“Me puso muy contenta volver con mis compañeros no por una pantalla, sino por la vida real” 

Guillermina tiene 9 años y empezó cuarto grado en la escuela Granaderos de San Martín.  

UNICEF
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UNICEF
16 Marzo 2021

Ya sea que la traslade el micro escolar o su papá, Guillermina (9) prepara minuciosamente su bolsita de higiene antes de salir: una toalla, dos barbijos, jabón y alcohol en gel. La adopción de hábitos de cuidado es la nueva normalidad para cualquier niño o niña que regresa a las aulas. “No tuve miedo”, asegura. Guillermina comenzó cuarto grado en la Escuela 30 D.E.9 Granaderos de San Martín, en Ciudad de Buenos Aires. Allí, la alegría la abordó cuando supo que “iba a volver con mis compañeros presencialmente, poder estar con ellos; no por una pantalla, sino por la vida real”, resalta. 

Los chicos y las chicas son más vulnerables al impacto emocional que conllevan las crisis humanitarias y/o sanitarias. La pandemia del coronavirus, además de poder enfermarlos, afectó profundamente a su cotidianeidad y a su salud mental; según la tercera encuesta en hogares con niños, niñas y adolescentes realizada por UNICEF sobre los impactos de la pandemia, muchos manifestaron alteraciones en su alimentación, en el sueño y en la comunicación. Según Amalia, su mamá, Guillermina estuvo muy triste durante el aislamiento. “Guille me contó que es el único grado en el que jugaban todos juntos; a los cumpleaños se invitaban todos, los viernes organizaban picnic en la plaza al lado de la escuela, se quedaban a dormir en diferentes casas; son muy pegados, extrañaban horrores”, explica.  

Para Guillermina, el primer día de clases fue divertido. “La señorita hizo que nos presentáramos.  Estudiamos prácticas del lenguaje y matemáticas; hay cuatro cuadernos en cuarto grado, ¡son muchos!”, afirma. Después, la docente les dio alcohol en gel para higienizar sus bancos, reforzó que no pueden compartir sus útiles y que hay que permanecer con el barbijo. Según un informe de UNICEF y UNESCO, la escuela no es un entorno de propagación alta en lo que respecta a nivel de transmisión en la comunidad. Pero para ello es importante respetar los protocolos: mantener la limpieza de los espacios, asegurar ventilación en las aulas, mantener la distancia entre personas, usar el barbijo y disponer de alcohol en gel, entre otras medidas.  

Sí, tenía muchas ganas de volver a la escuela: para estudiar, ver el pizarrón directo y no gastar tiempo en un Zoom”, cuenta Guillermina. Y una de las cuestiones que más disfrutó fue del reencuentro con sus compañeros y compañeras: “sólo había visto a uno antes de empezar, porque era su cumpleaños; con los demás, me alegró mucho volverlos a ver, fue muy alegre”.  

Entusiasta de las matemáticas, las Ciencias Naturales y la programación, para Guillermina el recreo es una parte fundamental de la rutina escolar. “Jugamos a ‘Cigarrillo 43’, que no es un juego de tocarse”, explica. Además de la importancia de avanzar en los aprendizajes, la vuelta a clases presenciales asegura que los chicos y las chicas encuentren espacios de contención y de juegos con sus pares. 

De a poco Guillermina está retomando sus actividades: volvió a jugar al básquet y a sus clases de natación y programación. Las salidas recreativas son un factor positivo en relación a la salud mental y bienestar físico. Y después de meses de aislamiento, aprovecha también sus tiempos libres para disfrutar con su mamá y su papá en una de sus actividades preferidas: “ir al río, almorzar al aire libre y jugar”.