencia”.

Este no fue su primer taller. Tampoco será el último, afirma. “Siempre agradezco la oportunidad de debatir con personas de mi edad, en igualdad de condiciones, sin adoctrinamientos y eso para mí ha sido este espacio”, concluye.

Para UNICEF/Cuba promover estos encuentros colectivos donde compartan especialistas y personas interesadas ha sido un objetivo prioritario dentro de este tiempo de confinamiento. Un conjunto de acciones entre las que se encuentran grupos de apoyo psicológico por WhatsApp, cápsulas audiovisuales, compilación de artículos sobre bienestar psicológico, cuñas radiales y consejería directa mediante las redes sociales; integran los esfuerzos del componente programático: Todo niño está protegido contra la violencia y la explotación con el objetivo de brindar asesoría personalizada, integral y comunitaria a todos los miembros de la familia.