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ASIA Y EL PACÍFICO SRI LANKA: REPORTAJE

© UNICEF Sri Lanka/2008/Elder

Thasikan, de 8 años, sentado en torno los escombros de la comunidad de acogida de Vavuniya, al norte de Sri Lanka. Él y su familia huyeron de su hogar en Mannar cuando estallaron los combates entre las fuerzas gubernamentales y el grupo rebelde Tigres par

INTERVENIR EN LOS CONFLICTOS: AYUDA A LOS MÁS NECESITADOS

No era el sonido próximo de las metralletas ni el estallido de los morteros lo que el pequeño Thasikan recuerda como lo que más le asustaba cuando su familia tuvo que a huir de su hogar el año pasado. Este niño de ocho años dice que lo que le hizo llorar fue más bien la expresión del rostro de su madre. "Había muchos enfrentamientos y muchos gritos, y la gente corría por todas partes buscando cobijo", dice Thasikan refiriéndose a los enfrentamientos entre las fuerzas gubernamentales y los Tigres de Liberación del Ealam Tamil ocurridos en las cercanías de su hogar en Mannar, al nordeste de Sri Lanka. "Y además sólo teníamos una hora para llevarnos lo que podíamos y marcharnos".

La familia de Thasikan perdió casi todo -la ropa, el tanque de agua portátil y los muebles-, aunque lo que más echan de menos es su terreno. "En casa teníamos arrozales, pero aquí...", dice la madre de Thasikan. Su voz reverbera en el yermo terreno que circunda su nueva casa, situada en la comunidad de Vavuniya, al norte de Sri Lanka. Estos campos polvorientos están repletos de bolsas de plástico; ninguna de las cien familias que allí viven puede tan siquiera cultivar un pequeño huerto.

El conflicto civil de Sri Lanka viene durando casi 30 años ya. Se ha cobrado más de 80.000 vidas, ha ocasionado más de medio millón de desplazados y ha hecho que cientos de miles de niños y niñas tengan un acceso restringido a servicios básicos tales como la salud, la educación y el agua limpia. A simple vista, no son más que unos tristes datos estadísticos más referidos a una zona en estado de guerra. Pero cada uno de esos números significa un niño o una niña como Thasikan, que vive con el deseo desesperado de un futuro mejor y más seguro.

La respuesta de UNICEF es tan amplia como los desafíos a que se enfrentan los desplazados internos. En materia de educación, UNICEF provee lugares seguros donde impartir las clases y distribuye material didáctico y recreativo para profesores y alumnos. En materia de agua y saneamiento, UNICEF vela por que las personas desplazadas y reasentadas tengan acceso a agua potable y saneamiento mediante la construcción de letrinas de emergencia y pozos entubados, la distribución de productos para la higiene y la práctica continuada de actividades de promoción de la higiene. A fin de salvaguardar la salud de las mujeres, los niños y las niñas, UNICEF apoya al Ministerio de Salud en el fortalecimiento de los servicios habituales prenatales y de inmunización, rehabilita a los niños y niñas que padecen malnutrición aguda mediante servicios de alimentación terapéutica en las comunidades y los establecimientos sanitarios, y distribuye material necesario para las futuras madres, además de botiquines de emergencia y suplementos nutricionales.

Thasikan ha regresado ya a la escuela y tiene amigos y libros nuevos. Sigue queriendo volver a casa, pero dice que le "encantan las matemáticas" y que dispone de "más tiempo ahora que tenemos una fuente de agua segura [cerca]". No obstante, a medida que los enfrentamientos se agravan, el número de niños y niñas desplazados crece. Actualmente hay 200.000 nuevos desplazados internos en el norte del país, además de una gran cantidad de familias que precisan ayuda para reasentarse en las regiones del norte y el este de Sri Lanka. Estas familias y sus hijos e hijas constituirán un objetivo primordial de UNICEF durante 2009.

Junto con las actividades en materia de salud, nutrición, agua, saneamiento e higiene, y educación, la labor de UNICEF en lo que se refiere a la protección de la infancia es crítica para los niños y niñas desplazados. Thasikan es uno de los más recientes beneficiarios, ya que pronto comenzará a asistir a uno de los 20 clubes infantiles que UNICEF ha creado en Vavuniya y sus alrededores. Aquí, al igual que ocurre en casi todos los territorios del norte y este de Sri Lanka, la mayoría de los niños y niñas se ven afectados por el conflicto. Los ataques con granadas, las explosiones de minas Claymore y el fuego de artillería constituyen parte de su vida. UNICEF ha creado estos clubes infantiles con el propósito de ayudar a los niños y niñas de entre 4 y 17 años a hacer frente al estrés y la angustia que esta situación les ocasiona.

A las afueras de Vavuniya, situado entre casernas militares y protegido por una valla de alambre de espino, se encuentra unos de estos clubes. Los asistentes se han dividido en tres grupos: los del primero hacen teatro, los del segundo juegan al cricket desde un lado y otro de la carretera, y los del tercero enseñan a los más pequeños. Thushyanthi, de 14 años, es una joven dirigente en este club. Recientemente ha participado en un taller de formación de jóvenes, y ahora se dedica a transmitir a otros sus conocimientos. En una cultura en la que las niñas acostumbran a ser miembros "invisibles" de la familia, el club infantil de UNICEF le ha enseñado a tener confianza en sí misma y a enfrentarse a un grupo de 30 niños y niñas. Manda a los niños a callar, y a continuación inicia una charla acerca del apoyo a los amigos. "Los niños oyen los combates, saben que hay enfrentamientos. Este grupo nos enseña que los niños y niñas podemos unirnos, acercarnos unos a otros, y hablar sobre estas cosas que nos asustan. Todos tenemos problemas similares: queremos una buena educación, queremos tener buena salud y queremos librarnos de la guerra. Aquí podemos tratar esos asuntos mediante las dramatizaciones, el deporte o simplemente hablando".

Este lugar es justo donde Thasikan necesita estar.