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ÁFRICA OCCIDENTAL Y CENTRAL GUINEA-BISSAU: REPORTAJE

© UNICEF Guinea-Bissau/2008

Un trabajador de la salud se prepara para desinfectar el pabellón de enfermos de cólera en el Hospital Bissau Simao Mendes, que recibe apoyo de UNICEF en Bissau, la capital.

LA TRAGEDIA DEL CÓLERA EN GUINEA-BISSAU

La vida de José Turé, un trabajador metalúrgico de 51 años de edad, siempre ha estado marcada por la adversidad. El Sr. Turé se alejó de su Bafatá natal con rumbo a Bissau, buscando una vida mejor para su familia.

Sin embargo, en las grandes ciudades no siempre se encuentra la felicidad. José recuerda el lluvioso viernes en el que el cólera irrumpió en la vida de su familia cuando Saliu, su hijo de 12 años, comenzó a sentir terribles dolores de estómago y a mostrar "otros síntomas de algo muy grave, quizá algo mortal". José no se percató de inmediato de que podía tratarse de la infección sobre la que todos habían estado hablando en su vecindario y en la radio, "Había escuchado hablar del cólera varias veces", recuerda José. "Todos los años, para la temporada de lluvias, las radios de todo el país alertan e informan a la población sobre esa enfermedad. Pero nunca pensé que podía golpear a la puerta de nuestro hogar".

Al ver que su hijo empalidecía y bajaba de peso, José comenzó a sentir pánico. "Con la ayuda de un joven vecino llevé a mi hijo al hospital central de Bissau. Cuando llegamos, quedé estupefacto por el gran número de pacientes. Algunos estaban alojados en un sector del hospital llamado el Pabellón del Cólera, mientras que otros se encontraban en los pasillos y otros más en una gran tienda de campaña. A mi hijo le asignaron una cama en la tienda de campaña", explica José.

Desde hace más de una década, Guinea-Bissau sufre brotes de cólera endémicos. Cada temporada de lluvias llega acompañada por una epidemia de esa enfermedad. La más grave fue la de 2005, cuando se registraron 25.000 casos, de los cuales 400 fueron fatales. El hijo de José contrajo el cólera durante un brote en el que se registraron más de 8.400 infecciones, y más de 150 víctimas no tuvieron la misma suerte que Saliu. La epidemia de 2008 se desató en mayo en la región meridional del país. Para julio, la epidemia había llegado oficialmente a Bissau, la ciudad capital. En poco tiempo, el hospital central no daba abasto para tratar a todos los pacientes que recibía. UNICEF ayudó a instalar una tienda de campaña para acomodar el creciente número de víctimas de la epidemia y suministró más camas especiales para los pacientes del cólera. Asimismo, se dio capacitación a equipos de jóvenes que fueron enviados a diversos vecindarios de Bissau para concienciar a la población y alentar a los vecinos a que tomaran medidas de prevención. Esos mismos equipos desinfectaron las fuentes de agua y enseñaron a los pobladores cómo realizar esa tarea de higiene preventiva en sus propios hogares.

Conocimos a José el día que su hijo abandonó el hospital para recuperarse en su hogar, que se encuentra en Pluba, uno de los vecindarios más pobres de Bissau, y uno de los más castigados por el cólera. La mayoría de los habitantes de Pluba consume agua proveniente de pozos tradicionales. Se trata de un vecindario donde el saneamiento es precario. José comenta que durante la época de lluvias recoge el agua que cae del techo de su casa, y que la bebe. El consumo de agua contaminada o que no ha sido tratada, sumado a las deficiencias en materia de saneamiento y a las prácticas y creencias tradicionales, como los entierros rituales, aumenta las probabilidades de brotes de cólera y de otras enfermedades. La infraestructura de suministro de agua y saneamiento de Guinea-Bissau data de la época colonial y, como sucede con muchas otras infraestructuras, ha sufrido un gran deterioro con el correr de los años. A tal punto, que sólo un 20% de los pobladores de Bissau, la ciudad capital, dispone de agua corriente.

A pesar de los mensajes radiales y de las labores de concienciación que llevan a cabo las brigadas juveniles, José y otros integrantes de su familia ni desinfectan el agua con cloro ni se lavan habitualmente las manos. "¿Cómo es posible que el agua que cuesta tanto obtener pueda causar la muerte?", grita José. "Hasta que estuve a punto de perder a mi hijo no prestaba atención a los mensajes sobre el cólera ni sabía que el agua de Bissau está contaminada". Sus ilusiones acerca de la posibilidad de una mejor vida en Bissau se han desvanecido. "Creo que pronto regresaré a Bafatá, donde probablemente no tendré estos problemas", dice.

Lo que José debería saber es que la calidad del agua y el saneamiento ambiental es muy deficiente en todo el país y que la población de toda la nación está amenazada por las enfermedades transmitidas por el agua. Los pozos y ríos sin protección están expuestos a la contaminación ambiental y más del 50% de la población rural del país corre grave peligro debido a que consume agua proveniente de otras fuentes inseguras.