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ESARO SOMALIA: REPORTAJE

© UNICEF Somalia/2008/Iman Morooka

Gravemente desnutrida, Asha, de 20 meses, se sienta en el regazo de su madre en una clínica móvil de Bossaso. Posteriormente fue transferida al programa terapéutico de extensión que recibe apoyo de UNICEF en el hospital Bossaso.

CAMBIAR LA SITUACIÓN: LAS INTERVENCIONES EN MATERIA DE NUTRICIÓN TRAEN LA ESPERANZA A LOS SOMALÍES MÁS VULNERABLES

Asha tiene sólo 20 meses, pero en su corta vida ya ha sobrevivido al conflicto, al desplazamiento y a la desnutrición grave.

En enero de 2008, su familia huyó de la escalada de conflictos que asolaba la capital somalí, Mogadiscio, para buscar refugio en Bossasso, al nordeste de Somalia. La madre de Asha, Khadija, decidió abandonar Mogadiscio cuando la situación se volvió insoportable. "Tenía un buen empleo en Mogadiscio vendiendo frutas y verduras", contaba con los ojos llorosos, "pero los brutales enfrentamientos alteraban nuestra vida más y más cada día, hasta hacerla imposible. A veces no podía regresar a casa después del trabajo porque las carreteras estaban bloqueadas debido a la lucha entre las facciones. También en una ocasión llegué a casa y me encontré con que mi familia no estaba: habían tenido que marcharse por temor a que les mataran. Así que hablé con mi madre, y me dio permiso para abandonar Mogadiscio con mis dos hijos".

Pero la vida en Bossasso resultó ser igual de difícil. La familia vive en un campamento para desplazados internos,  donde hasta los servicios básicos, como el agua y el saneamiento, son inadecuados. Khadija, madre divorciada, es la única que provee para sus dos hijos pequeños. Trabaja como vendedora de helados, pero apenas gana lo suficiente para cubrir siquiera las necesidades más básicas. Pese a todos sus esfuerzos, ha sido incapaz de proveer a su familia de los alimentos suficientes. "En Mogadiscio mis hijos comían tres veces al día porque tenía un empleo estable, pero ahora apenas puedo darles de comer una vez al día. No lo puedo costear". La pequeña Asha, que gozaba de buena salud cuando dejaron Mogadiscio, comenzó a padecer desnutrición. "Iba perdiendo peso por días y vomitaba todo lo que le daba", cuenta Khadija.

Esta es una experiencia demasiado habitual para los somalíes desplazados. Separados de sus comunidades y de los sistemas que les respaldan, a menudo se convierten en víctimas de la marginación, la explotación y el desempleo. La situación nutricional en la mayoría de los campamentos de desplazados internos de Bossasso es precaria. Los índices totales de desnutrición en estos campamentos, que acogen a más de 28.000 personas, se elevan a un nivel del 24%, considerado como "muy crítico" (bastante por encima del umbral de emergencia del 15%). 

En agosto, gracias al programa ambulatorio de alimentación creado con ayuda de UNICEF, Khadija logró que Asha fuera examinada por personal médico capacitado. Los trabajadores sanitarios comunitarios, encargados de supervisar el estado de los niños y niñas en los campamentos de desplazados internos, remitieron a Asha a la clínica móvil del programa terapéutico de extensión, donde se trata a los niños y niñas desnutridos con alimentos terapéuticos y se vigila periódicamente su estado de salud. Debido a los síntomas que presentaba -vómitos, tos y diarrea- en la clínica terapéutica de extensión remitieron a Asha al centro de estabilización de pacientes del hospital de Bossaso, otro centro respaldado también por UNICEF en el que se trata a los niños y niñas que padecen desnutrición grave con complicaciones médicas. Allí, el personal cualificado dispensa atención médica gratuita a los niños y niñas las veinticuatro horas del día, y además se da alojamiento y comida gratuita a los progenitores. Cuando el metabolismo de Asha se normalice, regresará al programa terapéutico de extensión hasta que recobre su peso normal.

La desnutrición es uno de los retos más importantes a que se enfrentan los niños y niñas somalíes. Uno de cada 6 menores de 5 años padece desnutrición aguda, y uno de cada 40 padece desnutrición grave. Se calcula que el 36% registra un peso inferior al normal. Todos los meses, UNICEF y sus aliados llegan a más de 5.000 niños y niñas que padecen desnutrición grave a través de 133 programas terapéuticos ambulatorios y 20 centros de estabilización.

Si bien las condiciones de seguridad continúan deteriorándose en muchas zonas de Somalia, UNICEF y sus aliados continúan prestando intervenciones que salvan vidas a fin de que los niños y niñas vulnerables, como la pequeña Asha, tengan la oportunidad de descubrir que la vida es algo más que hambre y desesperanza.